EL REGRESO DEL NIÑO RANA Al llegar al cuarto donde iba a vivir. - TopicsExpress



          

EL REGRESO DEL NIÑO RANA Al llegar al cuarto donde iba a vivir. Al mirar el techo de totora, las moscas y polillas me provocaban malestar; las arañas no respetaban mi presencia, continuaban construyendo sus telarañas; algunos ratones caminaban por la pared y el suelo; los largos minutos que observé a los animales me hicieron causar duda y preocupación, además que mi cuarto se encontraba alejado de la comunidad, me dió ganas de retornar a la ciudad, pero el cansancio del viaje me hizo dormir. Al día siguiente, el encuentro con mis colegas fue pasajero porque me acogieron días antes; la directora me encargó la responsabilidad de trabajar con los alumnos de segundo y tercer grado, con quienes nos trasladamos a las antiguas aulas del centro educativo. Con los padres de familia ambientamos el aula, emocionados porque según la información recogida, querían un profesor para que enseñe a sus hijos e hijas. A pocos días logré la confianza de todos los alumnos; por las tardes con los campesinos hacíamos deporte ulteriormente a las labores académicas, con ellos compartía la mayor parte de mi tiempo libre, puesto que mis colegas vivían y trabajaban en el centro educativo que recién habían inaugurado, que estaba regularmente alejado. Mi estadía en el lugar me hacía compartir experiencias importantes, aunque alguna veces con incidentes desagradables. Un día cuando cocinaba, por casualidad levanté una piedra para arrojarlo fuera de mi cuarto, salieron seis sapos pequeños que corrieron por diferentes direcciones. Desesperado llamé a un alumno, quien con un plástico los desplazó a la chacra. Una noche lóbrega me llamó la atención ciertos sonidos que se producían cerca a mi cuarto, no perdí tiempo y me dirigí con linterna al lugar, al no encontrar nada en los alrededores del cuarto, fui a un almacén donde se guardaba forraje. -¿Quién está ahí- pregunté Al no escuchar respuesta alguna, enfoqué con la linterna, fue grande mi sorpresa porque se reveló una criatura que se acurrucaba tímidamente. Observé primero su cabeza y luego su cuerpo, mi cuerpo se estremeció de miedo; pero me acordé del niño rana que escribí cuatro años antes; entonces temblaba de alegría, lo que pensé que era mi imaginación estaba junto a mí, podía sentir que su corazón palpitaba aceleradamente. –Soy tu amigo– le dije, entre ansiedad y miedo. Estiré mi mano para saludarle. Después de un momento comprendiendo mis requerimientos me alcanzó su mano helada. Aquel momento indescriptible me hizo dar valor para hablarle y luego invitarle a mi habitación. Allí los dos conversamos utilizando el idioma castellano porque era su segundo idioma; con la confianza que nos tratábamos parecía que desde tiempos atrás nos conocíamos. Describía su mundo; debajo del lago Titicaca, coincidiendo con algunas revelaciones que hicieron escritores y científicos que algo raro sucedía en esa densa masa azul, pero que había quedado en información sin trascendencia. Referente a su instrucción; informaba que el nivel de avance era mayor al nuestro, razón por el cual ellos daban relativa importancia a nuestra cultura, aprovechaban la ciencia y tecnología creada por los humanos para su uso cotidiano y progreso. Como una muestra manifestaba los viajes inter espaciales permanentes; cuando tratamos sobre la formación académica de sus estudiantes, explicaba que era análogo, pero de calidad y eficiencia, tenía conocimiento de la educación de los niños que vivían en la superficie terrestre; el niño rana estudiaba en su civilización el equivalente nivel primaria en nuestro país, la asignatura que desarrollaba en sus estudios era el de investigación, motivo por el cual era su presencia, planteaba en el problema de su proyecto de investigación: ¿Por qué los humanos son seres inacabados, que están siempre en formación, en el planeta tierra? El niño rana se preguntaba: - Si vemos a un ser humano hemos visto a un solo ser humano, en cambio si vemos a una alpaca vemos a todas las alpacas, si vemos a un león vemos a todos los leones, similitud que existe con mi civilización - exclamando dijo: - ¡ Profesor por favor apóyeme en esta investigación¡ De pronto una voz proveniente del patio, me saludó. -¡Profesor, buenas noches, vengo a acompañarlo! Era Martín, un alumno que me acompañaba por las noches, en eso el niño rana apagó la vela y en voz baja me dijo: -No debe darse cuenta que estuvimos conversando, chau… Inmediatamente salió disimuladamente del cuarto pasando por el costado de Martín. –¿Profesor, quién era el que salió?