Encontré la parte primera de la obra de teatro que os he - TopicsExpress



          

Encontré la parte primera de la obra de teatro que os he mencionado. La escibí en 2001 concretamente en enero. Si queréis pasar un ato divertido, sólo para los que vienen en Torrelodones, leerla, los demás abstenerse. LA VENGANZA DE DON MENGO También conocida por : Quousque tandem Carrete... En la foto, y en primer plano, Doña Benjumea de Mencía, más atrás Don Mengo, Don Enriquez, Doña Cristolfa la estilista. En el suelo, el cliente del estanco que murió de inanición. Con el capirote, el Señor de la Humosa y mudo y escondido, no se le ve, Don Rodrigo de Benamejí, marido de Doña Benjumea de Mencía). El escenario, la acreditada cafetería “La Posada Real”. Astracanada, para teatro, en tres jornadas y tres desenlaces. Torrelodones en la Navidad de 2000 La venganza de Don Mengo (quousque tandem Carrete...) La venganza de Don Mengo es un remedo del clásico de Don Pedro Muñoz Seca, La venganza de Don Mendo, situando a los personajes en la misma época y desarrollando la acción en un pueblo de la sierra noroeste de Madrid. Desfila por ella lo más destacado de la villa, con la necesaria exageración de los hechos, por lo que el autor pide las oportunas disculpas, ya que sólo se pretende provocar la risa sana y poner en negro sobre blanco lo que sólo se puede decir bajo la forma de astracanada. (El escudo de Don Mengo contiene una torre vigía, desde la que el Señor feudal controla los movimientos de los políticos locales, un Lodón, árbol autóctono, plantado por los siervos, para que el perro de Don Mengo orine por las mañanas, y por último dos lobos que se disputan el poder sobre tierras urbanizables de la aldea y los siervos que en ella moran). Ver foto. La obra se desarrolla en tres jornadas. Jornada Primera La acción transcurre en la posada de un pueblo de la sierra de Majerit. Su nombre: La Posada Real. En el fondo del escenario su dueña Doña Benjumea Mencía y su marido Rodrigo de Benamejí, están detrás de la barra, donde se agolpa la gente. En primer plano mesas con dos o tres paisanos. A la derecha una gran celosía, detrás de la cual sale un continuo murmullo de personas que, al parecer, están discutiendo los más diversos temas. A la izquierda del escenario un juglar, ciego y sordo, señala, sobre un cartel y con un puntero muy largo, una escena que hay dibujada en el mismo, a modo de viñeta. La acción transcurre en el Siglo XII, en un pueblo de la sierra de Majerit, siendo, por aquél entonces, Señor feudal de la comarca Don Mengo de la Partida. Al comenzar la acción un foco alumbra al juglar, permaneciendo en penumbra el resto del escenario. Juglar Desde León voy contando A barones y condeses A personas y marqueses, Que al pueblo estoy relatando, La muy triste historia, Del que tenga Dios en gloria, El feudal Señor Don Mengo, Todo iba bien, vive Dios, Hasta que llegó el momento Que pongo punto y apunto sólo con mi puntero. Se apaga el foco y vuelve a encenderse iluminando, esta vez, a un escribano, que con pergamino y pluma de ave escribe, mientras lee en voz alta, los versos que va componiendo. Don José de Alferecía No andaba, no, muy errado El que algún día decía Que fácilmente podría Ser alcalde del poblado. Y es que una cosa me priva El hacer sonar la rima. Que es buen camino a la cima De la gestión colectiva. Ando liado, preocupado y empeñado, al buscar Con qué buen señor rimar El apodo de “carrete”, Que es la autoridad que: donde va, la mete. Y me anulo y me atribulo Y mi horror no disimulo, Si antes de terminar el verso No he podido encontrar Ese apellido perverso Que con “carrete” rimar. Y repasando, sin prisa, todo el actual consistorio Es obligado empezar, Partiendo del más notorio, Por ver si puedo rimar Muñoz o Enrique a “carrete”. Pero... me encuentro zoquete Aunque lo hago y deshago No puedo conseguir el verso Ni del anverso Ni reverso Ni de cualquier otro lado Perseverar quiero en el empeño, Con el segundo de lista, Denme ustedes una pista, Que debe ser Agustín Que por eso de ser maño Sustituyó a otro, antaño, En lo de: “ahora yo hablo por ti”. Y que me dicen, Mercedes, Esa si que no la rima Ni el Alcalde, ni su prima, de García de Paredes Después, después veamos; Hay uno que dice Que nos evita el robo Que a ese hay que mencionarle Aunque sólo sea por bolo. Según lo tengo ya oído, Pocos quedan en el pueblo Que no fueron sometidos Al más vil de los atracos. Y sobre esto ya vuelvo Que es asunto crucial Pues