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Día del Amigo La celebración tiene un sabor muy especial para la Masonería Argentina. Su creador fue nuestro hermano Enrique Ernesto Febbraro, profesor de psicología, filosofía e historia, también músico y odontólogo. Tal como él mismo relató a sus hermanos de Logia y a autoridades de la Institución, su idea nació el 20 de julio de 1969, mientras observaba por televisión la llegada del hombre a la Luna. Sabía, además, que los astronautas Neil Armstrong y Edwin Aldrin eran también hermanos masones que hoy tienen sus estatuas a la entrada de la Gran Logia de Washington. Armstrong apoyó su pie izquierdo para descender a terreno lunar, fue cuando pronunció su ya célebre frase:“Éste es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Entonces, y antes de que la Apolo 11 emprendiera su viaje de regreso, Febbraro envió mil cartas a cien países desde su casa en Lomas de Zamora. Rápidamente obtuvo setecientas respuestas: había nacido el Día del Amigo, cuyo lema fue a partir de ese momento “Un pueblo de amigos es una Nación imbatible”. El recuerdo sería ético, sin fines de lucro ni de fomento al consumo. El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires autorizó la celebración y se fueron sumando entidades públicas y privadas en todo el territorio de nuestro país y naciones de América Latina. La bandera progresista de la Masonería quedó en la Luna, el Dr. Febbraro fue candidato dos veces al premio Nobel de la Paz y la celebración del Día del Amigo hoy tiene vigencia universal. Enrique Ernesto Febbraro fue iniciado masón el 6 de noviembre de 1957 en la Logia Panamérica N° 397, integró posteriormente la Logia Renovación N° 333. Norberto Quirno Costa Fue diplomático y Vicepresidente de la Nación, se graduó de abogado en la Universidad de Buenos Aires después de sus estudios primarios y secundarios en el Colegio de Mayo. En la Facultad de Derecho fue condiscípulo de Aristóbulo del Valle, Carlos Pellegrini y Leandro Alem con quienes compartía la afición por la política. Integró las filas del Partido Autonomista Nacional. En 1868 fue designado Secretario de la legación argentina en Brasil donde también realizó trabajos masónicos en la Logia 18 de Julio de Río de Janeiro; al año siguiente regresó a Buenos Aires como Subsecretario de Relaciones Exteriores. Negoció la firma de un tratado de paz con Paraguay y en 1871 integró la Comisión para la reforma de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires. Posteriormente fue electo diputado provincial. El Presidente Miguel Juárez Celman lo designó ministro de Relaciones Exteriores. Cumplió una tarea destacada en el Congreso Sudamericano de Derecho Privado Internacional (Montevideo, 1888) subrayando la necesidad de que las naciones del área consolidaran su relación con Europa a través de convenios y pautas claras y concretas. Bregó también en favor de la inmigración y sostuvo que los inmigrantes deberían quedar vinculados al país por la propiedad de la tierra y pudieran adquirir a precios módicos las superficies destinadas a la agricultura. También reclamó a Gran Bretaña la soberanía sobre Malvinas y expresó que la Argentina nunca abandonará sus derechos a esos territorios y que las considerará como parte integrante del dominio de la República Argentina hasta que se haga justicia. También obtuvo la integración de la Puna de Atacama al territorio argentino y definió con Brasil la cuestión de Misiones, irresuelta desde la Colonia. Cuando pasó de la Cancillería al Ministerio del Interior continuó impulsando aquellas ideas; en 1889, el Congreso sancionó la “Ley Quirno Costa”, por la que se subsidiaban pasajes a los inmigrantes. Volvió a la función pública como Ministro de la representación diplomática argentina en Chile durante el gobierno de Luis Sáenz Peña para solucionar el conflicto de límites. Firmó el tratado del 1° de mayo de 1893 para demarcar la