El problema, seguramente, he sido yo. Una vez más me sentí que - TopicsExpress



          

El problema, seguramente, he sido yo. Una vez más me sentí que no estaba a la altura, a "tu altura" y busque un mínimo re-acomodamiento a través de monigoteadas que enredaron más la cosa y lejos de ayudar a comprender la embarré más…y seguí buscando la sonrisa, el olvido por mi confusa des-ubicación. Pero después, cuando no me podía dormir, cuando me ahogaba de amor por mi vida de hoy, y, en éste redundante hoy, pensé: “ por qué no voy a poder decir lo que pienso y lo que siento… desde qué oscuro rincón de la impotencia se cree que se tiene derecho a juzgar… a mirar desde arriba…a lo mejor no se da cuanta y nos vamos a quedar como boludos sin poder acompañarnos al menos en la compresión…”. Y entonces, me animé a robarme horas de sueño y sueños. Después de soportar tanto dolor, la ironía de interrogar sobre la “no superación” en la forma de enfrentar realidades crueles, es la manera de apartarme de su vida por vivir un dolor, con la piedra en el zapato, cuando de la misma boca que juzga, sale que: "El dolor de la violencia nunca se cura". Por eso, porque esto que ocurre con el no entender, es el no poder entender lo complicado que es tener que compartir, lo que a veces no debiéramos es que digo. Dicho desde este lugar de amor incondicional no es violencia: es poder decir con amor. No todo el mundo está preparado para escuchar, a ponerse en el lugar del otro y compartir su dolor, tampoco se está preparado para escuchar y mucho menos hablar y apoyar. Tampoco es obligación, ni condición. La tragedia de una desaparición pareciera estar muy lejos de nuestra realidad, incluso en el tiempo: cuando aparece, es posible que se produzca un sentimiento de temor y se contesta entonces humillando, sobrando…como sabiendo de qué se trata. La diferencia de una muerte normal, esa donde existe un cuerpo, un funeral y un entierro que nos permite acercarnos a la realidad de la perdida, es bien diferente a la desaparición donde lo primero que hay que lograr entender es que, esa desaparición no es azar ni casualidad, es consecuencia de haber pensado en provocar un dolor que perdurará e imposibilitará a un familiar a una persona, o a una mujer y mamá en mi caso, abrir las puertas hacia el restablecimiento de su vida, si es que logra hacerlo. Lo escribo tan sencillo, tan de corrido…siento que me sale conocido, que llego a preguntarme: es sencillo lo siniestro ???. Nunca lo sabré, no es mi caso, ni es el tuyo. Pucha digo, no tendría que haberme presentado en su momento como una persona de duelos "normales" para que no se me tome como un caso patológico y entonces, no tener dudas o miedos de que mejor… es complicado, con tanto que hay dando vueltas por el mundo y yo… Pero eso sí que sería siniestro, disimular la violencia como un hecho fácil de comprender y asimilar en la vida, simular que sus consecuencias modificaron y perturbaron el ritmo de mi vida…no ni en una, ni en dos cositas, todo: familia, economía, sociedad, trabajo, roles, sentimientos, estado de salud, creencias… Pérdidas violentas y traumáticas: parece un título de Crónica !!!. No te voy a decir que estar de duelo es tener el alma vestida de negro, porque no sé lo que es eso: sí sé lo que es tener el cuerpo cubierto de dolor y dolor, miedo y ruptura. No con la tristeza de decir adiós: con la tristeza de decir dolor sin gritar de dolor. Muy loco, no ???. Y por el motivo que sea, revivir la separación súbita e inesperada de un ser querido, la reacción ante esa desaparición como si hubiera ocurrido ayer -y no fue ayer- fue hace mucho o no…hace que no pueda dejar de enfrentan etapas bien diferentes en comparación a una muerte natural. Acá se le suman la impunidad, el terror, el miedo, la mentira, la incertidumbre, el silencio, el olvido, el ocultamiento, la tortura y la violación de todo…y entro como en período de recuperación. Es la soledad angustiosa, el espacio clandestino, la detención