para ese concejal (de seguridad, él dice) Torre es serenidad. ¡Será en su casa!, respondo. Ya que el cabreo es redondo Por tanta animalidad. Nos vacían casas y haciendas Y él no se llega a enterar Será que no lee los partes Que en la Policía están. Dejemos pues al buen mozo De la intentona versar Que el despiste que se lleva Nos puede a todos dañar. Por otro lado es seguro Que siendo Señor de Humosa No hay forma de rimar la cosa Con el de “carrete”; ¡qué apuro! Además, ¡hay que porfía!, De nombre lleva por nombre El del ángel protector Que con enorme fervor, Y mirándole en su cumbre, El de Torre siempre fía. Dice él, escucha y pon atención, Que la culpa la tenemos Por vivir en población Que siempre que lo queremos Tenemos Vial comunicación. Pues así la conclusión: Llenar las calles de piedras, Y evitar circulación. Y de otros muchos: Mur, De la Rocha, Orozco... Que para casarlo a conozco Sería la solución. Pero me juego mi ya robada hacienda. Que no sería posible, ni presentando una enmienda, El rimarlo con “carrete” El que: donde va la mete. Y ya no me quedan más Pues alguno que echa en falta Prefiero no mencionar. Resta, eso sí, el que se llama Navío Que sólo poniendo río La rima conseguiría Pero cualquiera podría Señalar lo incorrecto En mezclar la tontería Con persona de talento. Quede pues la duda eterna Que puede, paciente lector, Repasando larga lista O fijándose con vista En los chicos del sector ..Y en los nombres de la terna. Se hace un silencio durante el cual el Señor de Alferecía hace muestras de pesar y de pensar. De nuevo continúa con sus versos. Don José de Alferecía ...si sólo fuera el de Humosa ya sería, ya, otra cosa o si se trata de edil que de cien formas mil, podría rimar la prosa. Veamos con lo de edil. Destierro ya de mi mente, Para ser algo indulgente, La fea palabra: vil. ¿Y sutil? ¿Por qué no: carril? ¿O gentil? Coro de clientes de la posada Mandril. Cerril Buril Atril Barril Mandil Febril Don José de Alferecía Y si es de color, pues... añil ¿Y si vive en un cubil? Con esa intención,.. reptil? ¿Y si es muy grande y fuerte? Tentaría en dicho caso la suerte De llamarlo varonil. Vea la vuesa merced Lo sencillo que es versar Cuando la palabra es tal O la palabra es cual. Pero si intento carrete, Salvo eso que: la mete, Ni al principio ni al final. El foco ilumina la puerta. El resto sigue su vida a media luz. Por el acceso a la posada entra, corriendo, un caballero bien vestido pero angustiado y pesaroso, más que eso, derrotado. Al verlo, Doña Benjumea de Mencía, le ayuda a sentarse. Doña Benjumea de Mencía Don Pero, decizme, hablad, No me tengáis de aquesta forma angustiada, ¿Es que los moros la plaza tienen ya sitiada? No será, ¡válgame Dios! No quiero pensarlo, no. Que me horroriza intuir lo que puedo haber pasado. ¿Fuisteis?. Don Pero Lope de Avellaneda Fui. Doña Benjumea de Mencía ¿Y osasteis?. Don Pero Lope de Avellaneda Más que eso. ¡Me atreví!. Doña Benjumea de Mencía Reposad aquí un momento. Sentaos, acomodaos, calmaos mi buen Don Pero Pues profundamente siento El triste acontecimiento Y lo que pudisteis sufrir hasta llegar al cero. Don Pero Lope de Avellaneda Bien lo sabeis, Señora, ya que en alguna ocasión Tengo entendido, Habeis vivido Ésta horrible situación. Mientras, Doña Mencía, Si le place a vuesa usía ¿No podría Servirme una infusión Que calmara, en buena hora, esta fatal conmoción?. Doña Benjumea de Mencía Se lo digo a Loli ahora Que es una buena moza De las de carnes prietas Y piel como la loza A la vez que servidora. Don Pero Lope de Avellaneda ¿Y dígame la razón por la que dejó sin casar, Lo de prietas? Doña Benjumea de Mencía No sé Perdonad, no pude encontrar La palabra a rimar Don Pero Lope de Avellaneda Pues fácil lo puso el guionista Añadiéndole una te... Y quitando lo del pri... Ya sólo le quedan las... Doña Benjumea de Mencía ¡Callad buen Don Pero, Que es usted un caballero!, Y aquí yo no quiero oír Palabras comprometidas. Pero Don Pero, seguid, Seguid con el aquél tan espantoso relato. Don Pero Lope de Avellaneda Eschuchad, Oid. Era pronto en la mañana Cuando, todavía, Sobrado el tiempo tenía Para tomar muy tranquilo El carruaje de Castro. Pensé, pobre de mí, Que podía Ir a una ciberposada Y desde allí Poner un email a Madrid. Doña Benjumea de Mencía Y... Don Pero Lope de Avellaneda Entrar decidí. No fui todo lo astuto, Y sólo le pasa a un bruto, Lo que me pasó a mí. Pergamino, cinta y lacre necesitaba, Para escribir en un vuelo, La carta que por