El Profeta Ibrahim (‘alaihis-salam) Jutbah del viernes - TopicsExpress



          

El Profeta Ibrahim (‘alaihis-salam) Jutbah del viernes Viernes 4 de Octubre de 2013 Ÿumu‘ah, 28 de Dhul-Qa’dah de 1434 En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos guiado al Camino Recto, habernos honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Que Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, aquel que transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por orden de Su Señor. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros. Hermanos y hermanas, la Jutbah de hoy trata acerca del Profeta Ibrahim (‘alaihis-salam): Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “Y cuando tu Señor puso a prueba a Ibrahim con palabras que éste cumplió, le dijo: Voy a hacer de ti un dirigente y un ejemplo para los hombres. Dijo: ¿Y lo harás también con mis descendientes? Dijo: Mi pacto no alcanza a los injustos” (Sûrah Al-Baqarah [2], âyah 123); y dice también: “¿Y quién, sino aquel que se rebaja a sí mismo, puede rechazar la religión de Ibrahim? Lo escogimos en esta vida, y en la Última, estará entre los justos” (Sûrah Al-Baqarah [2], âyah 130). Tomando en cuenta que estamos pasando por los Meses del Haÿÿ, y que la peregrinación y sus ritos tienen directa relación y conexión con el Profeta Ibrahim (‘alaihis-salam), Jalilullâh –El Amigo de Allâh–, se hace apropiado aprender sobre su vida y conocerlas pruebas que él y su familia debieron enfrentar en el camino de Allâh. Ha sido transmitido por Ibn Kathîr (rahmatullâhi ‘alaihi) que Ibrahim (‘alaihis-salam) nació en la tierra de Babul (Babilonia). Al momento de su nacimiento su padre había pasado ya los 75 años. El nombre de su padre era Azar, como se menciona en el Qurân: “Cuando Ibrahim dijo a su padre Azar: ¿Tomas a unos ídolos por divinidades? En verdad que te veo a ti y a los tuyos en un claro extravío” (Sûrah Al An‘âm [6], âyah 74). Ibrahim (‘alaihis-salam) nació durante la era del tirano rey Namrûd. En aquella época la gente adoraba ídolos, el sol, la luna, etc. Debido a la ignorancia de la gente, Namrûd proclamaba ser su dios, y ordenó que lo adoraran a él, y así lo hicieron. En este ambiente tan sucio y contaminado se crio Ibrahim (‘alaihis-salam). Él vivía en un hogar donde su propio padre no sólo adoraba ídolos, sino que también los fabricaba y vendía. Así, creció en una familia de entre la gente que adoraba ídolos. Sin embargo estaba convencido de que había solo un Dios quien no tenía socios ni copartícipes, y desde muy corta edad desechó los ídolos que su gente adoraba, pues estaba convencido que no podían beneficiarlos ni causarles ningún daño. Cuando creció, se casó con una mujer llamada Sarah. Pero ella no podía tener hijos. El tiempo pasó y Allâh escogió a Ibrahim (‘alaihis-salam) para que fuese Su mensajero, y él comenzó a cumplir con su responsabilidad, tolerando todo tipo de pruebas y tribulaciones, manteniéndose firme como una montaña ante las dificultades. Cuando comprendió que su gente no estaba preparada para aceptar el mensaje, emigró y en su hiÿrah plantó la semilla del Îmân en cada tierra en la que puso un pie. Fue considerado como el padre de los mensajeros. Al respecto señala Allâh en el Qurân: “Los siervos del Misericordioso son aquéllos que caminan por la tierra humildemente y que cuando los ignorantes les dirigen la palabra, dicen: Paz” (Sûrah Al-Furqân [25], âyah 63). El ambiente en el que vivía estaba dominado por la adoración a ídolos. Por esa razón Ibrahim (‘alaihis-salam) estaba determinado a mostrar a su gente el camino correcto, como Allâh también menciona en el Qurân: “Es verdad que anteriormente le dimos a Ibrahim la dirección correcta para él; y tuvimos conocimiento suyo cuando le dijo a su padre y a su