El cambio de paradigmas económicos En un mundo en el que el - TopicsExpress



          

El cambio de paradigmas económicos En un mundo en el que el dinero se ha convertido en el valor central de la existencia, no debieran sorprendernos las consecuencias de semejante negación del sentido de la vida humana. No puede sorprendernos la creciente inequidad en la distribución de la riqueza, ya que se trata de una competencia individualista en la que necesariamente debe haber ganadores y perdedores. No pueden sorprendernos las sucesivas crisis financieras y su correlato de recesión, en un sistema que solo puede sostenerse mediante el endeudamiento creciente. No pueden sorprendernos las guerras por los recursos naturales escasos, en un mundo depredado por el consumismo de los más beneficiados. No puede sorprendernos la violencia social, cuando cada vez más gente se siente marginada y fracasada, al contrastarse con ese mundo paradisíaco ofrecido por la publicidad consumista. Y no puede sorprendernos el nihilismo, la locura y el suicidio, cuando se ha perdido el sentido de la existencia, al pretender cambiarlo por el exitismo materialista. Desde luego que existen procedimientos para transformar a este sistema económico inhumano, mejorando la distribución del ingreso, disciplinando al sistema financiero, avanzando hacia un desarrollo sustentable que permita una vida digna a cada ser humano, sin devastar el planeta. Pero sería ingenuo pretender una espontánea aplicación de tales procedimientos, sin antes impulsar un genuino cambio de paradigmas en la concepción de la economía, y que se fundamentan en un profundo cambio de valores culturales. Hay quienes creen que, por el solo hecho de que las crisis económicas afectan a mucha gente, habrá entonces mayorías convencidas de cambiar al sistema económico. Y eso no es así, porque el individualismo ha calado hondo, y el hecho de que ante una crisis generalizada muchas individualidades converjan en una protesta, no significa que se haya trascendido el individualismo, y por eso no es tan sencillo pasar a otras instancias organizativas que realmente puedan reemplazar al sistema. De modo que la propuesta de una transformación en el sistema económico, no puede plantearse solamente en términos de factibilidad técnica, ni en términos de conveniencias mayoritarias. Debe ser planteada desde una mística social que tenga como bandera la ética de la coherencia, que en lo económico significa anteponer la resolución de las necesidades básicas de todos los habitantes del mundo, antes de cualquier otro interés sectorial o individual. Sabemos que hoy se está en condiciones de resolver las necesidades básicas de todo el mundo. Sobran los ejemplos de lo que se podría hacer con los recursos que hoy se destinan al armamentismo, a la especulación financiera, a la producción de bienes suntuarios, o al consumismo irracional. Bastaría cambiar la dirección de las mismas fuerzas que ya existen en la economía, para en un plazo no muy largo reconvertir y multiplicar el aparato productivo, con menos armas y más alimentos, menos recursos a la especulación y más a la producción. Pero la dirección de las fuerzas de la economía no cambiará porque le pidamos que desmonten la pirámide a quienes ocupan su cúspide; cambiará cuando buena parte de quienes aún actuamos como ladrillos de esa pirámide, empecemos a quitarle sustento, y eso se logrará cuando dejemos de creer en la pirámide. Y eso significa nuevos valores, nuevos paradigmas, y una mística social que los arraigue en el corazón de los seres humanos. Efectivamente el grado de perversión creciente de la relación entre capital y trabajo es posible gracias a que el individualismo reinante en la población impide las respuestas conjuntas y deja a la gran mayoría inerme frente a la minoría económicamente poderosa. Pero el absurdo es tan grande que está empujando a la toma de conciencia de capas cada vez más grandes de la población. El Partido Humanista en todo el mundo deberá trabajar organizando y dando elementos de análisis a la mayor cantidad de gente posible. Nuestra respuesta, la no-violencia activa, nos indica un primer paso de denuncia al que deberá seguir la no-colaboración con los violentos. Al igual que en su momento deberemos impulsar la no-colaboración con los Estados violentos, también deberemos propugnar la no-colaboración con un capital que maltrata a las poblaciones. En algún momento los trabajadores (y consumidores) deberán asumir proyectos de desarrollo social construidos sin intervención de socios capitalistas (o con aquellos que admitan una relación justa y recíproca). En algún momento la población dejará de reclamar al capital por sus necesidades y decidirá resolverlas como conjunto. No queremos vuestros créditos, ni vuestros puestos de trabajo, ni vuestros productos, ni vuestros servicios. Esto solo será posible cuando la reciprocidad vaya ocupando el lugar del individualismo.
Posted on: Tue, 25 Jun 2013 03:40:29 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015