En el 163 aniversario del fallecimiento del Libertador - TopicsExpress



          

En el 163 aniversario del fallecimiento del Libertador "SAN MARTIN Y LOS PUEBLOS INDIGENAS DE NUESTRA AMERICA" Fernando Ramón Bossi* Palomita hermosa, de todo mi amor, hagamos memoria del Inca Señor. Vuela, vuela alegre, aplaudiendo al fin, y dale las gracias a mi San Martín. (Yaraví anónimo) "Todo plan imperial avanza gracias a un aparato ideológico que lo legitima", afirma el intelectual venezolano Luis Britto García en su libro "Las cadenas jurídicas de la globalización". A la dictadura ideológica de los medios de cumunicación (nueva y poderosísima herramienta de intoxicación cultural), se le suman los cuatro espacios tradicionales desde donde se ejerce el control del pensamiento y las conductas: la educación, la ciencia, la moral y el arte. La lucha por la liberación nacional y social entonces, encuentra un campo de batalla concreto en el nivel de las idea: "...de pensamiento es la guerra mayor que se nos hace, ganémosla a pensamiento" decía el patriota cubano José Martí. Reconstituir un pensamiento revolucionario vigoroso, capaz de enfrentar la poderosa maquinaria de contaminación ideológica del Imperio, es el requisito indispensable en la lucha emancipadora. Al "pensamiento único", el posmodernismo y las ideas neoliberales es insoslayable oponerle: 1) Revalorización de nuestra auténtica cultural nacional y popular (aquella que rescata los valores democráticos y revolucionarios de las masas, como bien lo señalaba V.I.Lenin). 2) El rescate de nuestras mejores tradiciones de lucha, la memoria colectiva con sus héroes y significados. 3) Lo mejor del pensamiento revolucionario mundial y el aporte de las ciencias a la elaboración teórica-práctica. 4) La nueva ética (el "hombre nuevo" que pregonaba el Che), sostenida sobre los pilares de la solidaridad, el igualitarismo, el amor al prójimo y el respeto a la diversidad. 5) El pensamiento ecológico, que vincula al hombre, como ser social en armonía con la naturaleza. Estos cinco elementos constitutivos del nuevo pensamiento revolucionario están contenidos en el rescate de la figura de nuestro máximo héroe, José de San Martín. En él encontraremos el vigente mensaje del valor del rescate de los elementos democráticos y revolucionarios que contiene la cultura popular; la figura síntesis de las ideas y acciones libertarias de una época; la condensación del pensamiento universal más revolucionaria que se expresó en las luchas antiabsolutistas y democráticas; una ética basada en el desprendimiento, la generosidad, el sacrificio, el patriotismo y la justicia; y un visión ecológica -significativa para la época- que se basaba en la revalorización de la cultura de los pueblos originarios. Don José de San Martín fue hijo de su tiempo histórico, embanderándose desde muy joven en el partido de la "Libertad, igualdad y la fraternidad". Las ideas revolucionarias de los franceses de 1789, imbuidos en el pensamiento de Rousseau, Montesquieu, Voltaire, D´Alembert, entre otros, más la influencia del pensamiento progresista español de Jovellanos, Campomares y Flores Estrada, formaron al Libertador en las ideas de la Declaración de los Derechos del Hombre, la soberanía popular, el rechazo a la nobleza, a la inquisición y a todo tipo de privilegio de sangre, en la democracia y el concepto igualitario de ciudadanía. En el fragor de la lucha contra los ejércitos napoleónicos, los liberales españoles, aquellos que propiciaban una revolución democrática burguesa que sacudiera la España de las clases parasitarias, se vieron envueltos en tremendas contradicciones: Francia había dado el primer grito de libertad contra el absolutismo y ahora invadía con sus ejércitos ahogando el proyecto autónomo de revolución democrática. La lucha social y la lucha de liberación nacional se encontraban y aunaban, indefectiblemente, por el rigor de los hechos. El 2 de mayo de 1808 se produce el estallido popular en contra de la invasión francesa. El