frontera y luego los convenios Matte-Quirno Costa y Guerrero-Quirno Costa en 1896. Después fue Ministro del Interior del Presidente José Evaristo Uriburu y también encabezó la Convención para la revisión de la Constitución (1898). Fue Vicepresidente durante la segunda gestión de Julio A. Roca (1898-1904). Hombre de conductas austeras, tomaba el tren para ir a su quinta de San Fernando. El 12 de mayo de 1906 asumió como Ministro del Interior en el gabinete de Figueroa Alcorta, pero se trató de un paso fugaz por disidencias políticas. Enfermó a comienzos de 1915. Un mes antes de morir escribió una larga carta en la que expresó su convicción sobre la grandeza argentina. Falleció en la quinta de San Fernando la noche del 3 de Marzo; sus restos fueron velados en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno. Había nacido en Buenos Aires el 18 de Julio de 1844. Norberto Quirno Costa integró la Logia Constancia N° 7 de la Ciudad de Buenos Aires desde 1878. Manuel de Olazábal Integró el regimiento de Granaderos a Caballo a la edad de trece años. A partir de entonces, participó en el sitio de Montevideo, luchó en Guayabos contra Artigas, fue luego a Mendoza y se incorporó al Ejército de los Andes. Hizo toda la campaña de Chile, luchó en Chacabuco, Gavilán, Talcahuano, Cancha Rayada, Maipú y Bío Bío. De regreso en Mendoza y a órdenes de José Albino Gutiérrez estuvo en Punta del Médano y se incorporó poco después a los trajines políticos provinciales. En 1823 participó del combate en el Paso de la Cumbre bajo el comando de San Martín. A su regreso del Perú, lo acompañó a Mendoza y luego en parte del camino a Buenos Aires. Se alistó de inmediato en la campaña al Brasil, después participó en la batalla de Ituzaingó, cayó prisionero, pero fue liberado en un canje. Entonces colaboró con Fructuoso Rivera en la breve reconquista de la provincia de Misiones Orientales. El siguiente paso de Olazábal fue junto a Juan Lavalle en la revolución de diciembre de 1828; alcanzó el grado de coronel por su participación en la batalla de Navarro. Luchó en Puente de Márquez y tras la retirada de Lavalle, se incorporó a la Guarnición Buenos Aires. Retirado en Corrientes tras la renuncia del gobernador Balcarce, dirigió una academia militar y peleó en Pago Largo. Se alistó a órdenes de Rivera en Cagancha, fue jefe de estado mayor de la campaña al norte del Río Negro, en 1842 participó en la invasión a Entre Ríos y en la derrota de Arroyo Grande. De nuevo en Buenos Aires (1850), Rosas lo reconoció como coronel de caballería. Después de Caseros, apoyó la revolución de septiembre, fue comandante de la guarnición de la isla Martín García, participó de la revolución de Hilario Lagos. Se radicó luego en Paraná y fue edecán de los presidentes Urquiza y Derqui. El último capítulo de su extensa foja militar fue la batalla de Pavón. Vivió desde entonces en Gualeguaychú donde escribió sus Apuntes Históricos de la Guerra de Independencia y obras sobre San Martín y los hermanos Carrera. Tras el asesinato de Urquiza regresó a Buenos Aires. Manuel de Olazábal fue iniciado masón por el General José de San Martín en la Logia Ejército de los Andes, trabajó luego en logias de Chile. Integró también las logias Constante Unión, de Corrientes y San Juan de la Fe, de Paraná. Fue designado Segundo Gran Vigilante de la Gran Logia de la Argentina en el período 1862/64. Murió en Buenos Aires el 19 de julio de 1872 a los 71 años de edad. