Ella, tenía demasiadas coincidencias con el destino, que no debatía, por temor al incumplimiento de los zodiacos. Escribía historias, simulaba diálogos, susurraba nombres, y ejercía todos los quehaceres que como amante, eran imprescindibles para el momento. Cumplió en demasía con lo prohibidamente establecido, sin reclamar más que su lugar en el anonimato del deseo. Vivía de instantes que hacía eternos, para recordarlos cuando la ausencia, se extendía sin avisos. Dejó de lado la idea de cualquier reclamo, que exigiera la pertenencia de lo improbable, para sentirse honesta con la entrega pactada. Hasta que aquel día asumió, que no merecía amar cuando pudiera. Ella, ya no quería ser un de vez en cuando vestida de promesa, sino una realidad, de ventanas abiertas. Y un día se fue, sin esperar que volviera, dejando en el espejo, el mensaje de la despedida: “No se puede amar, aquello que se niega”. “Plazos” – Gabriel Velxio
Posted on: Thu, 20 Jun 2013 18:53:26 +0000
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