e-mail no echaba. Y pasé... Doña Benjumea de Mencía ¿Subisteis? Don Pero Lope de Avellaneda Subí. Doña Benjumea de Mencía ¿Entrasteis? Don Pero Lope de Avellaneda Entré. Y enseguida, ya lo ví, El error que cometí. Llevaba sólo Un real de oro. Doña Benjumea de Mencía ¡Pero eso son mil ochavos! Don Pero Lope de Avellaneda ¿Ahora vos me lo decís? Doña Benjumea de Mencía ¿Y de cuanto fue la venta? Don Pero Lope de Avellaneda ¡De diez! Doña Benjumea de Mencía ...Pues, si me sale la cuenta... Don Pero Lope de Avellaneda ¡Pardiez!, Novecientos noventa. Doña Benjumea de Mencía ¿Y uno tras otro os dio?. Don Pero Lope de Avellaneda Con toda la calma. Doña Benjumea de Mencía ¡Es para encoger el alma! O el corazón entero. Don Pero Lope de Avellaneda Son las cosas del dinero. Y así el tiempo pasaba Echando en el mostrador Un ochavo y después otro. Y cuando la cuenta llegó Por los quinientos cuarenta, La gente que allí esperó Ya se había dado cuenta De lo que a mí me pasó. Y me consolaban y decían: “No se atribule el Señor, Que no es usted el primero Que ya otro caballero Murió aquí de inanición. Y antes aún peor... Doña Benjumea de Mencía ¿Y qué moneda llevó el osado caballero? Don Pero Lope de Avellaneda ¡Doña Ben!, no es cuestión. Que al final yo lo perdí... Doña Benjumea de Mencía ¿El dinero o el honor? Don Pero Lope de Avellaneda Ni dinero ni honor, Que eso lo conservo intacto. Fue el carruaje de Castro Que en punto salía a las diez. Se me hundió mi altivez De la que gran gala hacía. Pero, atended Doña Mencía Ved que el Señor de Benamejí, Vuestro esposo, Quiere algo decir, sí. Doña Benjumea de Mencía Lo dudo Pues sabed Que el de Benamejí Quedó mudo A causa del ajonjolí, Que tomo en demasía, Un día del mes de abril. Y esa es la razón por lo que yo Ahora hablo ya por mil. Don Pero Lope de Avellaneda Vos sois cauta, Sois discreta. Doña Benjumea de Mencía Lo intento, me esfuerzo, Pues no quiero, ¡Vive el cielo!, Me penalicen de nuevo. El foco enfoca (muy propio si está encendido) al escribano. Como siempre el resto del escenario sigue a media luz. Don José de Alferecía Veamos: Paquete, Sujete, Sorbete, Cachete... Pero de estos ninguno Es apellido oportuno Para rimar con carrete. Nuestro buen escribano sigue en actitud pesarosa por no resolver el problema de rimar a carrete. En ese momento el foco se vuelve a la puerta. Suenan trompetas y gritos de bienvenida. Los actores se acercan a la entrada para ver quién llega. Se cierra el telón. Muchos aplausos. FIN DE LA PRIMERA JORNADA Jornada Segunda Al levantarse el telón, la escena continúa tal y como termino en la primera jornada. Vuelven a sonar trompetas y gritos de alabanza tales como: ¡viva el nuestro señor!. Aquí se pueden poner tantas bobadas como lo considere oportuno el director, que para eso lo es. El foco ilumina la puerta de acceso a la posada que se abre y entra Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla, provincia de Cuenca. Es un personaje grueso, barbado, serio y de andar lento y parsimonioso. Le acompaña Don Agustín de Aragón, pariente que es del primo de Zumosol, y que es ese maño, del que ya habló Don José de Alferecía, en la primera jornada. Don Agustín de Aragón Sabéis, mi buen Señor, Vizconde de la Buena Tabla, Que aquí estoy Para hacer de portavoz Que si se trata de habla. Vengo, me planto y voy. Pero me habréis que decir lo que debo decir yo. Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla Mi buen y fiel servidor, Que ya pocos me quedan Con semejante valor. Decir lo que convenga mejor podéis. Pero, eso si digo y lo digo una sola vez, No habléis, De comida, por favor. Don Agustín de Aragón Se rumorea que Marta Está ya bastante harta. Que dice que necesita Alguna actividad tener Para, es un suponer, Ocupar su tiempo libre.. Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla Debió pensarlo mejor Que tuve que claudicar Y tomar de Bayer mil. Tal fue el dolor Que en la cabeza me dio. Don Agustín de Aragón Pero eso ha sido, mi Señor, Por el vino de Logroño Y no de la Marta razón. Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla ¡Qué coño! ¡Si lo sabré yo!. Que una cosa es el buen vino, Que Macarena me dio, Que ya sabes que el Botella Tiene el mejor olor. Y otra cosa es la traición. Pero ya estamos hablando De cuestiones de pitanza. Que se lo toman a chanza Y no quiero hablar de eso Que enseguida yo le añado El mejor de los de cabra, El queso. Ya sabes que luego, Agustín, La gente es mala, perversa y parla Es cruel con su Señor Y le ofenden por obeso. Como si delito fuera El yantar en exceso. Comer no hace daño Yo recuerdo, de antaño, Las panzadas que me daba. Entonces si que estaba, Como dice el personal, de buen año. Pero la política, Agustín, Sacrificio es del obeso, Pues estando todo el día Con un canapé en la mano... En la calle se oye un ruido de multitudes gritando frases de indignación. Populacho Dad de alta la urbanización. Recoged pronto basuras. Mejorad la circulación Poned más carruajes Para poder ver la función, Que en el Corral de Cultura, Hacen con tanto primor Don Miguel y sus muchachos. Pagamos contribución Los diezmos y las primicias Pasan al vueso zurrón, que aunque colectivo es, lo administráis vos. Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla Decidles, habladles vos Agustín, Pensad que os tengo nombrado Para que habléis por mí. Salid, presto salid Y decid Que tienen que esperar un poco. ¿O es que vos tenéis ordenes De Florencia o de ese loco Para mí contravenir? Don Agustín de Aragón Bien sabéis Señor Que un buen maño A nadie le causa daño Y sólo obedece una voz. Y esa voz es la vuestra. En ese momento el foco, al que tanto trabajo se le da en esta tragicomedia, ilumina al escribano. Don José de Alferecía ¿Y de las multas?, Señor... Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla Qué tristeza Qué desengaño Y aún se quejan. ¡Ay que daño!. Les puse un lugar, donde Jugar pudieran, Al frontón o al tenis Que ahora no sé cómo lo llaman. O que hagan Lo que les venga en gana. Por eso de que son suyos Con los que el año pasado Les regalaron los suevos. Los... Agustín de Aragón sale de la escena por la manoseada puerta. Queda sólo Don Enriquez. El foco se apaga y se enciende nuevamente sobre el escribano. Don José de Alferecía Saquete Moflete... Si fuera Don Nuño, O Martín Ya lo tendría al fin Hasta con Godofredo podría. Voto al cielo, a fe mía, Que con carrete No puedo. La entrada a la posada vuelve a ser protagonista ya que por la misma entra una bella joven corriendo y mirando hacia atrás como si alguien la persiguiera. Doña Cristolfa Entre la muchedumbre, Que al amparo de la lumbre en la posada refugia, He de esconderme o muero. Pues no quiero, O mejor, no puedo, Hacer semejante trabajo Ya que caería muy bajo En eso de cortar el pelo. Peluquera soy, no esquiladora, Y el que me entró ahora... Doña Benjumea de Mencía Aflojad que parece otrora Que acabáis de ver Al comendador del Tenorio. Doña Aldolfa No, fue Osorio. El de la rosa y el puño, Vamos, el pariente de Nuño, Ese que hace de cualquier cosa jolgorio. Doña Benjumea de Mencía Notorio. De nuevo el escenario se queda a oscuras unos breves instantes. Ilumina el foco a dos personajes cualesquiera que están tomando unos vasos de vino de cariñena, que es el que regala Macarena a todo los empadronados. Don Rigoberto Buenos días tenga Don Recaredo Perdóneme usted Pero me parece cortés Que hacer tengo lo primero Preguntarle: ¿cómo sigue su hipoteca?. Don Recaredo Bien, aunque la tengo subida, Ya sabéis vos lo que yo pasó Con el Marqués del Doblón, Pues si conocéis el caso, Es un tema de por vida. Don Rigoberto No me lo diga Lo sé Don Recaredo Fijaros, triste historia la mía, En un maladado día, Me permití, tontería, El cometer la osadía De pedir dinero al banco. Si nómina dijeron tenía, Si algún bien poseía, Si de fincas vivía O si al menos podía Hacer negocios con Mario. Que dependiendo de ello Punto más o punto menos Del Mibor la subirían. Y ahora me dicen, ¡Narices!, Que lo del Mibor sería Una enorme tontería. Lo que priva, con la unión, Es el euribor, ¡Señor!. Y es que yo ya no me entero En cuestiones de dinero. Al final le dije, A ese Señor del banco Que gran amistad tenía Con el nuestro Amo y Señor Don Mengo, que Dios tenga en Gloría, Que sería capaz De imitar La misma bufonería Del Conde del Linhogar. Hay nuevo cambio de personajes por lo que se apagan las luces del escenario para retomar la nueva acción de la trama. Suenan aleluyas y misereres y entran en la posada el Abad y sus feligreses. El Abad bendice a su paso a actores y público. Abad Estuvo hoy bien el rito, Que el día de San Benito, Tengo a bien celebrar. Aunque, ya sé que, aquí el vuestro Santo (al que queréis tanto) Es el paciente San Roque, Por representar, el pobre, El delito primero Que se cometió en Torre. Señor de la Humosa Que no fue delito, Abad, Sólo una chiquillada, Y no tenemos pliegos Que allí reflejen el hecho. Y en cualquier caso Es claro que la culpa Tuvo el