pueblo sale al combate, la represión inundará de muerte las calles de Madrid. Mientras los sectores populares batallan en nombre de la libertad, Fernando VII y la nobleza titubea o se entrega con tal de no perder sus privilegios. Los liberales españoles tienen que asumir el doble desafío: expulsar al invasor extranjero y producir la revolución democrática que derrumbe a la nobleza parasitaria. San Martín no sólo aprenderá durante esas jornadas las técnicas militares modernas, sino que será su campo de aprendizaje en la lucha revolucionaria. Incorporará el concepto de "pueblo en armas" y sabrá valorar la táctica guerrillera como herramienta de lucha popular contra las fuerzas de ocupación. Asimismo la experiencia peninsular le dará madurez ideológica para reafirmar la necesidad de profundizar la revolución democrática y el protagonismo del pueblo en defensa de sus legítimos intereses. Como bien sostiene el historiador y político Norberto Galasso, San Martín regresa a tierra americana una vez que percibe que la revolución democrática española sucumbe y que su continuidad se está desarrollando en las colonias de ultramar. El Libertador llegará a Buenos Aires en 1812, pero no para luchar contra el enemigo español -en principio-, sino para sostener el proceso revolucionario que pretende liquidar el privilegio y la nobleza. Cuando es restaurado Fernando VII y éste reprime al movimiento democrático que había brindado generosamente su sangre en nombre del Rey y la democracia, San Martín se define por la independencia y la secesión de España. De una etapa en que la confrontación era entre liberales y absolutistas, se pasa a otra donde la cuestión nacional ocupá el papel fundamental: Patria o Colonia. Si la revolución de Mayo -como señala Alberdi- es un capítulo de la revolución hispanoamericana, así como ésta lo es de la española y ésta, a su vez, de la revolución europea que tenía por fecha liminar el 14 de Julio de 1789, en Francia, la guerra emancipadora será el resultado de esta secuencia. San Martín entendió perfectamente, que la revolución democrática americana tenía que apelar a las masas populares como principal protagonista, la movilización del pueblo contra la tiranía y el despotismo imprimía así un sesgo social insoslayable, coincidente con la Declaración de los Derechos del Hombre y la soberanía popular. Es entonces que la participación de la población indígena en la guerra por la independencia toma una importancia mayúscula, y no sólo por el factor numérico, sino como elemento estratégico en la conformación de la nueva sociedad que soñaban los libertadores. San Martín supo actuar en consecuencia con los principios democráticos y populares y en toda su gestión pública estará presente su preocupación por el destino de los pueblos aborígenes. Dentro de los hechos concretos que vinculan a San Martín con los pueblos originarios, señalaresmos sólo algunos que demuestran a las claras lo dicho anteriormente. 1) La solicitud de incorporación de naturales de Yapeyú para la conformación del Regimiento de Granaderos a Caballo. 2) El intento de reeditar los "Comentarios Reales" del Inca Garcilaso de la Vega durante su estancia en Córdoba en 1816. 3) Su entrevista con los caciques pehuenches en el fuerte de San Carlos antes del histórico cruce de los Andes. 4) La proclama a los "indios naturales del Perú". 5) Los decretos suprimiendo el tributo y la servidumbre como asimismo el otorgamiento de la ciudadanía peruana a todos los pobladores aborígenes. 