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta. Juan José Castelli Político y abogado, estudió en el Colegio San Carlos, después cursó Teología y Filosofía en la Universidad de Córdoba. Se graduó como Doctor en Derecho en la Universidad de Charcas. Ejerció su profesión en Buenos Aires; fue con Vieytes y Belgrano uno de los primeros argentinos que promovió la industria, la educación pública, la agricultura y el libre comercio. Con ellos y los hermanos Rodríguez Peña también fue de los primeros que trabajó en favor de cambios políticos en el Virreinato del Río de la Plata y en sostener la necesidad de la independencia. Integró el grupo fundacional de la Sociedad Patriótica, Literaria y Económica (1801) que, en realidad, era la Logia Independencia, de la que fue su Venerable Maestro (Presidente); publicó colaboraciones en los primeros periódicos y también fue miembro fundador de la Real Sociedad Universal de la Argentina. Cuando se desencadenaron los sucesos de Mayo, Castelli y Martín Rodríguez fueron delegados para que el virrey Cisneros convocara un cabildo abierto. Reunida la asamblea, la refutación de Castelli a los argumentos del Obispo Lué contribuyó al éxito de la reunión: habiendo desaparecido el poder real en virtud del alejamiento de la familia real de España, y no existiendo ya el gobierno español después de la disolución de la Junta Central, el poder volvía al pueblo y la función del virrey ya no era legítima. Entonces Cisneros fue obligado a presentar su renuncia y Castelli pasó a integrar la Primera Junta. Convencido de que el nuevo gobierno debía adoptar medidas enérgicas, ordenó el fusilamiento de Liniers y de quienes habían intervenido en la conspiración. Poco después participó en la Batalla de Suipacha. De regreso en Buenos Aires, se lo responsabilizó por la derrota de Huaqui porque acordó una tregua de 40 días con el realista Goyeneche para evitar el avance de las tropas patriotas sobre el Virreynato del Perú. Durante el armisticio, tropas de Goyeneche derrotaron a las patriotas. El juicio tardó en iniciarse, en tanto le diagnosticaron cáncer de lengua. Falleció el 12 de octubre de 1812 en situación de extrema pobreza; había nacido el 19 de julio de 1764. Agustín Alvarez Abogado, sociólogo, militar, político y educador, perdió parte de su familia a muy corta edad a causa de un sismo que destruyó la vivienda de sus padres en Mendoza. Quedó bajo la tutela de su tío Jonás y al cuidado de su abuela paterna; estudió luego en el Colegio Nacional como pupilo, con una beca. En 1878 egresó del Colegio Militar con grado de teniente. Intervino en diversas campañas, incluida la del Desierto, alcanzó los grados de capitán y coronel. Ingresó luego a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires donde se graduó cinco años después. Fue designado juez en su provincia. En Mendoza también fue profesor de Filosofía y de Derecho en el Colegio Nacional hasta que fue elegido diputado nacional y se trasladó a Buenos Aires. En forma simultánea escribió para El Debate, Times (Londres), Caras y Caretas, Fray Mocho y publicaciones vinculadas con la abogacía. Se afilió a la Unión Cívica Radical, fue también vicepresidente del Instituto Geográfico Argentino y presidente de la Sociedad Científica Argentina. Antes, había participado con Joaquín V. González, en la fundación de la Universidad Nacional de La Plata, de la que fue vicepresidente y profesor. Presidió el Congreso de Libre pensamiento de 1906 y participó del de 1913. Sus obras principales son South America, Manual de patología política, Ensayo sobre Educación, ¿Adónde vamos?, La evolución del espíritu humano, La transformación de las razas de América, Historia de las Instituciones libres, Breve Historia de la Provincia de Mendoza, La creación del mundo moral, La herencia moral de los pueblos hispanoamericanos además de folletos y opúsculos sobre problemas políticos, sociológicos y éticos. Falleció en Buenos Aires a los 57 años de edad luego de padecer una parálisis cerebral; había nacido el 15 de julio de 1857. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta. Agustín Álvarez fue iniciado masón en la Logia Obediencia a la Ley N° 13. En junio de 1905 fue electo Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina. También desempeñó diversos cargos en el Supremo Consejo, donde había alcanzado el Grado 33°. Enrique de Rosas Actor, director de teatro, guionista y director de cine, reconoció su vocación a los 16 años cuando comenzó a trabajar en un circo. Luego se incorporó al teatro bajo la guía de Florencio Parravicini como intérprete de Barranca abajo, de Florencio Sánchez; Veinticuatro horas dictador, de Enrique García Velloso; Madre tierra, de Alejandro Berrutti y El pato salvaje, de Ibsen. Su afán investigativo le permitió presentar en nuestro país a autores de la talla de Luigi Pirandello (Seis personajes en busca de autor, Piénsalo, Jacobino), Miguel de Unamuno (Todo un hombre, Raquel), y Leonidas Andreieff (El pensamiento). Ejerció también la dirección escénica, recordándose sus puestas de Volpone, de Ben Jonson, en 1929, El mercader de Venecia, de Shakespeare, y Los intereses creados, de Jacinto Benavente en el Teatro Nacional Cervantes. Fundó la compañía Rivera-De Rosas con la que se presentó en Las Palmas de Gran Canaria; también actuó en Italia y diversos países sudamericanos. En 1939 debutó como director cinematográfico con Frente a la vida, Hermanos y Nativa. Antes había acompañado a Carlos Gardel en Tango Bar. Enrique de Rosas fue iniciado masón en su temprana juventud, trabajó sucesivamente en las logias Estrella de Tucumán N° 71 y Bernardo Monteagudo N° 316. Nació en Buenos Aires el 14 de julio de 1888 y falleció en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires, a los 59 años de edad. Miguel Cané Padre de su hijo homónimo, integrante de la Generación del ’80, nació en la estancia familiar en San Pedro; estudió en el Colegio de Ciencias Morales junto con Juan B. Alberdi, a quien lo unió una estrecha y prolongada amistad. En su casa de la calle Balcarce, fundó la “Asociación de Estudios Históricos y Sociales” (1832), que lo enfrentó a Rosas. También formó parte del Salón Literario, de Marcos Sastre. Se doctoró como abogado eI 10 de mayo de 1835 y ese mismo día viajó a Montevideo, donde estableció su exilio trabajando como periodista y escritor. Fundó El Iniciador con Andrés Lamas, colaboró en otros medios de prensa y en La Legión Argentina, compuesta por otros exiliados. De regreso en Buenos Aires en agosto de 1852, participó en la revolución de setiembre y volvió a Uruguay. Como corresponsal de medios porteños mantuvo intensas polémicas con Domingo F. Sarmiento. Siete años después se instaló definitivamente en Buenos Aires donde fundó el periódico El Comercio del Plata con Nicolás Avellaneda. El fallecimiento de su hijo Jacinto Miguel determinó su retiro a Mercedes. Allí falleció el 5 de julio de 1863 a los 51 años de edad. Manuel Mujica Láinez describió a Miguel Cané (padre) como “un diletante cuya conversación encerraba siempre un dato ignorado, algo imprevisto, que descubría perspectivas ante el interlocutor”. A propósito de la generación que integraba, señaló que “los muchachos anhelosos que participan del movimiento renovador y que, con una saña que es fruto de la urgencia de destruir para construir, fustigan a la madre patria, no olvidan ni un segundo los lazos candentes que los unen a la España joven”. Y concluye: “antes del autor de Juvenilia, hemos tenido en su padre un sabroso precursor de su ingenio feliz”. Miguel Cané (padre) fue autor de las novelas Esther, En el tren y La Familia de Sconner. Su hijo Miguel lo consideró uno de los fundadores de la novela nacional. Fue iniciado masón en la Logia Lealtad N° 6, el 9 de setiembre de 1858. Ignacio Pirovano Reconocido médico, cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Cuando ingresó a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires ya había obtenido el título de farmacéutico, pero debió costear su carrera trabajando en una farmacia y como farmacéutico del Hospital General de Hombres. Fue practicante del Dr. Francisco Javier Muñiz en la guerra contra el Paraguay y en las epidemias de cólera (1867) y de fiebre amarilla (1871). Obtuvo el doctorado con la tesis “La herniotomía”, a sus 28 años de edad. Eduardo Wilde