gente: ¿Qué son estas estatuas a las que dedicáis vuestra adoración? Dijeron: Encontramos a nuestros padres adorándolas. Dijo: Realmente vosotros y vuestros padres estáis en un evidente extravío. Dijeron: ¿Nos traes la verdad o eres de los que juegan? Dijo: Muy al contrario. Vuestro Señor es el Señor de los cielos y de la tierra, Quien los creó. Y yo soy uno de los que dan testimonio de ello.” (Sûrah Al-Anbiâ [21], âyât 51 a 56). Cuando preguntó a la gente porqué adoraban ídolos, respondieron que los hacían porque era la costumbre de sus ancestros, así que los siguieron. Entonces, Ibrahim (‘alaihis-salam) decidió librarlos de la adoración de ídolos y de creencias contaminadas. Allâh dice: “Dijo: ¿Habéis visto lo que adoráis vosotros y vuestros padres antiguos? Ellos son mis enemigos, al contrario del Señor de los mundos. Que me creó y me guía. Que me alimenta y me da de beber y que, cuando estoy enfermo, me cura. Y el que me hará morir y luego me devolverá a la vida. Y de Quien espero con anhelo que me perdone las faltas el Día de la Rendición de cuentas. ¡Señor mío! Dame juicio y tenme entre los justos” (Sûrah Ash-Shua‘arâ [26], âyât 75 a 82). Este fue el Îmân de Ibrahim (‘alaihis-salam), su fe estaba enraizada en lo más profundo de su corazón. Poseía tal Îmân que removió de él todo tipo de penas y angustias y lo bendijo con una inexplicable tranquilidad y éxito. Debido a que Ibrahim (‘alaihis-salam) vivió en un hogar donde se fabricaban ídolos, sintió que su primera responsabilidad era invitar a su padre a la Unicidad de Allâh y salvarlo de la condena eterna. Pero veamos cómo se aproximó a su padre para invitarlo hacia la Unicidad y Grandeza de Allâh. Él no fue rudo, tampoco fue irrespetuoso ni duro cuando le habló a su padre, más bien se le aproximó con amor y con respeto. Utilizo la lógica para explicarle la inutilidad de los ídolos. Allâh dice: “Y recuerda en el Libro a Ibrahim, él fue realmente sincero y profeta. Cuando dijo a su padre: ¡Padre mío! ¿Por qué adoras lo que ni oye ni ve ni te sirve de nada? ¡Padre! Me ha llegado un conocimiento que no te ha llegado a ti, sígueme y te guiaré por un camino llano. ¡Padre! No adores al Shaitân, pues ciertamente el Shaitân es rebelde con el Misericordioso. ¡Padre! Temo de verdad que te llegue un castigo del Misericordioso y seas de los que acompañen al Shaitân. Dijo: ¿Acaso desprecias a mis dioses, Ibrahim? Si no dejas de hacerlo te lapidaré; aléjate de mí durante mucho tiempo. Dijo: Paz contigo, pediré perdón por ti a mi Señor, es cierto que Él es Complaciente conmigo. Me alejaré de vosotros y de lo que adoráis fuera de Allâh e invocaré a mi Señor, tal vez no quede decepcionado en mi súplica de Él” (Sûrah Mariam [19], âyât 41 a 48). De esta forma Ibrahim (‘alaihis-salam) trató de persuadir a su padre a aceptar el mensaje. Es un hecho conocido que muchos padres no están preparados para aceptar el consejo de sus hijos, pues sienten que están por debajo de su dignidad. Y este fue el caso del padre de Ibrahim (‘alaihis-salam). Esto es un error, los padres no deberían pensar así, pues a veces un padre puede ser piadoso y el hijo no, o viceversa. En ese caso el padre estará viviendo en la oscuridad de la ignorancia, como fue el caso del Profeta Ibrahim (‘alaihis-salam) y su padre. En el dialogo que se desarrolló entre ellos, encontramos que Ibrahim no degrado ni se vanaglorio mientras hablaba con su padre, si no que utilizo buenas palabras. Aun así fue apartado de la casa de sus padres. De esta manera Ibrahim (‘alaihis-salam) fue expulsado de la casa de su padre, porque él no estaba ansioso de obtener la Guía de Allâh. Aun así, Ibrahim no enfrentó a su padre, ni fue irrespetuoso, respondió diciendo salâm ‘alaik, como Allâh dice: “Dijo: Paz contigo, pediré