Estaba anocheciendo y salí a fumar un cigarrito a la terraza. Me recliné en la butaca y me invadió una especie de somnolencia. Antes de darme cuenta, Dios apareció frente a mí. Me dijo así: —Dime, Jesucristo Hijo de Dios, he visto que disfrutas sintiendo la brisa fresca y escuchando el canto de los grillos… Yo asentí. —¿Sabes por qué existen esas cosas? —me preguntó Dios en tono dramático. —Usted las hizo, ¿quién sino? —respondí, en voz susurrante. Siguió: —Tú sabes que yo creé el mundo y el universo. Yo dije: —Sí, amo. Entonces Dios hizo una pausa, bajó un poco la cabeza y se mesó los cabellos. Finalmente preguntó: —¿De dónde vengo yo? —Usted no viene de ningún sitio, usted es Eterno, usted ES. Dios hizo otra pausa aún más larga y concluyó suplicante: —¿Pero… por qué SOY? ¿Por qué soy YO y no es la Nada? —Solo usted lo sabe —le dije sin vacilar. Una lágrima rodó por la mejilla de Dios y dio media vuelta sin decir nada. Nunca en otras ocasiones le había visto tan abatido, así que mientras se retiraba pesadamente solo pude decirle una cosa: —No te preocupes, Dios, yo te quiero igualmente. Volví a prestar toda mi atención en lo que estaba haciendo. ¡Caramba! se me había apagado el cigarro.
Posted on: Sat, 03 Aug 2013 23:04:26 +0000
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