EVANGELIO DEL DIA "¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes - TopicsExpress



          

EVANGELIO DEL DIA "¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna." Jn 6, 68 miércoles 25 Septiembre 2013 Miércoles de la vigésima qunita semana del tiempo ordinario Santo(s) del día : San Cleofás Ver el comentario abajo, o clic en el título San Francisco Javier : “Proclamar el reino de Dios” Libro de Esdras 9,5-9. Entonces me levanté, y con la túnica y el manto desgarrados, caí de rodillas, extendí las manos hacia el Señor, mi Dios, y dije: "Dios mío, estoy tan avergonzado y confundido que no me atrevo a levantar mi rostro hacia ti. Porque nuestras iniquidades se han multiplicado hasta cubrirnos por completo, y nuestra culpa ha subido hasta el cielo. Desde los días de nuestros padres hasta hoy, nos hemos hecho muy culpables, y a causa de nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes, fuimos entregados a los reyes extranjeros, a la espada, al cautiverio, al saqueo y a la vergüenza, como nos sucede en el día de hoy. Pero ahora, hace muy poco tiempo, el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido la gracia de dejarnos un resto de sobrevivientes y de darnos un refugio en su Lugar santo. Así nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud. Porque nosotros estamos sometidos; pero nuestro Dios no nos ha abandonado en medio de la servidumbre. El nos obtuvo el favor de los reyes de Persia, para animarnos a levantar la Casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y para darnos una muralla en Judá y en Jerusalén. Libro de Tobías 13,2.3-4a.4bcd.5.8. Una vez corrige y otra, perdona. Hace bajar a la morada de los muertos y hace subir de allí, nadie puede escaparse de su mano. Hijos de Israel, celébrenlo en medio de las naciones donde los dispersó, y muéstrenles todo su poder. ¡Canten su grandeza ante todos los vivos! ¡El es nuestro Señor y nuestro Dios, nuestro padre por los siglos de los siglos! Si nos corrige por nuestros pecados, tendrá también compasión de nosotros. Nos reunirá de entre todas las naciones entre las cuales nos había dispersado. Quiero celebrarlo en esta tierra de exilio, contar al pueblo pecador su fuerza y su grandeza. Arrepiéntanse pecadores, hagan el bien delante de él: a lo mejor los mirará con bondad. Evangelio según San Lucas 9,1-6. Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes. Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. Leer el comentario del Evangelio por : San Francisco Javier (1506-1552), jesuita, misionero Cartas 4 y 5 a San Ignacio de Loyola (trad. cfr breviaro 03/12) “Proclamar el reino de Dios” Desde que he llegado aquí, no me he dado momento de reposo: me he dedicado a recorrer las aldeas, a bautizar a los niños que no habían recibido aún este sacramento… Los niños no me dejaban recitar el Oficio divino ni comer ni descansar, hasta que les enseñaba alguna oración; entonces comencé a darme cuenta de que de ellos es el reino de los cielos (Mc 10,14). Por tanto, como no podía cristianamente negarme a tan piadosos deseos, comenzando por la profesión de fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, les enseñaba el Símbolo de los apóstoles y las oraciones del Padrenuestro y el Avemaría. Advertí en ellos gran disposición, de tal manera que, si hubiera quien los instruyese en la doctrina cristiana, sin duda llegarían a ser unos excelentes cristianos. Muchos, en estos lugares, no son cristianos, simplemente porque no hay quien los haga tales. Muchas veces me vienen ganas de recorrer las universidades de Europa, principalmente la de París, y de ponerme a gritar por doquiera, como quien ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen más ciencia que caridad, con estas palabras: «¡Ay, cuántas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo y se precipitan en el infierno!» ¡Ojalá pusieran en este asunto el mismo interés que ponen en sus estudios! Con ello podrían dar cuenta a Dios de su ciencia y de los talentos que les han confiado. Muchos de ellos, movidos por estas consideraciones y por la meditación de las cosas divinas, se ejercitarían en escuchar la voz divina que habla en ellos y, dejando de lado sus ambiciones y negocios humanos, se dedicarían por entero a la voluntad y al arbitrio de Dios, diciendo de corazón: «Señor, aquí me tienes; ¿qué quieres que haga? (Hch 9,10; 22,10) Envíame donde tú quieras, aunque sea hasta la India.»
Posted on: Wed, 25 Sep 2013 13:06:47 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015