acceso Al cortarle al Santo el rabo. Quede claro que no hay hecho Y por tanto archivado. Abad Pero que ¡bestia!, bruto, ¿Pero no cree dice cortado Al Santo el rabo y no al perro?. Dejemos al de la Humosa, Seguir haciendo el canelo. Entremos fieles, entremos. Si Doña Mencía cumple, Tendrá puesto en la lumbre El famoso lacón con grelos. Que pronto he de probar, Aunque ahora sea Hora de desayunar. Sin más el Abad pasa, bendiciendo a todos y con sus feligreses, al otro lado de la celosía. Erre que erre el escribano Don José de Alferecía vuelve a la carga. Don José de Alferecía En habiendo recibido La Bendición del Abad Y no estar consumido Por aquesta ansiedad, Puedo intentarlo de nuevo. Me refiero, A eso de rimar El condenado carrete. Con algún procer de ciudad Minarete Clarinete Soplete .... FIN DE LA SEGUNDA JORNADA El público aplaude entusiasmado pidiendo que salga sin falta el director y el autor para dar por terminada la obra. Se cierra el telón y se procede a un descanso de diez minuto para poder ir a los servicios o para salir a recoger algún arma arrojadiza para el final. Jornada Tercera Don Recaredo Y si, haciendo un favor al autor, ¿Jugamos a las siete y media? Don Rigoberto ¿Y por qué marca esa hora tan rara?. Pudo ser luego... Don Recaredo La verdad que no lo entiendo. O aquí todos son tontos O no han leído a Don Mendo. Don Rigoberto, ¡por Dios! Que el autor está escribiendo La venganza de Don Mengo, Que le tengo dicho Es el Señor feudal De toda el litoral Desde Génova a Florencia. Y no hay que tener mucha ciencia Para adivinar, colegir o razonar Que más manda el de Génova Aquí que otro del lugar. Don Rigoberto Anonadado me quedo De saber que en esta Torre El de Génova ha mandado. Y por otro lado, ¿Dónde ha quedado la hombría al perder ¡Qué felonía¡ la propia identidad que la Torre y el Londón en todo tiempo A los vecinos ha dado. Don Recaredo Pues.. en Génova ha quedado. Terminada la muy imbécil discusión sobre poderes y mando, se escucha el sonar típico de un teléfono móvil. De inmediato, todos los actores presentes en escena incluido el Abad que regresa de detrás de la celosía echando más bendiciones, meten mano a su zurrón sacando un teléfono móvil que abren y se lo acercan a la oreja. Todos a la vez ¿Diga? ¿Quién es? Aquí nada se escucha. Queda enganchado a su móvil Don Enriquez. Los demás lo guardan de mala gana. Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla No, una y mil veces no. Le tengo dicho, que con uno no me vale Que tienen que ser muchos ¿Cinco? Pero ¿qué se piensa usted?. Por hacerle un favor Accedo a dejarlo en diez. ¿Qué es mucho?.. diga, diga le escucho. No entiendo... No es un abuso Es lo que obliga La normativa Si, si la vigente Que la gente Necesita el retranqueo de metros diez Ya que de la real calle se trata ¡Pardiez¡. Y sabed, por Alá o por Mahoma, Que allí está la Tahona Lugar del mejor yantar Diga lo que diga La Bola de Cristal. Apaga el móvil y lo guarda en su zurrón. Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla La verdad es que pierdo Mi Buena Tabla Cuando de comer se habla. Se escucha, de nuevo, el sonar típico de un teléfono móvil. De inmediato, todos los actores presentes en escena incluido el Abad que regresa de detrás de la celosía, echando más bendiciones, meten mano a su zurrón sacando un teléfono móvil que abren y se lo acercan a la oreja. Todos a la vez ¿Diga? ¿Quién es? Aquí nada se escucha. Doña Mencía, ¿Tiene usted cobertura? Doña Benjumea de Mencía ¿A la plancha? Todos ¡Se habrá quedado tan ancha!. Todos cierran sus aparatos y los guardan menos el Abad Abad Aló Diga Escucho. ¿Quién llama, del cielo? (Me ha cogido en pecado Pues recién acabé el grelo Y día de abstinencia es hoy). ....... Y ¿quién es el que ahora viene? ....La que se puede armar. Yo lo aviso, mi buen Dios. Quedad tranquilo. No permanezcáis en vilo. Bueno, que Adiós. Cierra el móvil, lo guarda y se queda pensativo Abad ¿Será posible? ¿Seré cretino? A Dios le dije Adiós. Se escucha, de nuevo, el sonar típico de un teléfono móvil. De inmediato, todos los actores presentes en escena, incluido el Abad que regresa de detrás de la celosía echando más bendiciones, meten mano a su zurrón sacando un teléfono móvil que abren y se lo acercan a la oreja. Todos a la vez ¿Diga? ¿Quién es? Aquí nada se escucha. Todos cierran sus aparatos y los guardan menos el Señor de la Humosa. Señor de la Humosa Sí, el Señor de la Humosa, diga ¿Un delito cometido?, en otro pueblo será. ¿Qué aquí? No