perdón por ti a mi Señor, es cierto que Él es Complaciente conmigo” (Sûrah Mariam [19]), âyah 47). En otras palabras lo que él trató de decirle a su padre, es: no se preocupe, si usted no acepta mi mensaje y me hecha, no le haré daño, sino que voy a pedir a Allâh por su perdón, a pesar de que usted le desobedece. Ibrahim (‘alaihis-salam) los dejó, aunque siguió haciendo du‘â por ellos, pero una vez que supo que su padre seguiría siendo un incrédulo, dejó el du‘â y comenzó a hacer istigfâr por su padre. Allâh dice: “Y la petición de perdón que Ibrahim hizo en favor de su padre fue sólo por una promesa que le había hecho. Pero cuando vio con claridad que era un enemigo de Allâh, se apartó de él. Verdaderamente Ibrahim era suplicante y paciente” (Sûrah At-Taubah [9], âyah 114). Cuando salió de su casa, empezó el fikr, es decir la preocupación, en cuanto a cómo puede la gente reconocer a Allâh como su Único Creador, Proveedor y Sustentador. Un día que su pueblo tenía un día de fiesta, le invitaron a unirse a ellos, pero el Profeta Ibrahim (‘alaihis-salam) se negó diciendo que no se sentía bien. Pero en lugar de eso, aprovechó esta oportunidad, y cuando ya no había nadie presente donde mantenían sus ídolos, él entró y encontró algunos alimentos y otras cosas y las puso delante de los ídolos. Les preguntó por qué no comen o beben, pero por supuesto no había respuesta. Les pidió que respondieran cuando les hablaba, y por supuesto tampoco hubo respuesta. Entonces tomó su hacha y comenzó a romper los ídolos uno por uno. Los destruyó todos, pero dejó el más grande y puso su hacha alrededor del cuello del ídolo y se fue. Dice Allâh: “Entonces los hizo pedazos con la excepción de uno grande que tenían, para que así pudieran volver su atención hacia él. Dijeron: ¿Quién ha hecho esto con nuestros dioses? Ciertamente es un injusto. Dijeron: Hemos oído a un joven referirse a ellos, le llaman Ibrahim. Dijeron: Traedlo a la vista de todos, quizás pueda atestiguar. Dijeron: ¿Eres tú el que has hecho esto con nuestros dioses, Ibrahim? Dijo: No; ha sido éste, el mayor de ellos. Preguntadle, si es que puede hablar. Volvieron sobre sí mismos y se dijeron entre sí: En verdad sois injustos” (Sûrah Al-Anbiâ [21], âyât 57 a 63). Después de que el pueblo volvió a celebrar su fiesta, descubrieron lo que había sucedido a sus ídolos. Estaban perplejos y comenzaron a investigar el asunto. Algunos dijeron: “Hemos escuchado a un niño hablar mal sobre nuestros ídolos, su nombre es Ibrahim. Él siempre se burla de nuestros ídolos, tal vez fue él quien hizo esto a nuestros ídolos”. Fue convocado y llevado adelante para ser preguntado respecto a lo que había ocurrido con los ídolos. Ibrahim (‘alaihis-salam) respondió diciendo: “Ha sido éste, el mayor de ellos. Preguntadle, si es que puede hablar. Quedaron mudos sabiendo que los ídolos no podían hablar, entonces sintieron mucha vergüenza. Allâh dice: “Luego, recayendo en su estado anterior, dijeron: ¡Sabes perfectamente que éstos no hablan! Dijo: ¿Es que adoráis fuera de Allâh lo que ni os beneficia ni os perjudica en nada?” (Sûrah Al-Anbiâ [21], âyât 65 y 66). Mientras estas discusiones estaban en curso, el rey llegó a conocer sobre el asunto. En esa época los reyes de Irak solían ser conocido como Namrûd. No sólo era el rey que se llamó el Rabb (Sostenedor) y dueño de la gente y también lo consideraban como un dios. Ellos lo adoraban como adoraban a los ídolos de otros. De hecho le concedían mucho más respeto porque tenía inteligencia y estaba en el trono. Cuando este Namrûd fue informado de la situación, él se enfureció. Se dio cuenta de que si Ibrahim (‘alaihis-salam) seguía propagando su fe, tendría a todos los súbditos rebelándose contra su divinidad y la autoridad. Junto con la desaparición