EL MENSAJE DE JUAN: LA DEMANDA Mat_3:7-12 (conclusión) Hay una - TopicsExpress



          

EL MENSAJE DE JUAN: LA DEMANDA Mat_3:7-12 (conclusión) Hay una nota casi aterradora en la demanda ética de la idea judía del arrepentimiento, pero hay también en ella otras cosas consoladoras. El arrepentimiento siempre es posible. " El arrepentimiento es como el mar decían-: uno se puede bañar en él a cualquier hora.» Puede que haya veces cuando hasta las puertas de la oración están cerradas; pero las puertas del arrepentimiento no se cierran nunca. El arrepentimiento es totalmente esencial. Hay una historia de una especie de discusión que Abraham tuvo con Dios. Abraham le dijo a Dios: " Tú no puedes agarrar los dos cabos del cordón al mismo tiempo. Si quieres estricta justicia, el mundo no puede subsistir. Si quieres conservar el mundo, la estricta justicia no puede permanecer.» El mundo no puede continuar existiendo sin la misericordia de Dios y la puerta del arrepentimiento. Si no hubiera más que la justicia de Dios, sería el fin de todas las personas y de todas las cosas. Tan esencial es el arrepentimiento que, para hacerlo posible, Dios cancela Sus propias demandas: «Amado es el arrepentimiento ante Dios, porque por causa de él Dios cancela Sus propias palabras." La amenaza de la destrucción del pecador queda cancelada al aceptar Dios el arrepentimiento del pecador por sus pecados. El arrepentimiento dura toda la vida. Mientras hay vida, hay posibilidad de arrepentirse. «Dios extiende Su mano bajo las alas de Su carroza celestial para rescatar al arrepentido del poder de la justicia." Rabí Simeón ben Yojai dijo: " Si un hombre hubiera sido completamente justo todos los días de su vida, y se rebelara al final, destruye todo lo anterior, porque dicho está: " La justicia del justo no lo librará el día que se rebele» (Eze_33:12 ); y si un hombre ha sido un completo malvado todos los días de su vida, y se arrepiente al foral, Dios le recibe; porque dicho está: «Y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se vuelva de su impiedad» (Eze_33:12 ). " Muchos dicen- pueden introducirse en el mundo para venir sólo después de años y años; mientras que otros lo ganan en una hora." Muchos buscan y hallan la misericordia, como decía Cervantes, «puesto ya el pie en el estribo" o, como dice un poeta inglés, " entre el estribo y el suelo," es decir, en el acto de desmontar. Tal es la misericordia de Dios que recibirá aun el arrepentimiento tácito. Rabí Eleazar decía: " La costumbre del mundo es que, cuando un hombre ha insultado a su prójimo en público, y pasado el tiempo quiere reconciliarse con él, el otro le dice: "Tú me insultaste públicamente, ¿y ahora quieres que nos reconciliemos en privado los dos solos? ¡Vete a traer a todos los que estaban presentes cuando me insultaste, y me reconciliaré contigo!" Pero Dios no es así. Una persona puede plantarse en el mercado, y blasfemar, mientras el Santo dice: "Arrepiéntete entre nosotros dos, y Yo te recibiré."» La misericordia de Dios está abierta a la persona que está tan avergonzada de sí misma que no puede mostrarle su vergüenza nada más que a Dios. Hay mudos que dicen: " Yo perdono, pero no olvido.» Dios no se olvidó de nada, porque es Dios; pero Su misericordia es tal que no solo perdona, sino, aunque parezca increíble, también olvida el pecado del penitente: " ¿Qué Dios hay como Tú, que perdone la maldad y olvide el pecado del remanente de Su heredad?» (Miq_7:18 ). " Yo, Yo soy Quien borro tus rebeliones por amor de Mí mismo, y no Me acordaré de tus pecados» (Isa_43:25 ). «Porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado" (Jer_31:34 ). Pero lo más maravilloso es que Dios sale hasta la mitad del camino, y más aún, para encontrar al penitente: «Volveos lo más que podáis, y Yo os