[...] El frío era mordiente y tener aquel pozo justo detrás le provocaba un intenso desasosiego. No era capaz de concentrarse, no veía el destornillador, ni las entrañas menudas del interruptor, ni cables de colores, solo una profunda oscuridad gélida, vacía... o no... cada dos por tres se descubría echando un vistazo por encima del hombro, cargado de atemorizada desconfianza. Desde aquel momento, frío, oscuridad e insondable hondura, fueron conceptos que invadieron constantemente su mente, alternándose en una ronda macabra: oscuridad, hondura insondable y frío; insondable hondura, frío y oscuridad; oscuridad insondable, hondura y frío; oscuridad fría e insondable hondura, a veces se llevaba las manos crispadas a la cabeza pero era un movimiento desesperado, no podía arrancarse lo que ya estaba en el interior del cerebro, absorbido y asimilado por la materia gris. El pozo escondido se había apoderado de su ser y le concedía treguas exiguas. No podía dejar de pensar en él [...] Fragmento de El pozo escondido. Beatriz T. Sánchez. Crónicas del Miedo
Posted on: Wed, 19 Jun 2013 15:49:37 +0000
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