injusta, ilegitima, ilegal, el encubrimiento del victimario, la transgresión del derecho y la furtividad del hecho. Es ocultamiento, silencio, no existencia, miedo, olvido, intimidación, todo se rompió, todo… proyecto de vida y no solo del desaparecido. Es un gran "NO": no se da información, no existió en el lugar donde se decía estaba, no hubo participación del estado, no hay culpables, no se reconoce una detención, no existe un nombre, no existe un cuerpo, no hay una tumba, no hay rastro, no se está vivo, no se ha muerto, no hay un nombre, no hay una tumba, no hay misa ni funeral, no hay certidumbre. no hay DESAPARICIÓN… Por eso ha de ser que es importante tener la certeza de la muerte, no???...por eso la incertidumbre nos lleva a buscar con la mirada, a llamar con el llanto, a repetir una y otra vez su nombre con la intención de despertarlo de un sueño del cual nunca volverá. Nunca. Por eso debe ser también, que para poder decir adiós, el ser humano se inventó mil rituales, que prolongan nuestra cercanía a el que se va… enterrar un cuerpo, por doloroso que sea es el primer paso para una recuperación. Así, dicen. Pero ves, eso que me haría un poquito más “normal”, justito eso, no lo tengo, me falta, me faltará siempre: será mi falta. Es solo mi falta: no es asociable a la negación, a la incredulidad, a la irrealidad, que querer ir más allá o más acá de todo lo que sea necesario para lograr un alivio en esa pena, que se sea gustoso ser una mujer antes y también ser una mujer ahora o las dos juntas. No lo es. No es nada de eso. Con una tengo de sobra !!!. Uno está más cerca de la realidad que lo que la propia realidad piensa que uno esta…aunque quedan jirones en la búsqueda infructuosa que nos altera en lo cotidiano, en lo físico, emocional, afectivo, espiritual, social: altera sueño, llanto, cansancio, ansiedad, depresión, tristeza, ira, culpa, confusión, desesperanza…se debilita la fe. Sin un cuerpo para enterrar no hay línea que separe a los vivos de los muertos: se detiene el tiempo, se congela el espacio. La casa, la ropa, los libros, el reloj, todo estaba en su mismo lugar. Pero eso, realmente eso, ya paso hace mucho, ya no hay olor, ni presencia, ni coincidencia, ni supervivencia. El duelo es un proceso y en este caso ha sido largo. Pero lo hice y a nadie puede importarle cuándo. Algunas veces sentí que enfrentaba el peor momento de la vida, otras me sentí profundamente aliviada; hay días en que la fe iba en aumento y en otros se debilita; pasar de confusión tremenda a paz infinita fue un clásico incluido en las cuotas. Solo necesito o desearía -con vergüenza casi lo pido- que si querés y podes, comprendas lo esencial en este derrotero: la humanidad en recorrer este proceso y su vulnerabilidad. Ambas cosas forman parte de lo que se es y de lo que no se es a la vez; no soy ni mejor ni peor. Pero en esa humanidad está mi fortaleza: de allí tanto las lágrimas como las sonrisas. El problema es que debo haber sido yo, quien seguramente no debo haber podido expresarme con mayor precisión. Es posible que no haya sabido hacerlo y aún me falte. Pero esto es más, que la incertidumbre o la duda. No le deseo a nadie que llegue a conocer la vara que lo haga sentir con derecho a analizar y dar opinión sobre el cómo transitar el momento de la desaparición de un ser querido; no le deseo a nadie que se sienta con autoridad para opinar y juzgar hasta dónde y cómo puede ser que se haya llegado o no llegado a “superar”: eso implicaría que esa persona deba pasar por un padecimiento, francamente indescriptible y pienso que allí sí, moriría dos veces si ocurriera. Por eso, te ruego sepas entender que es solo una sensación, esa de que sea otra que fui y que sea la que soy a la vez. Soy quien pudo resignificarse en espacios y con sentidos de existencia que están lejísimo, de ese momento en que sentí, que lo había perdido casi todo.
Posted on: Mon, 15 Jul 2013 07:31:01 +0000

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