6) La reivindicación de las comunidades andinas por su sacrificio patriótico en la guerra emancipadora. Es sabido que las poblaciones guaraníes, bajo el régimen de los jesuitas, habían alcanzado un importante grado de desarrollo, tanto en lo económico como en lo social y cultural. El modelo endógeno de producción posibilitaba la autosuficiencia económica y habilitada a cultivar las artes y las ciencias en forma considerable. El estado de la "cosa pública" al arribo de Juan de San Martín era diferente y esto se agravaba con la constante incursión de los bandeirantes, esclavistas del imperio portugués que incursionaban en las Misiones a fin de porveerse de indios guaraníes para su infame comercio. En ese mundo, lejos de la tranquilidad idílica planteada por Ricardo Rojas, entre una inmensa mayoría de indios guaraníes, pocos criollos y menos españoles, transcurren los primeros años de vida de José Francisco. Seguramente pocos recuerdos se llevara de esa etapa de su infancia, pero es probable que la tradición oral de su familia lo haya compenetrado del clima guaraní de su tierra natal. En 1812, a su regreso al Río de la Plata y cuando se le asigna la tarea de conformar un cuerpo de granaderos a caballo, José de San Martín solicita la incorporación de trescientos guaraníes provenientes de las Misiones. Las noticias que tenía sobre los jinetes yapeyusenses lo motivan para que el gobierno de Buenos Aires gestione el reclutamiento de guaraníes de "talla y robustez" para ser incorporados al escuadrón de granaderos a caballo. El gobierno da curso al pedido con el consiguiente escrito: "...defiriendo al deseo que ha manifestado el benemérito comandante del nuevo cuerpo de Granaderos a Caballo, don José de San Martín, hijo del pueblo de Yapeyú, de reunir en su fuerza militar de su mando un número proporcionado de sus connacionales, por la confianza que de ellos tiene, a efectos de proporcionarles la gloria de que igualmente como todos los demás americanos, contribuyan con las armas al logro de la libertad de la patria que aspiran a esclavizar los tiranos". Sobre la incorporación de los guaraníes a las filas revolucionarias no hay documentación fehaciente, aunque José Luis Busaniche en "San Martín vivo" cita un documento inédito del Archivo General de la Nación, una presentación a San Martín de varios oficiales guaraníes llegados a Buenos Aires. El texto dice así: "La felicidad que por todos los caminos gloriosamente reina en esta Capital y Provincias Unidas, nos ha proporcionado la suerte de haber venido a ella con los reclutas de nuestro país que ha conducido el capitán Antonio Morales; ella nos ha dado el gusto de tener el honor de conocer a V.S. y de saber que es nuestro paisano...le rogamos sea nuestro apoyo para que prosperemos y disfrutemos de las delicias de nuestra libertad, elevando a nuestro Supremo Gobierno nuestras súplicas con los conocimientos que le damos a V.S. de aquel infeliz estado, y que desaparezcan aquellos restos de nuestra opresión y conozca nuestro benigno gobierno que no somos del carácter que nos supone, y así del de verdaderos americanos, con solo la diferencia de ser de otro idioma. Así pues señor, reiteramos los infrascriptos oficiales nuestra súplica esperando tener el feliz resultado de ser admitidos de su bondad. Dios guarde a V.S. muchos años. Buenos Aires 6 de mayo de 1813. Matías Abuin, Teniente; Miguel Agbi, Alférez; Andrés Guayaré, Alférez; Juan de Dios Albaya, Alférez". Sobre el tema, Norberto Galasso en su libro "Seamos libre y lo demás no importa nada. Vida de San Martín" cita algunos nombres guaraníes de soldados del ejército sanmartiniano, rescatados por Ricaro Luis Acebal. El ejército popular sanmartiniano se nutrirá primordialmente de los sectores populares de la sociedad y allí los indígenas juegan un papel semejante al de los criollos, mestizos y negros. "La ilustración es más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia", marcaba el Libertador, y agregaba que el fomento de las letras "...es la llave maestra que abre las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos", siendo su anhelo "...de que todos se ilustren en los sagrados libros que forman la esencia de los hombres libres". Entre tales libros consideraba que tenía que estar incluido los "Comentarios Reales" del Inca Garcilaso de la Vega. En su viaje a Córdoba en 1816, San Martín propone reeditar la obra del mestizo Garcilaso de la Vega. Lamentablemente el emprendimiento no prosperó, pero vale destacar