EL ORO DE MOSCÚ:Este es el trasfondo. ¿Cuál era el objetivo - TopicsExpress



          

EL ORO DE MOSCÚ:Este es el trasfondo. ¿Cuál era el objetivo del genio gallego? Amenazar a la URSS con acudir al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya basándose en los “derechos” que daba la posesión del acta de depósito. Ahora bien, según pone de relieve una amplia documentación, incluidas las discusiones habidas en el Consejo de Estado, a ningún jurista de entre los leales delos leales se le ocurrió ponerla en duda. Si albergaron alguna, se la guardaron para sí. No seremos tan pedestres para afirmar que las dudas podían provenir del hecho de que algunos, aunque pocos, sabían que los republicanos habían vendido el oro. Un eminente director general de lo Contencioso argumentó que no tenía la menor importancia: era preciso imponer la primacía del derecho emanado del “régimen del 18 de Julio” sobre el derecho internacional. No dijo cómo. De haberse conocido esta tesis en La Haya, Washington, París, Londres o Moscú las carcajadas hubieran sido homéricas. No se rieron, sin embargo, los señores ministros quienes le dieron la razón frente a la opinión unánime de los consejeros de Estado, quizá porque dicho director general había argüido algo que ningún historiador, tontos como somos, ha oteado hasta el momento: el “expolio” del oro justificaba por sí la Guerra Civil. Se amenazó a la URSS con recurrir al tribunal de la Haya, al que España había renunciado en 1939 Ahora bien, ¿reparó alguien en otra razón menos narcisista?: la España de Franco, miembro de Naciones Unidas desde 1955, había renunciado ante la Sociedad de Naciones, en el sublime éxtasis de la Victoria el 1º de abril de 1939, al derecho a acudir a La Haya. Como, por cierto, también la Unión Soviética había excluido la posibilidad de demandar ante el Tribunal o ser demandada ante él. Ya que no podemos creer que los internacionalistas del régimen fuesen ignaros nos sorprende que a nadie se le ocurriera poner en conocimiento de Franco y de sus ambiciosos fajadores tales circunstancias, perfectamente conocidas de los profesionales. La patata caliente la pasó Carrero a Castiella, catedrático de Derecho Internacional, para que procediese en consecuencia. Dice mucho a favor de este que hiciera caso omiso de tales instrucciones. Tampoco le ocurrió nada. Franco perseguía otros objetivos: I) le interesaba ante todo ennegrecer la figura de Negrín y, por ende, de los vencidos en la Guerra Civil; II) sembrar la disensión entre las filas del exilio (con la inestimable aportación de Indalecio Prieto, siempre propenso a hincar el cuchillo en su fallecido antagonista y cuyos artículos en El Socialista el propio Castiella llevaba solícito a Franco); III) potenciar la idea de que los republicanos, malísima ralea, habían robado el tesoro de la nación. Por ello España, bajo la ilustrada guía de su conductor, no había podido avanzar más rápidamente por el sendero del crecimiento económico. La culpa la tenían los “malos españoles”. No él ni su régimen. En conversaciones privadas con su primo, Franco terminó distanciándose en cierta media de la ilusión de la “recuperación”. Sin embargo, en cuanto López Bravo quiso aplicar una modesta Ostpolitik a la española se le obligó a plegar velas. ¿Y qué se hizo con la “reclamación”? La “estrategia” de Franco murió de muerte natural con él. No sin que en el entretanto atravesara por algún que otro episodio propio de una astracanada de las de Carlos Arniches. Cabe albergar la razonable sospecha de que “alguien” debió reírse mucho en las orillas del Moscova. Ahora bien, dado que la política exterior franquista siempre tuvo más de schein (imagen) que de wirklichkeit (sustancia) no es de descartar que también el propio Franco se riese a su manera. ¿Y los intereses inmanentes de España, incluidas las migajas de prestigio diplomático? A él, plim. Fdo.:PEDRO NEGRIN FERNANDEZ.
Posted on: Sat, 24 Aug 2013 20:00:46 +0000

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