describió a Pirovano en 1872 como “bondadoso, de carácter reservado, meditador y pacienzudo; parece muy dúctil, aunque siempre por hacer lo que le da la gana, tiene una gran facilidad para hacerse querer de sus maestros, sabe evitar que lo envidien sus condiscí­pulos…” Becado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, viajó a Parí­s donde tomó contacto con Claude Bérnard, Louis Pasteur y Joseph Lister, uno de los impulsores de la asepsia para las salas quirúrgicas y las prácticas operatorias. Regresó tres años después como Doctor por la Facultad de Medicina de Parí­s y fue designado Profesor titular de Histologí­a y Anatomí­a Patológica. Entonces, instaló un laboratorio y desarrolló el uso del microscopio. Pirovano luego se hizo cargo de la Cátedra de Medicina Operatoria y en 1882 fue sucesor del Profesor Manuel Augusto Montes de Oca en la Cátedra de Clínica Quirúrgica en la que cambió la vestimenta habitual en el quirófano y la reemplazó por un largo guadapolvos de mangas cortas. Las operaciones se realizaban entonces sobre una mesa de pino cubierta de un colchón y un impermeable, el campo operatorio se limitaba con una sábana de goma con una ventana ovalada del tamaño adecuado en el centro. Practicó la cirugía de cabeza, cuello y extremidades, en especial la traqueotomía en un solo tiempo que, inclusive, aplicó de emergencia a su hija. Se lo considera el Padre de la Cirugía Argentina por la calidad de sus discí­pulos, entre ellos Antonio Gandolfo, Enrique Bazterrica, Andrés Llobet, Juan B. Justo, Marcelino Herrera Vegas, Nicolás Repetto, Alejandro Posadas y Avelino Gutiérrez. Un cáncer de base de lengua determinó su alejamiento de la actividad médica hasta su fallecimiento, el 2 de julio de 1895, a los 51 años de edad. Carlos Pellegrini dijo en su sepelio: “Sentimos que algo nos falta, algo así como el centinela armado que velaba por nuestra vida contra el ataque de enemigos invisibles, y por eso, sobre su tumba hasta el egoísmo llora”. El Dr. Ignacio Pirovano, iniciado masón en la Logia Consuelo del Infortunio N° 3 el 31 de diciembre de 1872, también trabajó en la Logia Libertad N° 48. Un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires lleva su nombre como homenaje a su trayectoria brillante y profundamente humanitaria. Eloy Alfaro Hijo de un republicano español, estudió comercio y contabilidad. A sus 40 años de edad inició la lucha contra la dictadura ecuatoriana, pero fracasó en el campo militar. Tres meses más tarde encabezó un gobierno revolucionario en las provincias de Manabí y Esmeraldas. Diversas poblaciones de Ecuador se alzaron en armas, el pueblo de Guayaquil lo proclamó Jefe Supremo del país. Regresó de Centroamérica donde se encontraba, formó gobierno e inició su gestión bajo el lema: “perdón y olvido”. Con apoyo de los indios del Chimborazo, entró a Quito aplaudido y vivado por la multitud. Su programa incluyó la regeneración de la República, orden, honradez y reorganización del régimen interior, paz internacional, fomento al comercio y las industrias, desarrollo de las artes, protección a las ciencias, mejora y aumento a la instrucción pública, arreglo y fiscalización de las finanzas del Estado, respeto a las garantías constitucionales, fomento a la inmigración, respeto para la religión nacional y para otras creencias, multiplicación de las vías de comunicación regionales, construcción de ferrocarriles, perfeccionamiento de las instituciones militares, separación de la Iglesia del Estado, educación laica y obligatoria. Entre las disposiciones que sancionó su gobierno se contó la Ley de Matrimonio Civil (1902) que permitió el divorcio de los cónyuges. Terminado su período presidencial, triunfó el candidato alfarista Leonidas Plaza, pero sobrevino la división entre liberales y el sector radical proclamó a Eloy Alfaro como Jefe Supremo. En este nuevo período, concretó la separación de la iglesia del Estado, la libertad de