la propuesta y el párrafo donde señala que "...es un documento que hace tanto honor a los naturales del país". Reivindicación de la cultura indígena e incorporación de la historia precolombina como parte integral de la historia de los americanos. Todavía hoy no hemos entendido esta señal tan clara para alcanzar la verdadera historia de Nuestra América que nutra a sus hijos de verdad, conciencia e identidad. En la "Historia de San Martín y la independencia Sudamericana", Bartolomé Mitre dice: "...desde 1814 el gobernador de Cuyo (San Martín) cultivaba relaciones amistosas con los indios pehuenches, dueños entonces de las faldas orientales de la cordillera al sur de Mendoza, a fin de asegurar por los pasos dominados por ellos el tránsito de sus agentes secretos de Chile y tenerlos de su parte en caso de invasión del enemigo". En septiembre u octubre de 1816, meses antes del cruce de la cordillera, San Martín acuerda un parlamento con los caciques pehuenches en el fuerte de San Carlos, sobre la línea fronteriza del río Diamante. La intención del Libertador era ganarlos para la causa independentista y lograr un acuerdo para que un destacamente cruzara la cordillera por esos territorios. Parece que luego los aborígenes lo visitaron en El Plumerillo. Según cuenta Manuel de Olazábal, San Martín les explicó lo siguiente a los caciques allí reunidos: "...que los había convocado para hacerles saber que los españoles iban a pasar desde Chile con un ejército para matarlos a todos y robarles sus mujeres e hijos. Que en vista de ésto, y siendo también él indio, iban a pasar los Andes con todo su ejército y cañones para acabar con los godos que les habían robados sus tierras a sus padres. Pero para poderlo hacer por el sur, como pensaba, necesitaba el persmiso de ellos, que eran sus dueños". Salvo tres caciques, el resto aceptó el pedido del Libertador. Es conocido que Mitre, padre de la historia oficial -la de las clases dominantes- patrocinó la versión que San Martín había utilizado a los indios pehuenches sabiendo de antemano que lo iban a traicionar. No es extraño que el fundador del diario La Nación haya elegido solo algunas de las fuentes (la que favorecía la postura antiindigenista) para hacer incapié en la posición que dejaba a los aborígenes caracterizados por su "natural perfidia". Pero a la luz de otros documentos y los hechos mismos, se demuestra que San Martín necesitaba una alianza con los indígenas. Más allá de estar comprobado que las tropas emancipadoras que cruzaron por El Portillo y El Planchón no fueron acosadas por los naturales, sino que recibieron apoyo. También hay que rescatar la carta que el Libertador le envía a Tomás Guido, donde dice: "...concluí con toda felicidad mi Gran Parlamento con los indios del sur; no solamente me auxiliarán al ejército con ganados, sino que están comprometidos a tomar una parte activa con el enemigo". El problema radica que lo que narra Olazábal sobre el mensaje de San Martín es sumamente irritante para la oligarquía terrateniente: los indios son los verdaderos dueños de la tierra y éstos fueron desposeidos por los tiranos. Era necesario imponer la versión que San Martín no hablaba en serio, que sólo se trataba de artimañas. Fuera de la documentación existente, el análisis político-histórico demuestra que el Libertador, como en otros sucesos, buscaba incorporar a los indígenas a la lucha emancipadora. No bien llega al Perú con su ejército libertador, San Martín lanza la siguiente proclama en quechua, aymara y castellano: "A los indios naturales del Perú: Compatriotas, amigos descendientes todos de los Incas. Ya llegó para vosotros la época venturosa de recobrar los derechos que son comunes a todos los individuos de la especie humana, y de salir del estado de miseria y de abatimiento a que le habían condenado los opresores de nuestro suelo. Los nobles motivos que nos impelieron a sacudir el yugo de la España son demasiado notorios a todo el mundo. Vuestra misma sensibilidad cada día forzada