El hombre malgasta su salud, padece, pierde la consciencia y muere - TopicsExpress



          

El hombre malgasta su salud, padece, pierde la consciencia y muere porque está excesivamente ensimismada, vuelta sobre sus propios intereses… La aflicción viene por el desmedido auto-centralismo y su lógica contraparte de distanciamiento para con el resto de la existencia. La intensidad de nuestro sufrimiento es directamente proporcional a la de nuestro aferramiento propio... El yo localizado es energía petrificada, con muy poca fluidez y mucha tensión. La cualificada energía - información vibrando en algún nivel o frecuencia- imprime en los éteres del espacio las historias que eventualmente tomarán forma en el diario vivir... Cuando la consciencia se encuentra muy apegada sobre sí misma, con apremiante propensión hacia la propia gratificación y desmedidamente rígida en sus concepciones, la constricción se vuelve el parámetro o eje de la vida. Esta constricción inscripta en los diferentes niveles de la consciencia halla estructura o base de sustentación en el lenguaje, el cual atraviesa toda la actividad del hombre (el lenguaje no es únicamente patrimonio del Ser Humano, sino de la Naturaleza entera) Según el actual nivel evolutivo, el lenguaje empleado por la mayoría de las personas es por lo menos dual, volviéndose tanto fuente de entendimiento como de desacuerdo y conflicto... Espontáneamente la sobrestimulación del centro egoico y la cristalización - acumulación- del fluir de la energía, induce al funcionamiento de la Ley de Polaridad y Ritmo, a un movimiento complementario que pugna por la ruptura del punto solidificado y aislado. Gran parte de este proceso es inconsciente, y suele volverse hacia los niveles más superficiales del ego como presión, padecimiento e intensidad, lo cual no en pocas ocasiones conlleva revelaciones masoquistas o autodestructivas (necesidad inconsciente de castigo). Esta propensión a descomprimir el eje sobredimensionado, la tendencia natural a la desorganización, incluso mediante la propia aflicción, (lo cual es una característica inherente de la manifestación, todo tiene una causa: surge y desaparece) podemos vincularla con la pulsión de muerte de la teoría Freudiana, con la predisposición en el aparato psíquico de volver al origen, al momento cero… Según Freud, existe subyacentemente en la sustancia la inclinación- a la que denominó pulsión de muerte- de volver a su estado inicial o inanimado, esotéricamente aunque todo lo que existe es vida expresándose en algún estadio de consciencia, dicho principio sobre el cual se solventa gran parte del psicoanálisis, es entendido como la atracción que ejerce el elemental físico del planeta -que se encuentra en el arco involutivo- sobre los compuestos moleculares y la consecuente propensión a la desintegración de las formas. A modo de acotación esotérico, podemos agregar a lo señalado que la materia- en nuestro sistema terrestres- aún no ha sido redimida, y por lo tanto, es portadora de “enfermedad”; Karma grupal que entre los diferentes reinos de la naturaleza compartimos. Retomando sobre el Padre del psicoanálisis, éste, según ciertas investigaciones sustentadas principalmente en la neurosis de guerra y en la observación del juego infantil, sostiene que la base del aparato psíquico se constituye de una tendencia autodestructiva, de un masoquismo primario que al no ligarse lleva a la compulsión de repetición; movimiento circular característico del Fuego por Fricción de la materia ( tanto de los tres cuerpos inferiores, como de la personalidad como un todo integrado). Freud considera que dicha tendencia originaria es -con motivo de lograr una mayor continuidad a la vida orgánica- reelaborada y circunstancialmente retrasada por el yo, y expulsada por la fuerza de Eros hacia el entorno en forma de agresividad en los vínculos. Por lo comentado, podremos entender que la concepción que efectúa Freud, tanto de la pulsión de muerte como de lo que ocurre a partir de ésta en lo que concierne a un intento por retrasar la vuelta a lo animado, se encuentra solventada esencialmente en una idea materialista del ser humano, es decir, en una noción acotada a la identificación con el cuerpo físico y la psiquis. Noción que se evidenciará en la univoca interpretación de que se es un sujeto separado del resto, y por lo tanto, en la problemática que ello implica. Mientras no se surja una nueva y más holística apreciación de la naturaleza fundamental del hombre, y no se lo reconozca -cuando está en encarnación- como un alma que utiliza ciertos vehículos (karmicamente predispuesto) de manifestación a modo de instrumentos de contacto, y por lo cuales adquiere experiencia en los tres mundos, la constante será el padecimiento inherente a toda sensación de separatividad. En tanto la Luz redentora del Alma (la Conciencia) con su movimiento en espiral ascendente -sublimatorio- no prevalezca (y como raza tenemos el desafío de hacer el esfuerzo requerido para que el paso evolutivo requerido ocurra) la línea de menor resistencia -según lo determina la inercia de su pulso- en el actual estado de desarrollo se dispondrá hacia la disolución, segregación y aniquilamiento. Recordemos que parte fundamental de la tarea ocultista, es contribuir en la transmutación de los de los distintos ambientes kármicos. Tarea que únicamente podrá ejecutarse con propiedad a partir del directo reconocimiento de la propia y real Identidad… Cuando