El "oficio" de poeta Si es cierto que Teresa no tuvo ningún - TopicsExpress



          

El "oficio" de poeta Si es cierto que Teresa no tuvo ningún maestro y que escribió sus versos sin pretensión poética alguna, no lo es menos procuró respetar las reglas normales de la versificación, cosa que por otro lado no cesaba de recordarle su hermana Inés, cuyas numerosas correcciones estaban muchas veces inspiradas por esta honrosa preocupación (al volver a los textos auténticos de Teresa, encontramos naturalmente numerosas faltas de prosodia y de sintaxis). Y aun cuando le preocupaban más las ideas que la forma, Teresa se esforzó denodadamente por dominar su oficio de poeta, convencida de que lo que quería decir adquiriría mayor fuerza si acertaba a formularlo en una expresión más elaborada. Los borradores y las numerosas versiones de sus poemas están ahí para probarlo. El soporte musical Al enviar al Hno. Simeón, de Roma, una selección de las poesías de su hermana, de entre "las más características", sor Genoveva pone cuidado en indicarle las melodías, ya que, según dice, "cantado es más bonito". Esta era, sin duda, también la opinión de Teresa, que generalmente suele indicar la melodía elegida (3). Hoy nos resulta difícil ratificar esta opinión, tanta es la distancia entre nuestro ambiente cultural y el de hace un siglo, tan cerrado además en sí mismo. La mayoría de estas melodías están tremendamente anticuadas, algo así como los sombreros de las damas en las antiguas fotos de familia. Ahora bien, lo que importa es el rostro, y no los sombreros. Y esa "música", en vez de beneficiar a la poesía de Teresa, más bien corre el riesgo de ridiculizarla, como un adorno anticuado. Los modelos musicales que elige no eran precisamente, las más de las veces, los más adecuados para formar su gusto. La adaptación rítmica no le preocupa mayormente. Las sílabas mudas recaen en tiempos musicales fuertes, y vice versa. Es probable que, una vez elegida la melodía, Teresa ya sólo tiene en cuenta el número de sílabas, y entonces el ritmo y la melodía se suceden mal que bien. Sus melodías preferidas las iremos indicando en nuestro repertorio. Para sus creaciones más personales, Teresa las elige de manera espontánea, sin duda porque descubre en ellas un eco de su propio canto. Ofrecen un ritmo lento, una expresión ferviente o nostálgica que responde a sus sentimientos. Y en algunos casos más bien desafortunados, se produce entonces una coincidencia entre el texto y la música; pero hay que reconocer que esos casos son raros. En realidad, su armonía es ante todo espiritual, una "melodía del cielo" que trasciende a todo estilo literario. Lo que canta Teresa de Lisieux Y es que la vida de Teresa es un canto de amor. Ya en la primera página de los Manuscritos autobiográficos anuncia: "No voy a hacer más que una cosa: comenzar a cantar lo que he de repetir eternamente: ¡¡¡las Misericordias del Señor!!!" (Ms A 2r). Esta cita del salmo 88 aparece también en lo alto del "escudo de armas de Jesús y de Teresa", en el que junto a la Santa Faz está representada un arpa con esta leyenda: "El arpa representa a Teresa que quiere cantar incesantemente a Jesús melodías de amor" (Ms A 85v). Así es como ella quedará en el recuerdo de sus hermanas antes de que se imponga la imagen de Teresa con las rosas: la madre Inés había escogido, como primer título para la Historia de un alma, "Un cántico de amor"; María del Sagrado Corazón decía de su hermana, ya el 14 de julio de 1897; "su vida no habrá sido más que una melodía celestial" (Ultimas Conversaciones, Burgos, Monte Carmelo, 1973, p. 632); y el primer cuadro de Celina (1899) representaba a Teresa con el Evangelio sobre el corazón y tocando las cuerdas de un arpa (una santa Cecilia en carmelita). Ese canto es un canto eminentemente "cristiano": cuando se canta, se canta para alguien, en nombre de alguien, a alguien. Y el canto de Teresa, que nunca es egoísta, se dirige a su familia, a sus hermanas, a sus hermanos misioneros, a los santos del cielo, a la Santísima Virgen, a Dios; y, sobre todo, es un diálogo espiritual o místico con Jesús. Teresa pone así en diálogo a la tierra con el cielo. Su poesía es, fundamentalmente, un "canto del destierro" en tierra extranjera al borde de la rivera, con una frecuente referencia al salmo 136, Super flumina Babylonis (4), un canto que se dirige al cielo (la Patria) o que habla del cielo. De ahí, el movimiento tan continuo de vaivén entre el cielo y la tierra, y el papel de los ángeles, del vuelo, de las alas. Esta escala de Jacob, este puente aéreo que Teresa establece entre la tierra y el