En el libro Azteca el señor Juan Damasco narra estos datos raros: Para entonces, era lo suficientemente mayor como para haber oído hablar de las terribles asechanzas que nos aguardan en la oscuridad de la noche, ocultas a la visión de cualquier persona. Allí estaba Chocacíhuatl, La Llorona, la primera de todas las madres que murió al dar a luz; por siempre vagando, por siempre lamentando la muerte de su hijo y la pérdida de su propia vida. Allí estaban las calaveras descarnadas y separadas de sus cuerpos, que flotaban a través del aire, cazando a aquellos viajeros que había sido atrapados por la oscuridad de la noche. Si algún mortal llegaba a vislumbrar algunas de estas cosas, sabía que era para él un presagio seguro de muerte o de infortunio. Había otros habitantes de las tinieblas, pero no eran tan pavorosos. Por ejemplo, estaba el dios Yoali Ehécatl, Viento de la Noche, que soplaba fuertemente a lo largo de los caminos nocturnos, intentando agarrar a cualquier hombre incauto que caminara en la oscuridad. Sin embargo, Viento de la Noche era tan caprichoso como cualquier otro viento. A veces agarraba a alguien y luego lo dejaba libre, y cuando esto pasaba, a la persona se le concedía incluso algún deseo que ansiara su corazón y una vida larga para gozarlo.
Posted on: Thu, 21 Nov 2013 18:23:29 +0000
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