En folio de infolio En una edad muy avanzada del conocimiento, los hombres de ciencia, ante la inminente destrucción de la especie humana por su peor enemigo: la especie humana, idearon la máquina del tiempo soñada por Wells y dispararon hacia el remoto pasado a una buena tropilla de hombres y de mujeres para que así sobrevivieran a la catástrofe. Sólo entonces se percataron de que, a despecho de los homínidos que raspaban piedras o lanzaban proyectiles rodados antes de la glaciación de Mindel, ese viaje a la prehistoria había determinado, en la niebla de los tiempos, la verdadera aparición del homo sapiens sobre el planeta. Lo cual equivalía a decir que el hombre no había existido jamás. Que era apenas una ilusión (la ilusión del tiempo y de la inútil conciencia) entre dos eternidades, entre dos trampas que lo confinaban: el surgimiento de un maligno absurdo en medio de la materia inocente, en una historia eternamente recomenzada como en el pálpito de Nietzsche. No tenía porvenir ni pasado ni vínculo propiamente dicho con el universo. Germán Espinosa
Posted on: Mon, 23 Sep 2013 18:35:59 +0000
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