El ministerio a la Casa y el Ministerio de Sadoc Hallamos otro - TopicsExpress



          

El ministerio a la Casa y el Ministerio de Sadoc Hallamos otro ejemplo del deseo de Dios de desmarcarse a Sí mismo del servicio a la casa en Ezequiel 44. Se había designado un nuevo sacerdocio para acercarse a Dios y adorarle. En Samuel 2:35 hallamos el anuncio profético del juicio sobre Elí, el Sumo Sacerdote, y su casa, seguido del levantamiento de un sacerdocio nuevo y eterno. “Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.” Este sacerdocio fiel comenzó con Sadoc, el descendiente de Itamar, el hijo menor de Aarón. Sadoc era profeta además de sacerdote (lee 2ª Samuel 15:23.28). Aquí vemos que Dios está llamando a un nuevo sacerdocio a salir del antiguo. Este nuevo sacerdocio haría lo que estaba en el corazón y la mente de Dios. Este nuevo sacerdocio se acercaría mucho más a la intención original de Dios de un sacerdocio real, y como el sacerdocio de Melquisedec, sería también superior al sacerdocio de Aarón. El sacerdocio de Sadoc es el tipo natural del sacerdocio de Melquisedec. De hecho, Sadoc (justicia) es la última parte de Melqui-sedec (rey de justicia). El sacerdocio de Melquisedec es un sacerdocio eterno, que no tiene ni principio ni fin. En la mente de Dios, este sacerdocio fue concebido antes de la fundación del mundo, en la eternidad pasada. En Ezequiel 44, vemos dos sacerdocios, uno que cambia y otro eterno. Uno ministra a la casa (templo) y el otro a lo que más ama el corazón y la mente de Dios. Jean Lead escribió: Hay un ministerio que ministrará a la casa, al pueblo de Dios, pero hay otro sacerdocio más exaltado, el sacerdocio de Sadoc o Melquisedec, que se acercará a Dios y Le ministrará a Él y al pueblo. “Cuando salgan al atrio exterior, al atrio de afuera, al pueblo, se quitarán las vestiduras con que ministraron, y las dejarán en las cámaras del santuario, y se vestirán de otros vestidos, para no santificar al pueblo con sus vestiduras.” Mucho después de morir Sadoc el Sumo Sacerdote, David y Salomón, Ezequiel profetizó un nuevo orden sacerdotal dividiendo en dos el sacerdocio aarónico. “Y los levitas que se apartaron de mí cuando Israel se alejó de mí, yéndose tras sus ídolos, llevarán su iniquidad. Y servirán en mi santuario como porteros a las puertas de la casa y sirvientes en la casa; ellos matarán el holocausto y la víctima para el pueblo, y estarán ante él para servirle. Por cuanto les sirvieron delante de sus ídolos, y fueron a la casa de Israel por tropezadero de maldad; por tanto, he alzado mi mano y jurado, dice Jehová el Señor, que ellos llevarán su iniquidad. No se acercarán a mí para servirme como sacerdotes, ni se acercarán a ninguna de mis cosas santas, a mis cosas santísimas, sino que llevarán su vergüenza y las abominaciones que hicieron. Les pondré, pues, por guardas encargados de la custodia de la casa, para todo el servicio de ella, y para todo lo que en ella haya de hacerse. Mas los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de mí, ellos se acercarán para ministrar ante mí, y delante de mí estarán para ofrecerme la grosura y la sangre, dice Jehová el Señor. Ellos entrarán en mi santuario, y se acercarán a mi mesa para servirme, y guardarán mis ordenanzas. Y cuando entren por las puertas del atrio interior, se vestirán vestiduras de lino; no llevarán sobre ellos cosa de lana, cuando ministren en las puertas del atrio interior y dentro de la casa. Turbantes de lino tendrán sobre sus cabezas, y calzoncillos de lino sobre sus lomos; no se ceñirán cosa que los haga sudar. Cuando salgan al atrio exterior, al atrio de afuera, al pueblo, se quitarán las vestiduras con que ministraron, y las dejarán en las cámaras del santuario, y se vestirán de otros vestidos, para no santificar al pueblo con sus vestiduras. Y no se raparán su cabeza, ni dejarán crecer su cabello, sino que lo recortarán solamente. Ninguno de los sacerdotes beberá vino cuando haya de entrar en el atrio interior. Ni viuda ni repudiada tomará por mujer, sino que tomará virgen del linaje de la casa de Israel, o viuda que fuere viuda de sacerdote. Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio. En los casos de pleito ellos estarán para juzgar; conforme a mis juicios juzgarán; y mis leyes y mis decretos guardarán en todas mis fiestas solemnes, y santificarán mis días de reposo. No se acercarán a hombre muerto para contaminarse; pero por padre o madre, hijo o hija, hermano, o hermana que no haya tenido marido, sí podrán contaminarse. Y después de su purificación, le contarán siete días. Y el día que entre al santuario, al atrio interior, para ministrar en el santuario, ofrecerá su expiación, dice Jehová el Señor. Y habrá para ellos heredad; yo seré su heredad, pero no les daréis posesión en Israel; Yo soy su posesión.” (Ezequiel 44:10-28). Mientras Ezequiel describía su visión del templo, dijo, “Esta cámara que mira hacia el sur es de los sacerdotes que hacen la guardia del templo. Y la cámara que mira hacia el norte es de los sacerdotes que hacen la guardia del altar; estos son los hijos de Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Leví para ministrar a Jehová.” (Ezequiel 40:45-46). ¡Vio al remanente de Sadoc como un sacerdocio llamado de entre el sacerdocio! “A los sacerdotes levitas que son del linaje de Sadoc, que se acerquen a mí, dice Jehová el Señor, para ministrar ante mí, darás un becerro de la vacada para expiación” (Ezequiel 43:19). El ministerio de Sadoc es separado del mundo y solo tiene una misión en la vida: ¡Estar en la mesa del Señor y ministrarle! Este es el ministerio del Monte Sión, la ciudad del Gran Rey, Dios mismo. Cualquiera puede observar que nuestro actual sacerdocio, o al menos aquellos que pretenden cumplir esas funciones, dista mucho de tener estas connotaciones. ¿Será que también ahora el Señor encontrará un remanente de Sadoc para reemplazarlo? La tienda con tres partes del tabernáculo de David que desveló el arca a todos testifica de esto mismo. Dios advirtió a David haciendo una clara distinción entre Su casa y los templos construidos por los hombres cuando Natán el profeta corrigió a David por intentar construir un templo de cedro para albergar el Arca y los sacerdotes que antes habían ministrado en el tabernáculo de reunión. “Ve y di a mi siervo David: Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de edificar casa en que yo more? Ciertamente no he habitado en casas desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo. Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: Por qué no me habéis edificado casa de cedro? Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel.” “Y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra. Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio, desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa.” (2ª Samuel 7:5-11). ¿Cuál es esta casa que Dios había de construir para David, un tipo de Su propio Hijo? Esteban lo vio, habló de ello al sacerdote que Dios había desterrado al atrio exterior para ministrar al pueblo, y ¡fue matado por revelar sus corazones malignos! “Mas Salomón le edificó casa; si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: El cielo es mi trono, Y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas? ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis.” (Hechos 7:47-53). Hoy, lo que la mayoría de los hombres de iglesia llaman “ministerio” se centra en la casa. Oímos muchísimo sobre ministrar al pueblo pero muy poco sobre el ministerio al Señor. Sin embargo, el verdadero pueblo de Dios tiene un corazón y un enfoque diferentes. Su clamor es por una cosa, ese tabernáculo de David en el monte Sión. Su pasión es capturada por las palabras de este cántico que fue escrito hace más de veinte años por un grupo llamado Petra: Llévame Llévame más allá del atrio exterior Hasta el Lugar Santo Más allá del altar de bronce Señor, quiero ver Tu rostro Pásame por la muchedumbre Los sacerdotes que cantan Tus alabanzas Tengo hambre y sed de Tu justicia Y solo la encuentro en un lugar Llévame al Lugar Santísimo Por la sangre del Cordero Llévame al Lugar Santísimo Toma la brasa, limpia mis labios, heme aquí Toma la brasa, limpia mis labios, heme aquí En sus tratos con los hijos de Sadoc, el Señor comenzó a hacer precisamente esta distinción. Él separó claramente el ministerio en dos categorías, el ministerio a la casa y el ministerio a Él mismo. Estaba introduciendo un nuevo y más alto orden de ministerio en el que Él es central, no en tipo, sino en realidad, y al hacerlo, se distinguió a Sí mimos de aquello que el hombre religioso venera por encima de todo lo demás—ministerio a la casa y a los congregantes. Sería bueno escuchar las palabras de un hombre que vivió en Inglaterra, un verdadero buscador en un siglo XVII en el que muchos guías ciegos vendían su producto. Se llamaba George Fox: Fui enviado por el Señor Dios del cielo y de la tierra a predicar libremente y a sacar a la gente de estos templos externos hechos de manos, en los que Dios no habita; para que pudieran saber que sus cuerpos serían los nuevos templos de Dios y de Cristo; y para llevar a la gente lejos de sus ceremonias supersticiosas, de sus costumbres judías y paganizantes, tradiciones y doctrinas de hombres; y de todos los asalariados