saldré al encuentro hasta ese punto del camino." Los rabinos, desde su cima más alta, vislumbraron al Padre que, en Su amor, salió corriendo para darle la bienvenida a Su hijo pródigo. Sin embargo, hasta recordando toda Su misericordia, queda en pie el caso de que, en el verdadero arrepentimiento, es necesario hacer reparación hasta donde se pueda. Los rabinos decían: " Hay que reparar la injuria, y hay que buscar y recibir el perdón. El verdadero penitente es el que tiene la misma oportunidad de cometer el mismo pecado otra vez, en las mismas circunstancias, y no lo comete." Los rabinos subrayaban una y otra vez la importancia de las relaciones humanas, y de rectificarlas cuando es necesario. Hay un curioso pasaje rabínico. " El que es bueno con el Cielo y no con sus semejantes, es un mal tsaddiq. (Un tsaddiq es un hombre íntegro). El que es malvado contra el Cielo y contra sus semejantes es un pecador de lo peor. El que es malvado contra el Cielo, pero no contra sus semejantes no es un pecador de lo peor.» Precisamente porque la reparación es tan necesaria es por lo que el que enseña a otros a pecar es el peor de los pecadores; porque no puede hacer reparación, ya que no puede decir nunca hasta dónde ha llegado su pecado y a cuántos ha llegado a influenciar. La reparación no es lo único necesario en un verdadero arrepentimiento; también lo es la confesión. Una y otra vez nos encontramos esa demanda en la Biblia. " El hombre o la mujer que cometa cualquiera de los pecados con que los hombres son infieles contra el Señor... confesará su pecado que cometió" (Num_5:6 s). «El que oculta sus pecados no prosperará; pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia" (Pro_28:13 ). " Mi pecado Te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: "Confesaré mis rebeliones al Señor" y Tú perdonaste la maldad de mi pecado» (Salmo 32: S). Es la persona que dice que es inocente, y que se niega a admitir que ha pecado, la que es condenada (Jer_2:35 ). Maimónides propone la fórmula que se puede usar para confesar el pecado: " Oh Dios, he pecado, he obrado iniquidad, he transgredido delante de Ti, y he hecho esto y esto. Estoy apenado y avergonzado de mi obra, y no la haré nunca más.» El verdadero arrepentimiento necesita la humildad de admitir y confesar el pecado. No hay ningún caso desesperado para el arrepentimiento, ni ninguna persona a la que le resulte imposible arrepentirse. Los rabinos decían: «Que nadie diga: «Como he pecado, no tengo remedio." Que confíe en Dios y se arrepienta, y Dios le recibirá.» El ejemplo clásico de una aparentemente imposible reforma fue el caso de Manasés: dio culto a los baales, introdujo dioses extraños en Jerusalén, y hasta sacrificó niños a Moloc en el valle de Hinnom. Luego fue llevado cautivo a Asiria donde, encadenado, se humilló al Dios de sus padres, oró y fue atendido y volvió a Jerusalén. «Entonces reconoció Manasés que el Señor es Dios" (2Cr_33:13 ). Algunas veces requiere la amenaza de Dios y Su disciplina el hacerlo, pero nadie está fuera del poder de Dios para recuperarle. Hay una última creencia judía en relación con el arrepentimiento, y es la que debe de haber estado en la mente de Juan. Algunos, a lo menos, de los maestros judíos enseñaban que si Israel se pudiera arrepentir perfectamente aunque solo fuera por un día, vendría el Mesías. Era solo la dureza de corazón de la gente lo que retrasaba la venida del Redentor de Dios al mundo. El arrepentimiento era el centro mismo de la fe judía, como lo es también de la fe cristiana; porque el arrepentimiento es cambiar de sentido en la vida volviéndonos del pecado hacia Dios, y hacia la vida que Dios quiere que vivamos.
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 20:26:57 +0000

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