El Espíritu Santo reveló proféticamente a la Virgen María que ella sería alabada por todas las generaciones a través de los siglos, pero ella no se atribuyó a sí misma el mérito de ese coro de alabanzas, sino que glorificó al Señor, es decir, dio a Dios la alabanza y la gloria que los hombres le habrían de tributar a ella con el correr del tiempo. Tú también puedes sumarte a ese coro de alabanzas y cantar su gloria con entusiasmo y devoción. Nuestra Señora del Magnificat, nos unimos a tus sentimientos y recitamos contigo: Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora (Lc 1, 46-48). (Los cinco minutos de María, Alfonso Milagro)
Posted on: Tue, 22 Oct 2013 10:11:43 +0000