el Logos alcance su Iniciación, y sea un nuestra Tierra un Planeta sagrado, la sustancia física- la trama etérica- será modificada en cuanto a su nivel de sutilización y organización. Es inherente a la Conciencia la dinámica natural de neutralizar la polaridad, equilibrar y armonizar ambigüedades. Todo patrón de conducta puede ser conscientemente redimensionado, a través de la sublimación en el sendero integrador del Espíritu, como la contraparte superior de la fuerza aniquiladora masoquista. La personalidad, por tratarse de un foco ficticio dimensionado dentro de las coordenadas relativas de tiempo-espacio, tiene como base fundacional un “hueco”. Este hueco implica una carencia constitutiva, una castración, cierta insuficiencia, un anhelo por completarse de algún modo y la consiguiente inseguridad. Inseguridad que inevitablemente acarrea miedo, angustia, y toda clase de reacciones a modo de intentos por mitigar el temor de la incertidumbre. El vacío inicial (falta) por su propia naturaleza; por sostenerse a partir de una concepción circunscripta, localizada y parcial -enfocada en primer lugar en la fuerte identificación con el cuerpo y las sensaciones- es la fuente misma del deseo. Deseo que básicamente es inconsciente, que emplea el lenguaje como medio por el cual vincularse con un otro, y que, al emerger como efecto de una falta innata, nunca encontrará completa satisfacción. El Otro aparece como determinante del sujeto, como estructurante del propio deseo y como fuente de identificación. Identificación que deriva en apego en tanto huella mnémica que subsiste en el sujeto a modo de afán de prolongar ciertas experiencias y acotar o rechazar tantas otras... El objeto de plenitud está perdido desde el mismo comienzo. El agujero característico del yo localizado, por su intrínseca peculiaridad, nunca podrá saciarse, llenarse... Implícito en la fundación del falso yo aparece la desdicha… “El hecho que haya presencia egoica y fraccionamientos hace que las emociones sean cambiantes.”- Sesha Mientras persista la sensación de que se es una parte dividida del resto (dualidad), devendrá la privación, la ausencia como condición natural. La esencial insatisfacción que se arrastra como resultado de la separación (la gran herejía), en términos Freudianos “el sujeto escindido”, es el motor de la vida personal, y por lo tanto, también, la fuente primigenia del padecimiento. El hueco fundacional, llamado muchas veces “la cosa”, que tiene génesis como comentamos en la filiación con lo parcial y en la Ignorancia u Olvido Primero, queda por fuera de toda inscripción psíquica y hace de base para el complejo andamiaje de la personalidad y sus múltiples comportamientos, algunos más enfermizos que otros, que a lo largo de los años se van reproduciendo. La carestía original es la fuerza que impulsa a la búsqueda, a la tendencia de ir en pos de algo, de tratar de descubrir lo completo, lo cual nunca se va a alcanzar. La falta estructura el deseo que a su vez motoriza al aparato psíquico moviéndolo hacia el mundo para buscar satisfacción, completud. Pero las cosas del mundo son incompletas por sí mismas y fugaces como una centella en una oscura noche. Suponer, como lo hace el psicoanálisis, que el motor de la vida se organiza a partir de una falta inicial desde la cual se funda la circulación del lívido y se pone en actividad todo el sistema, únicamente puede ser válido dentro de un fugaz marco temporal, parcializado y configurado en función a una apreciación egotista de la realidad. Dentro de los estadios infantiles del desarrollo de la consciencia en los que prevalece la identificación con el cuerpo, los sentidos, pensamientos y los objetos es válido considerar al estancamiento del deseo como causa de la propia muerte psíquica. No obstante, una vez superadas dichas primitivas acepciones propias de una percepción acotada a un yo localizado en tiempo-espacio, fácilmente se llegará a comprender que cuando se transciende todo anhelo personal, y tanto la ganancia como la pérdida se equiparan en cero, adviene naturalmente la Verdad. “Cuando no pida nada del mundo, ni de Dios, cuando no quiera nada, ni busque nada, entonces el Estado Supremo vendrá a usted inesperadamente sin ser invitado”- Nirsagadatta El hoyo primigenio a partir del cual se genera la idea de un ego deseante es el resultado, y a la vez el centro generador -causal- de la Gran Ilusión o Maya de la Manifestación Cósmica. Por identificarnos con la falta la creamos y le damos poder; nos perdemos en la desidia, en la lamentación y nos enredamos en toda clase de carrera por más y más cosas. “Cuando la mente ve la verdad de lo inútil que es la realización personal, cuando ve que en ella hay siempre frustración, solo entonces puede permanecer en ese estado de soledad, sin ningún escape; solo entonces se libera de la frustración. La separación existe a causa del deseo de realizarse; la frustración es separación.”- Krishnamurti Sucumbimos en la interminable búsqueda porque no conseguimos descubrir la sabiduría subyacente de lo que ocurre en realidad, y por ansiedad, olvidamos la esencia de nuestra naturaleza que es la misma plenitud. Plenitud a la que podremos acceder instantáneamente al hacer consciencia y carne sobre lo que Deeak Chopra nos refiere: -“Eres instantáneamente abundante cuando muestras agradecimiento por lo que tienes”
Posted on: Mon, 02 Dec 2013 14:38:51 +0000

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