El secreto de todas las caídas es la falta de oración. Con solo - TopicsExpress



          

El secreto de todas las caídas es la falta de oración. Con solo estudiar la vida de Saúl en el Antiguo Testamento, y la de Judas Iscariote en el Nuevo Testamento, se puede notar que esto es verdad. Ellos no oraban. Y preguntamos: ¿oró Adán, o Eva, cuando la serpiente se les acercó en el huerto del Edén? ¿Oró Abraham antes de tomar a Agar, o antes de bajar a Egipto? ¿Oró Pablo antes de que él y Bernabé contendieran sobre la cuestión de Marcos? (Hechos 15:36-41). La falta de oración es un desastre. Alguien ha dicho: "Dios consumía a Jacob de día por el calor, y de noche por la helada" (Génesis 31:40), pero transcurrieron veinte años antes de que él profiriera una palabra de oración. Cuando lo hizo, maravillosamente penetró en el camino de Dios tratando de contestar sus propias oraciones (Génesis 32:9-20). Fue únicamente en el vado de Jaboc (que quiere decir: el lugar del vaciamiento) que aprendió el secreto de prevalecer con Dios, ya que allí fue despojado de toda su fortaleza natural y herido, para que no pudiera hacer otra cosa sino aferrarse a Dios para toda su vida. Como alguien dijo: "Jacob luchando, solo fracasó; Jacob aferrándose, pronto prevaleció." La gran tragedia en la vida de David ocurrió cuando andaba sin orar por el terrado de su casa y vio a Betsabé. El lugar que la iglesia primitiva dio a la oración, al punto de no permitir que ninguna otra cosa la desplazara del sitial que le correspondía, se destaca en las expresiones: "No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra" (Hechos 6:2-4). A dos prominentes ministros del evangelio se les preguntó: "Si Cristo viniera de inmediato, ¿cuál seria la cosa que usted más lamentaría?" Ambos respondieron: "No haber pasado más tiempo en oración." Todos tratamos de orar, pero pocos lo hacen. Una pobre alma entró en la escuela de la oración después de su llegada al infierno (Hades en griego). Pidió alivio para su agonía, pero le fue negado. Pidió que un mendigo advirtiese a sus hermanos, pero tampoco le fue concedido. Estaba orando a Abraham, un hombre, porque no podía, o no sabía cómo, ubicar a Dios. No se atrevió a rogar que lo sacasen de aquel lugar, porque sabía perfectamente que no había esperanza para él. Falto de oración en la tierra, privado de respuesta en el infierno, sufre como el hombre que trató de aprender a orar demasiado tarde. "Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él" (Salmo 32:6).
Posted on: Wed, 19 Jun 2013 16:23:48 +0000

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