a vejaciones nuevas, es el justificativo más tocante. La conducta pues, que han seguido los gobiernos independientes de la América, acreditan que nuestros sentimientos no son otros, ni otras nuestras aspiraciones, que establecen el reinado de la razón, de la equidad y de la paz sobre las ruinas del despotismo, de la crueldad y de la discordia". "Guiados por estos mismos sentimientos, yo os ofrezco del modo más positivo hacer todo cuanto esté a mi alcance, para aliviar vuestra suerte, y elevaros a la dignidad de hombres libres; y para que tengais más fe en mis promesas declaro que desde hoy queda abolido el tributo, esa exacción inventada por la codicia de los tiranos para enriquecerse a costa de vuestros sudores, y para degradar vuestra facultad física y mentales a fuerza de un trabajo excesivo. ¿Y sereis insensibles a los beneficios que yo a nombre de la Patria trato ahora de proporcionaros? ¿Olvidareis también los ultrajes que habeis recibido sin número de los españoles? No, no puedo creerlo; antes bien me lisonjeo de que os manifestareis dignos compatriotas y descendientes de Manco Capac, de Guayna Capac, de Tupac Yupanqui, de Paullo Tupac, parientes de Tupac Amaru, de Tembo Guacso, de Pampa Cagua. Filigreses del Dr. Muñecas y que cooperareis con todas las fuerzas al triunfo de la expedición libertadora, en el cual están envueltos vuestra libertad, vuestra fortuna y vuestro apacible reposo, así como el bien perpetuo de todos vuestros hijos. Tened toda la confianza en la protección de vuestro amigo y paisano, el General San Martín". Así el Libertador comunica a la población autóctona los objetivos de la revolución, cuya adhesión a la causa patriótica será inmediata. La lucha emprendida por los guerrilleros mestizos, indios y criollos en el Alto Perú se sincronizará con las de las fuerzas del ejército libertador. Es dable destacar en la proclama la reivindicación de los mayores exponentes de la civilización incaica, como asimismo la del cura Muñecas, ferviente patriota que acaudilló a las masas indígenas de Larecaja, legislando en favor de las comunidades indias y sublevándose junto al revolucionario andino Pumacahua. Esta proclama no es meramente descriptiva, sino que apela a la conciencia de los indígenas para incorporarlos a la lucha patriótica, a la revolución y a la conquista de sus derechos. Ya proclamada la independencia del Perú, el 27 de agosto de 1821, San Martín decreta: "...después que la razón y la justicia han recobrado sus derechos en el Perú, sería un crimen consentir que los aborígenes permaneciesen sumidos en la degradación moral a que los tenía reducido el Gobierno Español, y continuasen pagando la vergonzosa exacción, que con el nombre de tributo, fue impuesta por la tiranía como signo de señorío. Por lo tanto declaro: 1) Consecuente con la solemne promesa que hice en una de mis proclamas del 8 de septiembre último, queda abolido el impuesto, que bajo la denominación de tributo, se satisfacía al Gobierno Español. 2) Ninguna autoridad pordrá cobrar ya las cantidades que se adeuden por los pagos que debían haberse hecho hasta fines del año último, correspondientes a los tercios vencidos del tributo. 3) Los comisionados para la recaudación de aquel impuesto deberán rendir las cuentas de lo percibido hasta la fecha al Presidente de su respectivo Departamento. 4) En adelante no se denominarán los aborígenes, indios o naturales; ellos son hijos y ciudadanos del Perú, y con el nombre de Peruanos deben ser conocidos". Esta, entre otras medidas que toma el Libertador en Lima, motivará el odio de la rancia oligarquía peruana que conspirará hasta derrotarlo políticamente. El "pecado" de San Martín fue haberse alineado con los sectores progresistas y las masas desposeídas. Si bien Simón Bolivar culmina la campaña independentista en las sierras peruanas con el triunfo del Mariscal Antonio José de Sucre en Ayacucho (9 de diciembre de 1824), éste también sucumbe ante las intrigas de la aristocracia limeña. Una vez apartados