es posible. ¿Lo tiene bien comprobado..? ¿En qué puente? ¿En el de abajo? ¡Ah¡ qué es el puente lo que ellos se han llevado. ¡Olvídese! Seguro son los de Fomento Que en cualquier momento Han pensado Que no servía, O que la nueva vía Pasaría por su lado. Pegado al Señor de la Humosa, aparece un típico chorizo medieval con una parte de un puente. Chorizo medieval Perdone la intromisión Pero me han dicho Que puede darme razón De cómo conseguir salir De la Villa de la Torre, Que voy cargado en exceso, Y he de encontrar solución. Señor de la Humosa ¿Muy cargado va? Chorizo medieval Pues verá, Mucho, en realidad. Mis compañeros y yo Llevamos como recuerdo Un puente de la ciudad. Señor de la Humosa Válgame Dios Que ya pesa. ¿Y son muchos ustedes? ¿Podrán con el cargamento? ¡Miren que es de cemento!. A ver Dejadme ver “Al Casino” qué curioso Aquí hay otro igual. Lo siento, No sé darles razón. Pero si quieren puedo Sobre su puente poner Mi autógrafo.. Chorizo medieval No, gracias, muy amable. Le pedimos su perdón Por haberle importunado. Sale el chorizo arrastrando el puente y ayudado hasta la puerta por el Señor de la Humosa que le despide con la mano. Don José de Alferecía Regresemos con carrete Machete Bonete Birrete .... Mucho más fácil resulta Un latinajo escribir Pues en latín digo: multa Y nadie se entera aquí, Salvo una buena mujer, Que de cultura clásica Sus clases dice impartir, Y a la que el otro día dije: “Galia est omnis divisa...” Y sabía proseguir. Don Agustín de Aragón El Abad me ha avisado Que las huestes del Señor A Torre habian llegado... Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla Y, ¿Dónde han dejado A aparcar sus caballos? Don Agustín de Aragón En segunda fila Como siempre acostumbraron Tanto sus huestes Como nuestro Señor y Amo. Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla Pues tomadle la matrícula Y si no la llevan, Que está en la cola debajo, Pues mandadles al carajo Y colocarles la multa. Y repasad con cuidado Las pezuñas, herraduras Miradles también monturas, Que todo caballo la ITC esté en regla ¡Ah!, y los cojinetes mirad. Don Agustín de Aragón Yeguas son mi Señor, Y no tienen cojinetes Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla Ya me parecía a mí por El dulzor del relincho .... Salid no desesperad ¡Multad, malditos, multad! Que esto de la multa Es maldito cariñena que De mí se apodera. Don Agustín de Aragón Pero sabed Don Enriquez Que eso no le para al amo Que viene a tomar venganza Haciéndolo de su mano. Qué no envió a ningún otro .... ¿Por qué no mandáis a Humosa Para eso de las multas?. Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla ¿Es que no estáis enterado que a Génova partió y por ello dimitió?. Don Agustín de Aragón ¿Pero no fue por lo robos Que dice no los vio?. Desde entonces, el pueblo, Cuchichea, Rumorea, que es De la ONCE el asesor. Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla Decidme mi buen portavoz, ¿Qué haremos en aquesta situación?. ¿Dimitimos o luchamos? ¿Pactamos? ¿Asustamos? ¿Corrompemos? ¿Explotamos? ..... ¿Lo pensamos? Don Agustín de Aragón Más me parece, Señor, Que, la cagamos. Don Enriquez, Vizconde de la Buena Tabla Escatológica forma De enfocar el vil problema. ¿Y si le hago un verso? Todos No, no, no sea perverso. Con el abajo firmante, Para eso del verso, Ya hay bastante Don Agustín de Aragón Oid, ya viene, Las trompetas han sonado. ..... Terrible será la venganza, La sangre manchará el cielo. Esto va a ser más que un duelo. Esta será, me lo huelo: La venganza de Don Mengo. .... Efectivamente, de forma espectacular, algo parecido a los coros de Nabuco, resuena por toda la sala. SDDS que se dice ahora al sonido digital. EPÍLOGO Hace sólo cinco años que me censé en éste pueblo. El censo se hizo mal y figuré en un domicilio incorrecto. Al poco me di cuenta que me habían engañado en la compra de la casa y que se cayó un muro, algo muy distinto que poner a Mur un cero, y que una vez que dejo mal mi coche me lo multan, y que, como a casi todos los de mi barrio, me han robado. Que, como los pimientos de Padrón, unos Concejales me hablan y otros no. Que quise aportar al pueblo mis ideas de conocedor de ciertos medios y de empresario y debió ser porque dije que lo haría sin cobrar, que no me hicieran ni caso. Pero esto es algo que a muchos pasa y lo que debemos intentar es que pase lo menos posible. Que vivamos en armonía. Que bajemos los gastos y con ello mejoremos los servicios. Que sepamos distinguir entre