EL BARBERO MOSCOVITA: Eran los años ochenta, transcurriendo en - TopicsExpress



          

EL BARBERO MOSCOVITA: Eran los años ochenta, transcurriendo en un barrio llamado Matusalem, en Coro. El acontecer polìtico mundial sufrìa estragos. Los hombres de Matusalem comenzaron a desaparecer. Yerik habìa llegado Venezuela desde Moscù; era alto, rubio, de ojos profundos, acostumbrado al silencio. Se vino en un barco, de polizonte, con el poco dinero que raspò de los bolsillos en las Plazas frìas de su paìs natal, y trajo sonsigo a su mejor amiga, Trika, su navaja de afeitar, y una tijera. Nietsche latia en sus bolsillos. Su pasaporte era falso, lo buscaban para darle un premio. Una vez en Venezuela, acostumbrado a sobrevivir màs que vivir, buscò donde alojarse; cambiò el dinero a moneda venezlana y paso seguido buscò y alquilò un pequeño local de un enmarañado callejòn, pagò a unos chiquillos por medio limpiarlo, y les regalò unos "caramelos asesinos" que picaban por el exceso de menta y àcidez. les decìa: "Yerik" señalàndose a sì mismo, pero no les sonreìa. El moscovita arreglò lànguidamente el local, y colocò una silla de barbero que adquiriò en un remate, en un lugar apropiado, junto con la silla comprò un congelador (freezer) que colocò en la parte recòndita. Pasados unos seis dìas, a eso de las tres de la tarde llegò el primer cliente. Se llamaba Ernesto, era casi andrajoso y de malas maneras, denotaba costumbres ociosas y daba un aire de orgullo y pesadez. Ernesto se sentò en la silla, Yerik colocò la manta para cubrir su cuerpo de los cortes del cabello y sacò su navaja inoxidable, regalo de un viejo amigo de la KGB. El cliente lo mirò por el reflejo del espejo y al sentirse intimidado tragò saliva en ese reflejo de autodefensa que realiza el organismo. Yerik le sonriò frìamente, y comenzò a cortar su pelo en una especie de abstracciòn del pensamiento, nada le inmutaba. Ernesto expresò: ¡Usted parece de lejos!. Yerik agregò: ¿Tù Mao?. El cliente, sorprendido, inquiriò: ¿Mao?. Yerik repitiò: ¿Tù Mao?. Ernesto comenzò a indicar una especie de nerviosismo disimulado. ¿Mao, el chino loco, el comunista? No, que va, esos chinos a mi no me gustan. Ademàs me parece extraño que me confunda con èl, yo tengo los ojos bien abiertos!!. Yerik no perdìa su aire de frialdad, al contrario colocò su mano derecha sobre su hombro al momento que Ernesto intentò levantarse, y en un movimiento casi automàtico, con la izquierda, degollò a su primer cliente. Ha sido un buen dìa, declamò entre dientes, en su lengua natal. Luego arrastrò el cadaver hasta donde se encontraba el congelador y como si se tratara de un saco de plumas lo colocò dentro. limpiò el rastro incòmodo de la sangre, y se sentò a leer Zaratustra. Fueron desapareciendo ciertos individuos, hasta ser un poco màs de una decena. La noticia de las desapariciones embriagaron las mentes policiales de Coro. Se abriò una investigaciòn y detectives rondeaban la zona aledaña a Matusalem. A los niños les gustaban los caramelos asesinos de Yerik. El silencio fue su vinculo de amistad. Los sabuesos se esforzaban, para el espeso aire de dudas confundìa su olfato. Pasados tres meses desde la ùltima desapariciòn, varios cadaveres fueron encontrados en bolsas de basura cerca de un muelle abandonado. Todos mostraban signos de afeites y degollamiento en la zona izquierda. La orden fue dada para interrogaciòn a "todo barbero o peluquero" de la zona. Asì ocurriò. Hasta que llegò la hora de hacerlo con Yerik, el barbero moscovita. Se acercaron unos policias al callejòn donde vivìa el ruso. Los niños silbaron con un extraño silbido que llegò a oìdos de Yerik. Una vez que llegaron a la puerta del local, unos de los policias se acercaron a mirar a travès de la puerta de vidrio, Yerik estaba sentado en su silla de barberìa miràndose al espejo como hipnotizado. Los policias tocaron la puerta al verlo. Yerik levantò su mano izquierda en la que tenìa a Trika, la colocò en su cuello, y desde la parte derecha, afincò con fuerza hasta que un borbotòn de sangre saltò salpicàndolo todo. El reflejo de Yerik se manchò de rojo rojito en el espejo. Caso cerrado.
Posted on: Fri, 21 Jun 2013 19:02:18 +0000

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