de la religión de los antepasados, que podría poner fin a su reino. Por lo tanto, era esencial resolver el asunto desde el principio. Mientras meditaba sobre ello, emitió la orden de que Ibrahim (‘alaihis-salam) compareciera ante él. Cuando fue llevado a la corte real, Namrûd le preguntó por qué se oponía a la religión de los antepasados y por qué no lo aceptaba (a Namrûd) como un dios. Ibrahim (‘alaihis-salam) respondió que él era el adorador de un Dios Omnipotente y que no podía atribuirle socios a su Dios. El universo entero fue Su creación y Él fue el Creador y Dueño de todo. Le dijo a Namrûd que él (Namrûd) era un ser humano corriente como todos los demás ¿Cómo podía entonces ser un dios? ¿Cómo pueden estos ídolos de madera, sordos y mudos ser dios? Ibrahim (‘alaihis-salam) reiteró que él estaba en el camino correcto y los demás fueron por mal camino. ¿Cómo podría entonces rechazar la propagación de la verdad y aceptar la religión hecha por el hombre y sus predecesores? Namrûd preguntó a Ibrahim (‘alaihis-salam) si había un dios fuera de él, debe describir algún poder suyo que él (Namrûd) no tenía. Ibrahim (‘alaihis-salam) respondió: “Mi Señor es el que controla la vida y la muerte”. Namrûd dijo que él también tenía el control sobre la vida y la muerte. Inmediatamente ordenó que una persona inocente sea asesinada por el verdugo real. Luego liberó a un preso que estaba condenado a muerte. Se dirigió a Ibrahim (‘alaihis-salam) y dijo: “¿Viste cómo puedo dar la vida y la muerte?”. Ibrahim (‘alaihis-salam) se dio cuenta de que Namrûd o bien no entiende la realidad de la vida y la muerte o que estaba tratando de engañar a su pueblo. Dar la vida no significa un ahorro de la muerte, sino que significa llevar a algo no existente a la existencia. Del mismo modo, para matar a alguien no implica la concesión de la muerte. La concesión de la muerte significa eliminar el alma de un ser y tener el control de esa alma. Ibrahim (‘alaihis-salam) se dio cuenta también de que era inútil discutir este punto, siempre Namrûd tendría éxito en engañar a la gente. El objetivo de Ibrahim en este punto era explicar la Unidad y el Poder de Allâh. Por lo tanto, optó por otra forma de explicar. Se presentó como una prueba que una persona puede observar a diario. No había necesidad de pruebas lógicas para arribar a una conclusión. Ibrahim (‘alaihis-salam) dijo: “Ciertamente Allâh trae el sol desde el este. ¡Tráelo tú desde el oeste!” Namrûd se quedó estupefacto. No tenía ninguna respuesta a este desafío. Allâh dice: “¿No has visto a aquel que, porque Allâh le había dado soberanía, desafió a Ibrahim discutiéndole a su Señor? Dijo Ibrahim: Mi Señor da la vida y da la muerte. Dijo él: Yo doy la vida y doy la muerte. Dijo Ibrahim: Allâh trae el sol desde el oriente, tráelo tú desde occidente. Y quedó confundido el que se negaba a creer. Allâh no guía a los que son injustos” (Sûrah Al-Baqarah [2], âyah 257). Comenzó su primera misión con su padre, a quien invitó al Islam, proclamó el mensaje de la verdad y le mostró el camino. A continuación, extendió la invitación a la gente, y presentó sus argumentos basados en principios naturales y motivado para hacer que aceptaran la la verdad. Esta invitación la hizo con ternura, dulzura de tono, pero con la firmeza y la claridad de lógica. Finalmente se encontró cara a cara con el rey. Cuando se dieron cuenta que no podían hacer frente a Ibrahim con sus pruebas, se decidió utilizar el poder. Decidieron deshacerse de él, matándolo. Allâh dice: “Dijeron: Quemadlo y ayudad así a vuestros dioses, si sois capaces de actuar” (Sûrah Al-Anbiâ [21], âyah 68). Por lo que se acordó por unanimidad quemarlo. No era un fuego ordinario, porque se construyó una estructura y le pusieron una gran cantidad