EL ESPÍRITU DE ASÍS Homilía de S. S. Benedicto XVI en - TopicsExpress



          

EL ESPÍRITU DE ASÍS Homilía de S. S. Benedicto XVI en Asís, Plaza inferior de la Basílica de S. Francisco, 17-VI-2007 [El 27 de octubre de 1986 el beato Juan Pablo II celebró en Asís una Jornada mundial de oración por la paz, en la que participaron los representantes de las confesiones cristianas y de las diversas religiones del mundo. Veinticinco años después, el 27 de octubre de 2011, Benedicto XVI renueva aquella vivencia allí mismo en una jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo]. Queridos hermanos y hermanas: ¿Qué nos dice hoy el Señor, mientras celebramos la Eucaristía en el sugestivo escenario de esta plaza, en la que convergen ocho siglos de santidad, de devoción, de arte y de cultura, vinculados al nombre de san Francisco de Asís? Hoy aquí todo habla de conversión. Hablar de conversión significa penetrar en el núcleo del mensaje cristiano y a la vez en las raíces de la existencia humana. Para evitar equívocos, conviene notar que la misericordia de Jesús no se manifiesta poniendo entre paréntesis la ley moral. Para Jesús el bien es bien y el mal es mal. La misericordia no cambia la naturaleza del pecado, pero lo quema en un fuego de amor. Este efecto purificador y sanador se realiza si hay en el hombre una correspondencia de amor, que implica el reconocimiento de la ley de Dios, el arrepentimiento sincero, el propósito de una vida nueva. A la pecadora del Evangelio se le perdonó mucho porque amó mucho. En Jesús Dios viene a darnos amor y a pedirnos amor. Queridos hermanos y hermanas, ¿qué fue la vida de Francisco convertido sino un gran acto de amor? Lo manifiestan sus fervientes oraciones, llenas de contemplación y de alabanza, su tierno abrazo al Niño divino en Greccio, su contemplación de la pasión en la Verna, su «vivir según la forma del santo Evangelio», su elección de la pobreza y su búsqueda de Cristo en el rostro de los pobres. Esta es su conversión a Cristo, hasta el deseo de «transformarse» en él, llegando a ser su imagen acabada, que explica su manera típica de vivir, en virtud de la cual se nos presenta tan actual, incluso respecto de los grandes temas de nuestro tiempo, como la búsqueda de la paz, la salvaguardia de la naturaleza y la promoción del diálogo entre todos los hombres. San Francisco es un auténtico maestro en estas cosas. Pero lo es a partir de Cristo, pues Cristo es «nuestra paz» (Ef 2,14). Cristo es el principio mismo del cosmos, porque en él todo ha sido hecho. Cristo es la verdad divina, el « Logos» eterno, en el que todo dia-logos en el tiempo tiene su último fundamento. San Francisco encarna profundamente esta verdad «cristológica» que está en la raíz de la existencia humana, del cosmos y de la historia. No puedo olvidar, en este contexto, la iniciativa de mi predecesor, de santa memoria, Juan Pablo II, el cual quiso reunir aquí, en 1986, a los representantes de las confesiones cristianas y de las diversas religiones del mundo, para un encuentro de oración por la paz. Fue una intuición profética y un momento de gracia. La decisión de celebrar ese encuentro en Asís estaba sugerida precisamente por el testimonio de san Francisco como hombre de paz, al que tantos miran con simpatía incluso desde otras posiciones culturales y religiosas. Al mismo tiempo, la luz del Poverello sobre esa iniciativa era una garantía de autenticidad cristiana, ya que su vida y su mensaje se apoyan tan visiblemente en la opción de Cristo, que rechazan a priori cualquier tentación de indiferentismo religioso, que no tiene nada que ver con el auténtico diálogo interreligioso. El «espíritu de Asís», que desde ese acontecimiento se sigue difundiendo por el mundo, se opone al espíritu de violencia, al abuso de la religión como pretexto para la violencia. Asís nos dice que la fidelidad a la propia convicción religiosa, sobre todo la fidelidad a Cristo crucificado y resucitado, no se manifiesta con violencia e intolerancia, sino con un sincero respeto a los demás, con el diálogo, con un anuncio que apela a la libertad y a la razón, con el compromiso por la paz y la reconciliación. No podría ser actitud evangélica ni franciscana no lograr conjugar la acogida, el diálogo y el respeto a todos con la certeza de fe que todo cristiano, al igual que el santo de Asís, debe cultivar, anunciando a Cristo como camino, verdad y vida del hombre, único Salvador del mundo. Que san Francisco de Asís obtenga a todos los que en el mundo se remiten a él, la gracia de una auténtica y plena conversión al amor de Cristo.
Posted on: Sun, 27 Oct 2013 02:02:34 +0000

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