– preguntó cuando estaba ya en el cuarto. - Nadie –respondí, intentando restarle importancia. Los días posteriores del primer encuentro con el niño rana pasaron normalmente, promoviendo que los estudiantes aprendan a aprender, a través de actividades dinámicas, críticas y aplicativas que permitan construir su propio aprendizaje. Un día al terminar la mañana en el “recreo grande” me di cuenta que el niño rana me llamaba desde la orilla del lago, sin perder tiempo me dirigí a su encuentro y me dijo: –Los niños de mi mundo esperan a tus alumnos, ellos saben del plan. En cuanto los traigas me sigues, te llevaré al lugar preparado. Como profesor sabía que mis alumnos no dudarían lo que les propondría, porque sabían que era parte de su enseñanza, así que prestaron atención a las indicaciones que realicé. Convencido que seria una experiencia inolvidable, salí del aula y en el camino cantamos huaynos educativos, describíamos los lugares, ellos participaban con agrado, cuando estuvimos en el lago los niños se quitaron los pantalones, las niñas no tenían dificultades ya que apenas se levantaban sus faldas, atravesamos la apretada vegetación de totora y llacho debido a que por esa parte el nivel del lago no era alto. Guiado a lo lejos por el niño rana, llegamos a una especie de isla, pisando la superficie recorrimos aproximadamente en diez minutos para llegar a nuestro objetivo. El niño rana sin ser visto por mis alumnos ingresó a un recinto, donde se cumpliría nuestro plan. A mis alumnos los detuve para luego indicarles. –Niños, niñas les he traído hasta aquí, porque nos vamos a reunir con niños que se han vestido de ranas, espero que no se asusten, ellos no van a hacernos daño… La puerta abierta nos invitaba a ingresar, allí estaban aproximadamente 13 niños ranas, serenamente nos miraron, inicié con la presentación de cada uno, al inicio mis alumnos tenían temor, paulatinamente iban desprendiéndose, cosa que no sucedía con los niños ranas porque en ningún momento mostraban timidez, tampoco restricción en el uso del idioma castellano, ni en las actividades que les proponía: juegos educativos, elaboración de rimas, desarrollo de las operaciones; sin duda que los niños sub lacustres estaban preparados porque eran las actividades que realicé anteriormente con mis alumnos y que esta vez era como un reforzamiento. Luego prendí mi grabadora, al escuchar la música los niños batracios y los niños humanos empezaron a bailar; era la primera vez que podía ver que cuando la psicología social se llena de emoción es capaz de llegar al delirio. Al igual que los niños, tomé la mano del niño sapo y bailamos como hombre y mujer, cantamos, saltamos, nos reímos, después de dos horas separé a los niños y niñas de acuerdo a su especie dirigiéndome a mis alumnos les dije: –Niños, les he mentido, los niños que parecen ranas, no tienen trajes, su color verde de su piel es natural, se han vestido con el uniforme similar al que ustedes tienen, mi intención fue compartir momentos educativos con seres que viven debajo del lago, discúlpenme por haberles mentido. Se miraron ambas especies, sin miedo ni indiferencia, al inicio preocupados, luego alegres. Cuando les pedí que se abrazaran lo hicieron gustosamente, era la despedida porque ya era tarde y deberíamos retornar; pero al darse cuenta que no volverían a verse, los niños de ambas civilizaciones lloraron, yo y mi amigo también vivimos aquel instante; emocionados lloramos junto a los niños, nos dimos un apretón de manos y un abrazo, para volver a la escuela y llegar a la hora de salida. Nuestro plan para apoyarle en su investigación estaba en proceso, porque a pesar que no me informó que la habitación iba a ser preparada, aprecié que en el interior y exterior de la habitación habían equipos sofisticados, camuflados, además había entorno a la morada tres seres verdes que se escondían. Pasaron los días en medio de comentarios de los comuneros de aquel encuentro que no pasaba de ser anecdótico. Mi presencia como profesional en educación para contribuir en la formación de los estudiantes era vigente, lejos de mi familia, pero