lo importante y lo necesario En cuanto a estas sencillas rimas las he frenado en su momento álgido. Son muchos los finales que he escrito teniendo en cuenta que nadie puede predecir lo que en los próximos meses sucederá. Unos, los finales, tienden a la derecha, otros al centro y, el desenlace más atrevido, gira a la izquierda. Derecha, izquierda o centro y las calles sin barrer... El autor, que analizó, con el mayor de los detalles la situación política, que conoce de las comidas sabáticas en Miralmonte, que hasta llegó a pasar breves minutos en alguno de los plenos (más de media hora si no te pagan no se puede), que habló con diferentes políticos de diferentes tendencias y con el pueblo en general, cree haber encontrado el final idóneo a la Venganza de Don Mengo. Este final se dará a conocer cuando pasen las próximas elecciones locales y mientras, como los secretos de Fátima, permanecerá oculto bajo siete sellos. Es por lo tanto que lamento, que el lector, que ha soportado hasta estas últimas líneas la historia, tenga que permanecer expectante o asistir a la representación que en breve tendrá lugar en la Corte y Villa del Lodón y la Torre, famosa por sus lavandas y romeros, por su hostelería, por sus habitantes, por su original estanco, por el reloj, que tanto daño me hizo que arreglaran, y por tantas y tantas cosas cuya relación no cabe en el estrecho corsé de estas páginas. Quiero no dar por terminado el epílogo sin agradecer a Pilar y a Ángel su marido, a todos los trabajadores de La Polca, en especial a Loli, y a la inspiradora celosía, el entusiasmo con que han recibido estas líneas de puro astracán, y por café al que me invitaron un día del mes de abril que no tenía ni un duro. Fue el mismo día que el Señor de Benamejí enfermó de ajonjolí. Y es que, ya se sabe, o tienes nómina del consistorio o pasa lo que pasa. El abajo firmante letona DESENLACE PRIMERO Por la puerta entran unos pajes alfombrando la zona con flores que arrojan sonriendo y dando pequeños y cortos pasos de danza. Detrás aparece Don Mengo, lleno de condecoraciones y con un escudo donde está grabado, a todo color, el blasón de la Villa del Lodón y la Torre. En su mano derecha esgrime una gran espada que balancea, mientras avanza con paso seguro y firme. Se apaga la música. Don Mengo Abridme paso, Entrar dejadme, Alabadme, Loadme, Ensalzadme, Que para eso soy El amo. Y he llegado Por huestes respaldado, Para imponer el orden Que otros han lo trastocado. Y además, de Génova Órdenes tengo, Para dejarlo arreglado. Me dijo, José María, Que la porfía acabara. Que aclarara con Ariel, Que terminara la hiel, Que os tiene, ¡oh¡, enzarzados. Todos ¡Viva el nuestro Señor¡ Paso abridle, Entrar dejadle, Alabadle, Loadle, Ensalzadle, Que para eso es... El Amo. Don Mengo Sujetadme la espada Que mantengo con el puño Para que no tiemble el cuño De la mi decisión tomada. Un Paje ¿No sería mejor, señor, Que lo hiciera el Vizconde? El Vizconde de Rochaempuño, ¡Sí!, El que lleva, Pintada en su escudo, Una Rocha Que de tanto agitarla, Y cambiarla, Ya no se sabe si es, Una vulgar alcachofa. Don Mengo Me asusto. La gente puede Pensar, interpretar, Que trato de Negociar o pactar. Y este no es el caso. Dejé al enfermo en la mesa, Enriquez, qué no, ¡en la de operaciones!. Reuní a la aguerrida tropa, Metí en la maleta ropa, Y salí escopetado. Al llegar pensé, Cavilé, Que a vos Enriquez Las urnas os han votado Que el pueblo quiso facer De vos adalid, referente, Que era la voz de la gente, Que debería dejaros Y de vuestro lado seguir. Pero la cojonera mosca, La mosca que me sigue, Y no miento, La que me tienta, La que dice: Listo sois y valiente, Quiere que cambie el poder Y a él darle el asiento. Y he decido proceder, Y dar un gran escarmiento Con una placa poniendo, Para mantener la memoria Del gran acontecimiento, En la plaza del Caño. Otro pondré En el mismísimo coro. Y así del coro al caño Y del caño al coro Los siervos se calmaran. Que siervos que bien andan Del caño al coro Y del coro al caño Se saben bien conformar. La placa diría así: “Aquí dio fin Don Mengo, a la salida del Bingo donde ganó mil reales, a una vil contienda”. Un Paje Bonito, inteligente, fino y cautivador Pero podría, para el que lo ignora, En mala hora, Tomar por ludópata al Señor. Todos ¿El Señor por ludópata tenido?. No nos gusta, no nos gusta. Don Mengo ....Esto..., yo lo tengo oído. Don José de Alferecía Minarete, Clarinete, Soplete, Saquete, Moflete, Paquete, Sujete, Sorbete, Cachete, Zoquete. Don