conciencia, prohibición a los sacerdotes de cualquier culto de ser elegido legislador, protección oficial para los indígenas, además de una gran actividad cultural y docente, el desarrollo industrial y la liberación de impuestos para la importación de maquinarias fabriles y para la agricultura. Un golpe de estado determinó el asilo de Alfaro en la Embajada de Chile: partió al exilio el 11 de agosto de 1911. Regresó a Ecuador para evitar el enfrentamiento armado y promover un arreglo pacífico, pero se desató una guerra civil en la que masacraron a los jefes políticos liberales. El 28 de enero de 1912 Eloy Alfaro también pagó con su vida, su cadáver fue quemado en la ahora llamada “hoguera bárbara” al grito de “mueran los masones”. Tenía 69 años de edad. Durante su exilio recorrió Sudamérica, tomó contactos con los liberales peruanos, colombianos, venezolanos y radicales de Argentina y Chile, “en el marco de la fraternidad masónica”. Influyeron en sus ideas el ecuatoriano Juan Montalvo, el panameño Justo Arosemena, el peruano Ricardo Palma, los cubanos José Martí y Rafael María Marchán, el colombiano José María Vargas Vila, los chilenos José Manuel Balmaceda, José Victorino Lastarria y Francisco Bilbao, los venezolanos Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo y el argentino Leandro N. Alem. En Buenos Aires dialogó con Bartolomé Mitre y los radicales argentinos, luego visitó Venezuela, Estados Unidos y México, donde conoció al joven masón nicaragüense Rubén Darío. José Eloy Alfaro Delgado nació en Montecristi, Ecuador, el 25 de junio de 1842. Desde el año 2000 es reconocido como “el mejor ecuatoriano de todos los tiempos”. Según se afirma, fue iniciado masón en Costa Rica, luego integró la Logia Rosa de América N° 36 de Panamá y perteneció a logias de Guayaquil. En 1905, recibió un voto de aplauso del Congreso Masónico celebrado en Buenos Aires. Poco después fundó la Logia Cadena Fraternal y Templo de la Amistad y la Logia La Ley Natural, en Quito. El Supremo Consejo del Perú le concedió el Grado 33°. José Matías Zapiola Cuando estalló la Revolución de Mayo era jefe del Puerto de Buenos Aires, pero por su apoyo a la gesta fue dado de baja de la Marina Española, arrestado y enviado a Cádiz donde desertó, ingresó a la logia masónica de esa ciudad y viajó con José de San Martín y Carlos María de Alvear a Londres. Regresó con ellos y Holmberg a Buenos Aires en 1812 a bordo de la fragata “George Canning” y de inmediato colaboró en el establecimiento de la Logia Lautaro, de la que fue secretario. Zapiola fue jefe del primer batallón del Regimiento de Granaderos, también intervino en el sitio de Montevideo (1814) a órdenes de Alvear. Luego, en la Campaña a Chile, combatió en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú, comandó la primera parte de la Segunda campaña al sur de Chile en la que tomó la ciudad de Chillán y fue ascendido a general. Regresó a Buenos Aires, donde asumió como comandante de una escuadra fluvial que Buenos Aires despachó para enfrentar a los caudillos del litoral (1821). Se retiró de la vida pública en 1829, pero regresó como Comandante de Marina a la caída de Rosas. Luego fue ministro de Guerra y Marina del gobernador bonaerense Valentín Alsina. Además de su participación en la Logia Ejército de los Andes, recibió un homenaje masónico especial el 22 de marzo de 1860, cuando cumplió 80 años. La Gran Logia expresó “la congratulación al Ilustre Hermano Brigadier General José Matías Zapiola, ilustre soldado de la Independencia, de los fundadores de la Masonería en tierras de América”. Falleció el 27 de junio de 1874 a los 94 años de edad. El Gran Maestre de la Masonería Argentina, Nicanor Albarellos, dispuso un decreto de honores en homenaje “al Ilustre Hermano que nos dio la libertad junto al Gran Iniciado General San Martín”.
Posted on: Mon, 22 Jul 2013 22:19:18 +0000

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