del escenario político los libertadores, los decretos y proclamas democratizadoras serán archivadas para benepláciato de las clases dominantes. Muchas veces se argumenta que las comunidades indígenas fueron indiferentes durante la guerra por la independencia. No sólo esto es falso, sino que contiene una intencionalidad política que pretende apartar a las masas de pueblos originarios de hoy de la lucha por la segunda y definitiva emancipación. Uno de los pasajes más heroicos de la lucha independentista se dió en las sierras andinas. Pero ¿quiénes hoy conocen a los grandes protagonistas de esas jornadas? ¿por qué no aparecen en los libros de textos las figuras de Juana Azurduy, Juan Asencio Padilla, José Antonio Alvarez de Arenales, Idelfonso de las Muñecas, Ignacio Warnes, José Miguel Lanza, José Vicente Camargo, José Eustaquio Méndez, entre tantos otros que se podría nombrar? La explicación es simple: las clases dominantes no quieren que los pueblos conozcan estos ejemplos de unidad popular en la lucha contra los opresores. No es conveniente que se difundan hechos que marcan a la claras que la guerra por la independencia tuvo etapas decisivas gracias a la vinculación de la lucha nacional con la lucha social. La alianza plebeya conformada en las sierras andinas -criollos pobres, pequeña burguesía ilustrada, mestizos artesanos y comerciantes, indios agricultores y pastores- opuso a las fuerzas colonialistas una verdadera guerra de guerrillas enmarcada en el concepto de "pueblo en armas". La insurrección instalada desde tiempo inmemoriales en la región tomó un vigor inusitado con la irrupción del ejército libertador sanmartiniano. La represión hacia el pueblo también se incrementó. Tortura, asesinatos, juicios sumarísimos, incendios de pueblos enteros, fusilamientos, horca, robo y violaciones fueron los métodos que utilizaron los colonialistas para contener el fervor patriótico. Ni mujeres, ni niños, ni ancianos escaparon del terror realista. Tal vez en este escenario haya sido donde más cantidad de actos heroicos se produjeron en la guerra por la independencia, y el protagonismo indígena fue inherente a tal resistencia. Miles de indios dieron su vida por la revolución, lucharon codo con codo con los comandantes sanmartinianos, fueron los mejores combatientes del Gral. Arenales en la sierra y dejaron nombres memorables para reconstruir la historia de nuestros pueblos en sus páginas más gloriosas. Allí están, entre tantos otros, los nombres de María Parado de Bellido y Basilio Auqui, como asimismo infinidad de anónimos que alcanzaron esa "gloria como igualmente cualquier americano" de que hablaba el Libertador cuando convocaba a sus paisanos guaranies. Entendiendo la guerra emancipadora como una etapa en la lucha por la segunda y definitiva independencia, es que vale destacar la conformación de la alianza plebeya condensada en el ejército sanmartiniano como una herramienta válida para el presente en la pugna contra el enemigo imperialista. Todos los revolucionarios latinoamericanos debemos comprender que nuestros pueblos tienen raíces, que hay experiencias de luchas que tienen que ser enseñanzas concretas para las próximas que se avecinan, que la cultura nacional y popular es patrimonio de nuestos pueblos y que es un arma imprescindible en el combate por la liberación, y que nuestra historia debe ser reconstruida porque es la base de nuestra identidad como nación que merece estar emancipada. La figura de San Martín debe ser un referente necesario en la tarea de construcción de un pensamiento y acción genuinamente revolucionarios, por ser patriota, anticolonialista, democrático, latinoamericanista, honrado y combatiente. "Mi misión es proteger al inocente oprimido, favorecer al desgraciado...yo vengo a poner fin a este tiempo de miseria y desgracias". General José de San Martín. * Parte de la nota publicada por el autor en abril de 2001.
Posted on: Mon, 19 Aug 2013 20:33:35 +0000

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