del mundo, que toman los diezmos y grandes salarios, predicando por lucro, y adivinando por dinero, a quienes “Dios y Cristo jamás enviaron, como ellos mismos confiesan cuando dicen que nunca escucharon ni la voz de Dios ni la de Cristo. Exhorté a la gente a salir de estas cosas, guiándoles hacia el Espíritu y la gracia de Dios en ellos mismos, y a Luz de Jesús en sus propios corazones; para que puedan llegar a conocer a Cristo, su Maestro gratis, para llevarles salvación y para exponerles las Escrituras.” Me pregunto que fue lo que ocurrió con este hombre y con sus predicaciones. Observando nuestra realidad debemos hacer muy poco esfuerzo para darnos cuenta que ni fue oído ni creído. Hoy se sigue predicando la misma palabra y nos enfrentamos con la misma reacción. Dios nunca quiso que el templo fuera un accesorio fijo en Su reino. Indicó su aprobación a ello por causa de la ignorancia del hombre. Como muchas otras cosas, fue meramente una sombra de las buenas cosas que quedaban aún por llegar, un templo no hecho de manos, sino de piedras vivas. ¿Es posible que el actual énfasis en el ministerio a la gente brote de una idolatría similar a la de los hijos de Leví? Los pastores reciben clases sobre plantación de iglesias, edificación de iglesias, y como hacer iglesias “de fácil uso”. Ofrecemos sacrificio, diezmamos, tocamos música de adoración, ministramos a la gente. Todo va de la gente y de sus necesidades y de lo que les hace sentir bien y quieren regresar para seguir ayudando a la máquina que han creado. En poco tiempo todo es idolatría porque el enfoque real y el motivo que hay tras el “ministerio” no es Dios, sino edificar, por medio del sudor y del esfuerzo, el ministerio de un hombre o de los hombres. En una palabra, lo que aquí se dice es confirmación a lo que hemos venido expresando a través de nuestros trabajos: nuestras congregaciones se han convertido, por imperio de las circunstancias y la carencia de poder de Dios, en meras ministradoras de almas. Sin sudor Los sacerdotes santos de los hijos de Sadoc no podían vestir nada que les provocara sudor. “Y cuando entren por las puertas del atrio interior, se vestirán vestiduras de lino; no llevarán sobre ellos cosa de lana, cuando ministren en las puertas del atrio interior y dentro de la casa. Turbantes de lino tendrán sobre sus cabezas, y calzoncillos de lino sobre sus lomos; no se ceñirán cosa que los haga sudar. Cuando salgan al atrio exterior, al atrio de afuera, al pueblo, se quitarán las vestiduras con que ministraron, y las dejarán en las cámaras del santuario, y se vestirán de otros vestidos, para no santificar al pueblo con sus vestiduras.” (Ezequiel 44:17-19). Esto es extremadamente significativo considerando que el sudor es mencionado por primera vez en relación con la maldición (lee Génesis 3:19). La tierra fue maldita por el pecado de Adán y solo daría su fruto después de sudor y duro trabajo. Evidentemente antes de la caída, la tierra daba su fruto a Adán y Eva sin esfuerzo por parte de ellos. No había sudor. Pero ahora, por causa del pecado, Adán trabajaría la tierra con el sudor de su frente. El sudor habla del esfuerzo humano. Habla de una tarea inacabada. El mismo instante en que el hombre cayó de su reposo, tuvo que trabajar para producir lo que una vez había sido orgánico y natural. Dios no permitiría tal esfuerzo en su sacerdocio santo—sin sudor de la frente, porque Él es completamente suficiente. Tomamos prestadas las palabras de Pablo: “No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.” (2ª Corintios 3:5-6). Esta suficiencia divina que caracteriza al Ministerio del Nuevo Pacto está directamente relacionada con la obra acabada de Cristo. “¡Consumado es!” ¡Todo ya ha terminado! No queda nada por lo que el hombre tenga que sudar. No hay lugar para alicatar y trabajar duro en el reino de Dios. Cada planta que Dios no ha plantado será arrancada. El santo sacerdocio que Dios busca no está llamado a trabajar sino a mostrar Sus virtudes como Él dijo, “Yo soy su posesión”. Dios no solo desea poseer a un pueblo, santo y peculiar, sino que quiere que ellos Le posean a Él de forma que Él sea visto, que sea sentido y que sea conocido en el mundo. Dios tendrá un sacerdocio que Le poseerá, y a falta de un término mejor, que serán Su ejemplo y ministrarán conforme a Su suficiencia. Este fue su objetivo desde el principio, y no ha cambiado. ¡Cuanto más nos acercamos a Sión, más cerca estamos del descubrimiento de nuestra herencia, que no es otra cosa que Dios mismo! ¡Al final avanzamos camino de casa!
Posted on: Sat, 27 Jul 2013 14:47:20 +0000

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