cerca de los niños con quienes todos los días compartía sus costumbres, del cual aprendía su idioma y su cosmovisión andina donde el sol, la tierra, el lago, los cerros, el viento, los rayos, los animales, las plantas, el agua, etcétera, tienen vida relacionándose unos de otros, enlazados armónicamente con el ser humano; ninguno de ellos podía sobrar ni faltar, de lo contrario se generaría un desorden. Una tarde luego de mis labores, percibí a lo lejos a mi amigo verde, fue tanta mi emoción que sin perder tiempo fui a su encuentro, nos abrazamos y conversamos, me invitó a conocer parte de su mundo, entonces nos embarcamos en el bote, para luego alejarnos. Apartados de la comunidad observando que nadie nos observe me puse el buzo, descendimos por esa densa masa, cuando se perdía la visión por efectos de la oscuridad, podía ver abajo una capa luminosa que cubría el mundo de mi amigo, al acercarnos más, vi que peces del mar estaban dentro de jaulas, algunas variedades de plantas crecían hacia abajo, sujetadas sus raíces en la capa transparente. Al recorrer nadando vi casas y edificios, naves y construcciones parecidas a las que son proyectadas nuestras ciudades dentro de 200 años. Cuando quise adherirme por una especie de acceso, por donde no ingresaba agua, mi amigo me advirtió. -No debes de ingresar, de lo contrario en segundos serías exterminado, varias personas quisieron hacerlo pero murieron, sus cuerpos jamás fueron devueltos a la superficie del lago… La conversación fue rápida que en su nerviosismo me invitó a subir a la superficie del lago, porque según él, quedaba poco oxígeno. Al comprender que en ese submundo había defensas automáticas, retorné satisfecho de haber conocido una parte del sistema que nosotros los humanos desconocemos. El encuentro con el niño rana era muy frecuente, incluso nos cocinábamos por las noches, él traía pescados frescos, mientras yo ponía arroz, papa y el resto. Un día quise corresponder a la amabilidad que tuvo mi amigo en llevarme a su mundo; me presté una moto y lo vestí camuflando su identidad, informándole que en la ciudad mi familia nos esperaba para darnos atención. Emocionados nos dirigimos a toda velocidad, pero cuando llegamos al puesto de control, dos policías me pidieron documentos, como yo no tenía licencia de conducir motos lineales, me puse frenético y cuando no había forma de engañarles, decidí escapar por el mismo lugar por donde vine. La policía nos persiguió en un auto haciendo disparos al aire. Mi amigo, sujetándose de mi cintura temblaba y lloraba. Cuando tomé un camino de herradura, los policías no pudieron continuar en su persecución. Llegamos nuevamente a mi vivienda, al notar que mi amigo se encontraba angustiado, preferí no hablarle. Al ingresar a mi cuarto percibí su enojo y exasperacion, entonces intenté hacerle comprender que el incidente era pasajero, mis intentos para que se sienta de agrado, fueron inútiles, habría pasado una hora, quizas él tranquilo después de tomar el mate que le gustaba se despidió inadvertidamente: –Me voy amigo, ya volveré… Aquel día me quedé triste por no haberle llevado a mi casa, para que conociera a mi esposa y a mi hijo e hija, lamentando que mi familia tampoco logró conocer a mi amigo. A pasado mucho tiempo desde aquella noche y no nos hemos vuelto a ver, en mis noches lo extraño, quisiera irlo a buscar pero no me decido, quizás otro día de nuevo nos encontraremos y podamos compartir nuestra amistad, a pesar que somos diferentes en especies y en edades, considero que la información que le ofrecí le haya servido para que concluya en su investigación y después los haya sustentado; mientras tanto continuaré dispuesto a apoyarlo en sus proyectos y en futuro lograr una interacción entre nuestra civilización terrestre y la civilización intra lago. Es recreo, puedo ver a los estudiantes campesinos disfrutar de la vida, y aun cuando no tienen juguetes sofisticados, fluyen sus extraordinarias imaginaciones, con las piedras, el pasto, el agua, la tierra, el ichu, convirtiéndolos en trebejos, alguna vez lograremos saber como juegan los niños de la civilización del niño rana, entonces mis alumnos serán los que puedan compartir sus extraños juguetes por vivir cerca al lago Titikaka. Walter Inga Flores
Posted on: Mon, 30 Sep 2013 04:00:14 +0000

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