· Evangelio: Mateo 15,21-28 "Mujer, qué grande es tu - TopicsExpress



          

· Evangelio: Mateo 15,21-28 "Mujer, qué grande es tu fe" En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: "Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo." Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene detrás gritando." Él les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel." Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: "Señor, socórreme." Él le contestó: "No está bien echar a los perros el pan de los hijos." Pero ella repuso: "Tienes razón, Señor; pero tambi én los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos." Jesús le respondió: "Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas." En aquel momento quedó curada su hija." aciprensa/calendario2010 Reflexión REFLEXION DEL SANTO EVANGELIO: Este pasaje, en el que Jesús podría parecer como una persona dura y racista, nos da una gran lección a todos los que, como los judíos de su tiempo, piensan que, por pertenecer al "pueblo escogido", tienen privilegios ante Dios; más aún, que basta la pertenencia al "pueblo" para alcanzar la salvación definitiva. Jesús muestra con toda claridad que, aunque su misión se concretó al pueblo de Israel, lo que hace que los hombres formen parte del pueblo, no es la raza, sino la fe. Es destacable que, tanto en este pasaje, como en el del centurión romano, Jesús exclama: "qué grande es tu fe". Lo importante no es, entonces, simplemente el hecho de ser bautizados, sino el hecho de que la fe en Cristo, como Dios y Señor, se manifieste a los demás. Fe que debe ser patente en una relación amorosa y confiada en la providencia de Dios y, al mismo tiempo, en caridad y misericordia para con los que nos rodean. De nuevo se retorna a aquella expresión de Jesús: "No todo el que me diga Señor, Señor se salvará, sino los que hacen la voluntad de Dios". Si verdaderamente nosotros creemos que Jesús es Dios y Señor, nuestra vida debe testimoniarlo. Al mismo tiempo, como lo ha afirmado el Concilio Vaticano II, debemos reconocer que el Espíritu actúa de un modo que sólo él conoce en las almas de todos los hombres (GS 22) y por lo que no podemos despreciar ni juzgar a ninguno de nuestros hermanos que no profesan nuestra misma fe.
Posted on: Wed, 07 Aug 2013 12:08:01 +0000

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