de fuego. Allâh dice: “Dijeron: Haced una construcción a propósito para él, para arrojadlo a las llamas” (Sûrah As-Saf-fât [37], âyah 97). Los ‘ulamâ dicen que la gente recolectaron leña por más de un mes, entonces se encendió la hoguera. Era tan intenso el fuego que ni siquiera un pájaro podía volar por encima de ella. Cuando llegó el momento de poner a Ibrahim (‘alaihis-salam) en ella, no podían siquiera acercase al fuego debido al intenso calor, por lo que se reunieron para determinar la forma en que Ibrahim (‘alaihis-salam) debía ser lanzado al fuego. Shaitân, en forma humana, habló de hacer una catapulta para arrojar a Ibrahim (‘alaihis-salam) al fuego, así que decidieron optar por esta opinión. La catapulta se utilizó y lanzaron a Ibrahim (‘alaihis-salam) en el fuego. En este difícil momento, la atención del corazón de Ibrahim no se movió de la contemplación de su Señor. Había tawâkkul, entrega y confianza total en Allâh y en Su ayuda. No puso su confianza en nada de la creación, ni siquiera en los ángeles que vinieron en su ayuda. Dijo: “Mi Señor conoce mi condición, Él me ayudará”. Mientras estaba siendo arrojado en el fuego, sus últimas palabras fueron: “Hasbiallâhu wa ni’mal wakil” (Allâh me basta, y Él es el Mejor Protector). Nuestro Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) también pronunció estas palabras cuando la gente dijo: “Aquéllos a los que dijo la gente: Los hombres se han reunido contra vosotros, tenedles miedo. Pero esto no hizo sino darles más fe y dijeron: ¡Allâh es suficiente para nosotros, qué excelente Guardián! Y regresaron con una gracia de Allâh y favor, ningún mal les había tocado. Siguieron lo que complace a Allâh y Allâh es Dueño de un favor inmenso” (Sûrah Ali ‘Imrân [3], âyât 173 y 174) Los ‘Ulamâ han escrito que se trata de palabras tan poderosas, que quien está en en una situación de angustia y las recita con sinceridad y yaqîn (certeza), definitivamente verá y experimentará la nusrah (apoyo, auxilio) y la ayuda de Allâh. Cuando Allâh vio que Ibrahim (‘alaihis-salam) había centrado su corazón por completo en Él, ordenó directamente al fuego con las siguientes palabras: “Dijimos: Fuego, sé frío e inofensivo para Ibrahim” (Sûrah Al-Anbiâ [21], âyah 69). La cualidad del fuego, que es quemar, fue sacada de él por Allâh. Después de todo, el Creador de todas las cosas y de las condiciones es Allâh. Allâh dice: “Realmente cuando quiere algo Su orden no es sino decirle: Sé, y es” (Sûrah Yasîn [36], âyah 82). Ibrahim (‘alaihis-salam) salió del fuego completamente sano y salvo, las cuerdas que se utilizaban para atarlo se quemaron, pero no se quemó ni un pelo de su cuerpo. Pero la gente no prestó atención a estos hechos, sino que se dirigieron a su propia destrucción. Allâh dice: “Pretendieron con ello hacer una trampa, pero ellos fueron los que más perdieron” (Sûrah Al-Anbiâ [21], âyah 70). Se dice que Ibrahim (‘alaihis-salam) se quedó en el fuego por 40 a 50 días y dijo: “Fueron los mejores días de mi vida”. Mientras que Ibrahim estaba en el fuego, todos los animales e insectos hicieron algunos esfuerzos para extinguir el fuego, pero había un animal que ayudó a la gente a avivar la intensidad del fuego, se trataba de un camaleón. Después de este incidente Allâh ordenó a Ibrahim (‘alaihis-salam) hacer hiÿrah (emigración) junto con los creyentes a la tierra bendita. Dice Allâh: “Y a él y a Lut los pusimos a salvo en la tierra que habíamos hecho bendita para todos los mundos” (Sûrah Al-Anbiâ [21], âyah 71). Que Allâh nos dé el taufiq para inculcar en nuestras vidas la realidad del Imân y las buenas acciones. Amîn. Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh
Posted on: Sat, 05 Oct 2013 02:14:48 +0000

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