El Quiosquero Antonio Gracia Polo fue uno de los más conocidos - TopicsExpress



          

El Quiosquero Antonio Gracia Polo fue uno de los más conocidos quiosquero de prensa de la ciudad. Proveniente de una familia donde la mayoría de sus hermanos ejercían este oficio desde que su padre Andrés montara un quisco en la plaza de las Tendillas allá por los el año 1910. La prensa en Córdoba siempre tuvo mucha aceptación prueba de ello recordaba Antonio Gracia como en su infancia se vendían los periódicos a “Perra Gorda” cuyas cabeceras eran: “La Correspondencia de España”; “La Época”, “El, Imparcial”, “Acción”. Este profesional de la venta de periódicos conocía perfectamente su cometido, sabía tratar al público con compostura, siendo agradable y simpático a cuanto aquello les preguntaran los clientes. Su contacto diario con la prensa escrita le permito escribir algunos artículos de tipo social en el periódico local, “El defensor del Córdoba”. También “Jornada” realizó algún que otro reportaje taurino. No terminaba su actividad en estos menesteres, sino que llevaba con sus hermanos los “ambigús” tanto en teatros como cines cordobeses, ya que era tradición familiar este menester desde aquel famoso “Salón Ramírez”. Ello le ha permitido ver espectáculos de todo género. En su largar vida como quiosquero – más de cuarenta y cinco años- vivió infinidad de anécdotas; se relatan algunas de ellas. Me llegó una señorita pidiendo “La Actualidad “Española”, se la serví y me dijo que esa no era, que la que quería había sido censurada retirándola de la venta, yo le contesté: Señorita ¡Por Dios!, como voy yo a tener una revista proscrita. La verdad que no estaba el “horno para bollos”, te cogían vendiendo algo así y te suponía la ruina para toda la vida. En otra ocasión se presentó un cliente preguntado si tenía un periódico con la lista de lotería fotografiada. Le dije que tenía dos, el “ABC” y el “Ya”. Me respondió: “Deme los dos por si está alguna equivocada…" En otro momento llegó una señora muy educada preguntando por un figurín que tuviese modelos de abrigo. Se lo facileté, y mientras atendía a otros clientes ella seguía pegada al figurín. La requerí: ¿Va usted a llevárselo?, la respuesta fue contundente: “No ya lo tengo copiado en mi mente, y me ha ahorrado con su amabilidad cien pesetas”. Me quedé sin saber que responder, pues fue todo amabilidad. Había gente con mucha cara. Me llegó un tipo y me preguntó por un libro de lo di y comenzó a leerlo. Era sobre la diez de la noche hacía mucho frío y estaba deseando cerrar. Pero él continuaba y continuaba leyendo, tanto que la última función de los cines había terminado. Mi paciencia se exaspero y le dije: ¿Se va a llevar por fin el libro? A lo que me contesto: “Espere un momento, sólo me quedan dos páginas para terminarlo”. Como decía el Guerra. “Hay gente pa to”… Pasaron por sus manos miles de periódicos, revistas, figurines, tebeos, pasatiempos y cuentos, vendiéndolos con la misma ilusión que cuando era jovencito; brindado en cada momento las noticias más importantes, como la muerte de los toreros Joselito, Manolete o del presidente Kennedy, y sucesos tan sonados como el descarrilamiento de Los Pradillos o el Crimen del Expreso de Andalucía…
Posted on: Fri, 19 Jul 2013 17:22:27 +0000

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