Es probable que no se pueda manipular a un millón de personas, - TopicsExpress



          

Es probable que no se pueda manipular a un millón de personas, todas al mismo tiempo, si uno intentara lograrlo una por una; primero hay que asegurarse de que funcionen como grupo, pues entonces dejan de pensar como individuos, lo que significa dejar de lado las experiencias que podrían orientar su criterio de manera positiva. Janis citó ciertas condiciones que alientan el llamado pensamiento de grupo, las que incluyen una alta cohesión, el aislamiento, la obediencia a un liderazgo fuerte, la ausencia de normas que requieran actos metódicos, la homogeneidad en las ideologías, el alto estrés provocado por fuerzas externas y pocas esperanzas de una mejor solución que la ofrecida por el líder. La política, en otras palabras. Un ejemplo exacto lo dieron en su momento Jim Jones y su secta del Templo del Pueblo, quienes protagonizaron en Guyana (1978) el suicidio ritual-grupal más grande que se conoce. Aislados del mundo y bajo una fuerte cohesión, un millar de fanáticos se envenenaron. Un grupo aislado y cohesionado por un liderazgo de hierro, no sólo es fácilmente manipulable, sino que se potencia ante la idea de una amenaza externa: ¿No es, de alguna manera y en algún grado, el modo en que actúan los fanáticos religiosos y políticos, cuando están bien manipulados? Si la mentira con la que fueron adoctrinados fue suficientemente constante, se sentirán inflamados por una ilusión de invulnerabilidad, lo que les llevará a creer de modo incuestionable en la moralidad inherente del grupo. Esto, a su vez, les permitirá compartir un estereotipo –por lo general muy negativo- acerca de sus oponentes, lo que los hará sentir que componen una unanimidad en la que no caben las críticas; es en este punto en el que se cierra el aislamiento, reforzado por la presión sobre los desconformes, la autocensura y una paranoica autoprotección contra cualquier tipo de información negativa para el grupo. En términos políticos, la mínima observación a los postulados del líder será tomada como una traición inaceptable, pues la magia de la manipulación sólo funciona en sistemas de implacable rigidez. Lo que sucede es que, de puertas para adentro, un grupo pierde su capacidad de decidir con eficacia; esto se observa con claridad en los grupos políticos más radicales, como podrían ser los kirchneristas de Argentina o los chavistas de Caracas. Unos y otros simulan practicar la democracia con grandes concentraciones y decisiones de grupo que, en realidad, no hacen más que esconder la manipulación que el mismo grupo genera. Desde el principio de los tiempos, el uno mandó sobre los muchos ¿por qué? Ha de haber un comportamiento clave, en el interior de los grandes grupos, que facilita esta cuestión, probablemente –y en parte- porque el pueblo no está formado por ciudadanos, sino por multitudes que se comportan como tal; en este contexto, la opinión se convierte en masa, es decir que pasa de ser el resultado de la discusión racional entre individuos al de la acción irracional de las masas, afectadas por los estímulos. Quien haya estado presente en un acto político de campaña puede dar fe de la veracidad de este planteo. Por cierto, en términos históricos, la política es más a suma de los métodos de manipulación, concepto que también tiene su trayectoria y que hoy podría definirse como “el manejo astuto o mañoso, especialmente en ventaja propia". En el contexto político, es "el fin o resultado deseado de un proceso que emplea trucos semánticos, técnicos, sicológicos o de comportamiento para engañar, mal informar, influir, persuadir o controlar un objeto, que puede ser concreto (una persona, estado o acción) o abstracto (pensamiento o percepciones), con el objetivo de ganar la ventaja". En la misma línea, se hace evidente que para que exista la manipulación deben existir los manipulados y los manipuladores. Los manipulados somos los integrantes de la opinión pública ¿Quiénes son los manipuladores? Los gobiernos, claro, cuyos expertos en computación, animación o falsificación nos crean un mundo inexistente. Hoy, el público puede ser muy fácilmente embaucado por imágenes falsas. Al respecto, el General canadiense Lewis Mackenzie –ex comandante de la Fuerza de Protección de la ONU en Bosnia-Herzegovina- observó que "la percepción muchas veces resulta más persuasiva que la realidad", algo que anticipó Maquiavelo. En rigor de verdad, la manipulación es uno de los asuntos más cotidianos que existen. Cuando uno redacta un aviso publicitario puede obviar detalles para que la gente adquiera el producto (manipulación); cuando hablamos de nosotros mismos, sólo mostramos el costado favorable, eso también es manipulación. Visto de este modo, la manipulación sólo es negativa cuando compromete los sentimientos de otra persona, pero esto ha sido el método diario de la convivencia social desde hace siglos. Un jefe de tribu que usaba su poder para llevar a la guerra a su docena de hombres era en la prehistoria un manipulador negativo, tanto como es hoy el político que conduce a millones al endeudamiento del país, o el que utiliza la miseria de sus gobernados para sustentar y reproducir la propia fortuna familiar. Religiones y gobiernos consiguieron sus vasallos gracias a la manipulación, pues ¿de qué otro modo los podrían haber obtenido? William R. Rice y Brett Holland, de la Universidad de California, formularon la siguiente hipótesis: “Es posible que el fenómeno al que nos referimos como inteligencia sea un subproducto del conflicto intergenómico entre los genes que intervienen en la ofensa y la defensa en el contexto del lenguaje”. En otras palabras, fue la competición entre las mentes, evolutivamente hablando, lo que propició el rápido desarrollo de la inteligencia del ser humano: “Vamos a imaginar que existe un gen que sirve para que su poseedor sepa mentir mejor, convirtiendo a estos individuos en estafadores de éxito. Entonces surge una versión diferente, capaz de detectar las mentiras más elaboradas; estos segundos individuos, que quizá también posean la primera versión del gen de la mentira, serían capaces de escamotear las estafas. Las dos habilidades se irían desarrollando en una especie de escalada armamentística, en la que los mentirosos cada vez mentirían mejor y los cazadores de mentiras cada vez detectarían mejor el fraude” . La idea de que nuestros cerebros se desarrollaron para ayudarnos a encender fuegos resulta cada vez es menos atractiva, pues ¿acaso eso era todo lo que podíamos hacer? La inteligencia, a juicio de muchos evolucionistas, aflora de una guerra de manipulación y de resistencia a la misma; brota esencialmente del conflicto de interacción con los otros y se afina en nuestro interés por saber qué piensa el otro mientras ignora lo que pensamos nosotros. La confrontación exitosa siempre consistió en hacer sin dejarse hacer y el juego social, en gran medida, se basa en la aceptación de los engaños ancestrales –mitos y religiones- y en mentir para mostrarse tan bueno como uno quisiera ser y como los otros necesitan que uno sea. Vale la pregunta: ¿qué tipo de personalidad admira más la gente común? ¿La del honesto que dice la verdad aunque le cueste la honra y la fortuna, o la del pícaro que miente con maestría, prometiendo que si lo siguen él jamás los defraudará? Si la táctica del engaño y la manipulación ha dado siempre tan buenos resultados, debe ser por algo más profundo que el dudoso talento de ciertos iluminados: ¿será que mentir es la esencia más atávica de la humanidad? Es fácil inferir una respuesta: todos los políticos que se admiraron ayer en el país, son más o menos despreciados hoy, una vez desaparecido el efecto de la manipulación. Pero no aprendemos. (Extraído de “La manipulación del discurso político”, de José Agüero Molina, 1º Premio de Ensayos de la Provincia de Salta, año 2011)
Posted on: Mon, 08 Jul 2013 00:16:26 +0000

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