"El Puente" Caída la noche, regresamos al puente donde comenzó la historia de nuestras vidas. Después de tanto tiempo, ahí estábamos los dos, aún mirando en direcciones opuestas. La noche volvía las calles inseguras, pero la ciudad seguía con vida. Había mucho que decir, sin embargo, las palabras eran insuficientes; el silencio hablaba por nosotros. Miré al horizonte al mismo tiempo que ella balbuceaba, me recargué en uno de los pilares de aquel viejo puente y continué presenciando la película de mi vida. Desde las alturas podía ver la ciudad, podía ver mi presente y también podía ver mi pasado, pero no podía ver mi futuro. "Nunca fui para ti" dijo ella casi al final, y fue ahí cuando comprendí que la vida se compone de ciclos, ciclos cortos o prolongados, pero que tarde o temprano terminan. Como la primera vez que bailamos juntos, esa noche no conseguí dormir bien por estar pensando en ella. Mi cabeza reproducía una y otra vez los momentos de aquel último encuentro; el reloj marcaba las 3:26, así que me rendí, salí de la cama, bajé a la cocina a prepararme una taza de café; regresé a mi habitación, encendí un cigarrillo y comencé a escribir durante el resto de la madrugada. La ausencia de sueño, el amargo sabor de la incertidumbre, el caudal de inspiración que quema, esa inspiración que avanza calcinando todo lo que encuentra a su paso —síntoma inequívoco de un sufrimiento genuino—, anunciaban con bombo y platillo el calvario de mis noches futuras. Juan F. Coronado
Posted on: Sun, 14 Jul 2013 04:52:33 +0000
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