cielo es una exaltación de "las misericordias del Señor": su poesía canta un asombro perpetuo, su acción de gracias ante el Todopoderoso que se hizo hombre y se desposó con la pobre humanidad. De ahí esas numerosas imágenes y esos enlaces de palabras paradójicas que hacen el efecto de saltos de amor en tantos de sus poemas. Y es que, para Teresa, la más grande de las maravillas, el tema inagotable de sus poesías, es el amor de Jesús (a veces identificado con toda la Trinidad), el Señor del mundo que es su prometido, su esposo; un amor al que ella responde con un amor apasionado, cada vez más desasido y más ardiente, martirizado y combatiente, hasta la oblación total y absoluta de Una rosa deshojada. Es el canto de una gran enamorada, casi casi "posesiva", y esta característica (tan fuertemente presente también en san Pablo o en Pascal) será una constante en sus poemas, que en ocasiones hará dar marcha atrás a sus hermanas. Un notable "alegría" (sentida o no sentida) refina aún más la dicha de amar y acentúa la vibración poética. El sufrimiento físico o moral, la abnegación de una vida austera, la misma prueba de la fe están vistas en una perspectiva profundamente positiva, porque detrás de ellas está el amor de Dios al que amor de Teresa no hace más que responder. Bajo esta óptica, las Poesías son además sumamente reveladoras de la gran dinámica de la oración de Teresa. El "Tú" (y, en sentido inverso, el "Yo" divino) son una constante. Teresa la contemplativa, que nunca pasa más de tres minutos sin pensar explícitamente "en Dios" (Cf CSG, p. 77), ora mientras compone sus poemas a lo largo de su jornada de trabajo. El "Tú" hace que se liberen los recursos de familiaridad que en ella estaban encerrados. Si, según sus confidencias a Celina (cf CSG, p. 82), Teresa tutea a Jesús en la oración -cosa que no osa hacer cuando habla o cuando escribe-, se atreve a hacerlo en las poesías. La forma poética le permite expresar toda la ternura de su ser de mujer y de esposa. ¡Cuántas veces no la vemos en los "brazos" del Amado, descansando sobre su corazón, leyendo en su mirada, acariciando su rostro, aspirando a recibir de él el beso del amor! Pocas son las personas que han creído tan profundamente, tan carnalmente podríamos decir, en la Encarnación del Hijo de Dios. Si algo de "satisfacción natural" encontraba todavía, será totalmente depurado por la prueba de la fe, como ella misma lo asegura en el Manuscrito C (7vº), justo después de haber hablado de sus poesías. El Resucitado irá educando la ternura natural de esta nueva Magdalena (Ms A 38vº/39rº) haciéndola cada día "más pura y más divina" (Ms C 9rº; Cántico de santa Inés). Importancia de las poesías Cuanto más se leen las Poesías, más uno se convence de son imprescindibles para conocer a Teresa de Lisieux. Pues el lenguaje poético -con su reclamo a la música, a la sensibilidad, al inconsciente- y la misma dificultad de buscar un ritmo y unas rimas, que en cierta medida neutralizan el control de la reflexión, la obligan a decir ciertas cosas, a utilizar determinadas imágenes, a desvelar el fondo de su ser en una manera que la prosa pone de lado o disimula con mayor facilidad. Ese mismo lenguaje le permite también, en las poesías que dirige a sus hermanas, franquear ciertas barreras (Historia de una pastora), deslizar no pocos consejos, no pocas verdades que en la vida normal de cada día le resultaría difícil decir sin lastimar. Pero, más aún, las Poesías nos informan sobre la evolución interior de Teresa, sobre su proceso de maduración, sobre su irradiación, sobre su amor, y quizás más que nada sobre la dureza de su lucha en la prueba de la fe. Al concluir esta introducción, alguien podría temerse que hemos elogiado en demasía lo que en definitiva no son más que unos "pobres versos" de carmelita con unas imágenes muchas veces convencionales. Pero lo que a primera vista parece insignificante revela en realidad un riqueza y una fuerza desconocidas, que brotan de la santidad de Teresa, que lo mismo sabía transfigurar con un gran sueño de amor los gestos más humildes de la vida cotidiana que ensanchar a escala cósmica las fronteras de su horizonte humano (5). NOTAS A LA INTRODUCCIÓN (1) PN 2, 6, 7 (= P 5), 9, 11, 12, 15, 19, 22, 29, 37, 38, 39, 50, a las que hay que añadir las ocho PS (Poésies supplémentaires). (2) Recogidas por sor María Enriqueta hacia 1953. (3) En total, son treinta y nueve melodías diferentes las que hemos podido identificar para las poesías. Las nuevas melodías introducidas en
Posted on: Wed, 03 Jul 2013 15:43:34 +0000

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