Enriquez de la Buena Tabla Pero continuad, Hacedlo saber, Dadlo a conocer. Que me tenéis El corazón en un puño. Vizconde de la Rochaempuño ¿Es a mí?. Si no, pensadlo, Sabed qué: Lo del puño registré Y sólo puedo yo usarlo. Don Mengo La mi decisión tomé. Al Barón Garci Morrete... El escribano se levanta de su mesa alborozado e interrumpiendo al Amo , grita con enorme entusiasmo besando la mano de Don Mengo. Don José de Alferecía Lo oí. ¡Gracias os doy mi Amo!. Pues Don Garci de Morrete Si me encaja con Carrete, Que es el que donde va la mete. ¡Soy feliz, vive el cielo! Se acabó tanto sufrir, Terminé ya de escribir. Don Garci de Morrete El que buscaba: ¡Carrete!. Don Mengo ¿Pero quién es este loco Que se mete con Morrete?. ¿Un orate? ¿Un desalmado? ¿Un simple desempleado? O,.... ¿el abajo firmante es?. Don Enriquez de la Buena Tabla Seguid con la decisión, ¡pardiez!. Todos Con esta ya van mas de diez Las que repite pardiez... Don Mengo Pues bien, a Don Garci de Morrete, Lo mataré con mi espada Génova no paga a traidores Que si hoy os la hizo a vos, Mañana me la hará a mí. Enriquez, Don Mengo, y el resto de los personajes, canta y danzan de alegría al ver resuelto el problema de competencias Juglar Para que al mundo sirva de enseñanza, Y con ello acabada está la venganza, La venganza de Don Mengo. FIN (PROVISIONAL) DESENLACE SEGUNDO Se cierra el telón. Aparentemente, la obra ha terminado, pero antes que el público se levante, se abre de nuevo el telón y el foco ilumina al juglar. Juglar No se mueva, no, El espectador. La obra continúa Para dar satisfacción Otro final propone Permaneced, Por tanto, Agarrados al sillón. Don Mengo La mi decisión tomé. Al Barón Garci Morrete... El escribano se levanta de su mesa alborozado e interrumpiendo al Amo , grita con enorme entusiasmo besando la mano de Don Mengo. Don José de Alferecía Lo oí. ¡Gracias os doy mi Amo!. Pues Don Garci de Morrete Si me encaja con Carrete, Que es el que: donde va la mete. ¡Soy feliz, vive el cielo! Se acabó tanto sufrir, Terminé ya de escribir. Don Garci de Morrete El que buscaba: ¡Carrete!. Don Mengo ¿Pero quién es este loco Que se mete con Morrete?. ¿Un orate? ¿Un desalmado? ¿Un simple desempleado? O,.... ¿el abajo firmante es?. Don Enriquez de la Buena Tabla Seguid con la decisión, ¡pardiez!. Todos Con esta ya van mas de diez Las que repite pardiez... Don Mengo Pues bien, a Don Garci de Morrete, Lo nombraré sucesor Por la fuerza de mi espada Génova a traidores paga Don Enriquez se desmaya, mientras que el resto de los personajes y Don Mengo, cantan y danzan de alegría al ver resuelto el problema de competencias Juglar Para que al mundo sirva de enseñanza, Y con ello acabada está la venganza, La venganza de Don Mengo. FIN (PROVISIONAL) DESENLACE TERCERO Se cierra el telón. Aparentemente, la obra ha terminado, pero antes que el público se levante, se abre de nuevo el telón y el foco ilumina al juglar. Juglar No se mueva, no, El espectador. La obra, sin pagar más, continúa Para dar satisfacción Otro final propone Permaneced, Por tanto, Agarrados al sillón. Don Mengo La mi decisión tomé. Al Barón Garci Morrete... El escribano se levanta de su mesa alborozado e interrumpiendo al Amo , grita con enorme entusiasmo besando la mano de Don Mengo. Don José de Alferecía Lo oí. ¡Gracias os doy mi Amo!. Pues Don Garci de Morrete Si me encaja con Carrete, Que es el que donde va la mete. ¡Soy feliz, vive el cielo! Se acabó tanto sufrir, Terminé ya de escribir. Don Garci de Morrete El que buscaba: ¡Carrete!. Don Mengo ¿Pero quién es este loco Que se mete con Morrete?. ¿Un orate? ¿Un desalmado? ¿Un simple desempleado? O,.... ¿el abajo firmante es?. Don Enriquez de la Buena Tabla Seguid con la decisión, ¡pardiez!. Todos Con esta ya van mas de diez Las que repite pardiez... Don Mengo Pues bien, he llegado a un acuerdo, Y con de Larrochaenpuño, Tengo firmado un pacto, Los dos hemos puesto el cuño, Ya que si no pacto, Si no olvido, Y no lo llevo con tacto, Tengo que olvidar al pueblo Del que tanto he comido. Que ya una vez pasé de independiente Al PP. Don Enriquez se desmaya, mientras que, Larrochaenpuño y el resto de los personajes, incluido Don Mengo, cantan y danzan de alegría al ver resuelto el problema de competencias Juglar Ahora si terminó la venganza, Que más que venganza Es.... chanza. La venganza de Don Mengo FIN DEFINITIVO Y TOTAL
Posted on: Thu, 22 Aug 2013 10:54:03 +0000

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