Fierro Jarrín, Humberto.- Ilustre poeta de origen carchense de la - TopicsExpress



          

Fierro Jarrín, Humberto.- Ilustre poeta de origen carchense de la Generación Decapitada. N. en Quito en 1887. Fue hijo de Enrique Fierro Rosero, n. de Barbacoas y Amalia Jarrín Zapata, n. de Cayambe, sus abuelos paternos fueron Manuel Fierro Revelo, Presidente del Municipio de Tulcán en el S. XIX y Javiera Rosero y sus abuelos maternos Rafael Jarrín Espinosa y Carmen Zapata. Desde adolescente se dedicó frenéticamente a la lectura, sobre todo autores orientales, de allí las reminiscencias de este tipo que se encuentran en sus versos. Encerrado en su casa de Quito en una habitación sobria y elegante en donde predominaban los libros o por temporada en Miraflores en Cayambe, pasaba épocas hasta de seis meses en que se dejaba crecer el pelo hasta los hombros y en que producía en prosa y en verso para terminar quemándolo todo. Cuando empezó a publicar sus versos, estos fueron objeto de una crítica desdeñosa, pero la publicación de un soneto en 1910, produjo tal emoción en Arturo Borja, joven entonces de 18 años, que le hizo buscar a Fierro, empezando así una célebre amistad que apenas duró dos años. Por la misma época empezó la amistad con el poeta Ernesto Noboa. Fierro cultivó la música y la pintura como también la prosa. Cuando tenía 28 años y mientras se paseaba por La Ronda vio una chica y preguntó cómo se llamaba, le dijeron que Soledad Paz. Ah! Respondió el poeta, “son las dos cosas que necesito”, bruscamente el 23 de octubre de 1914 solicitó dispensa a la Curia y se casó con ella. En el matrimonio hubieron dos hijos. En esa época el poeta se separó de su familia. Reanudó su actividad en 1919 al publicar en la Editorial Frivolidades su libro de poemas “El Laud en el Valle”, libro ilustrado personalmente por él y en cuya portada hizo constar su autoretrato. Hacia 1923 estuvo para publicar su libro “Velada Palatina” pero el propio poeta lo retiró de la Editorial. En los años 20 dejó su cascarón de soledad e hizo amistad con un grupo de jóvenes literatos comandados por Hugo Alemán. Tenía la única ilusión de conocer Atenas, leía a Verlaine, a Mallarmé y a Samain, no obstante Fierro fue uno de los pocos poetas de la época que no se introdujo en los paraísos de la morfina. Cultivó una innata devoción por lo triste, llegando a decir que sin la tristeza no podía haber belleza. Enemigo de Rubén Darío, alguna vez recibió una bofetada en la cara por burlarse del gran poeta nicaragüense. La muerte de Borja le hizo intimar más con Noboa, a quien le invitaba a pasar temporadas en Cayambe. Noboa no quiso volver más a Cayambe por no saber si una sombra blanca, lenta y silenciosa, era un fantasma o el mismo Humberto Fierro que en sus noches de insomnio vagaba por la hacienda. En aquella última década de su vida, el poeta se consiguió un cargo de amanuense en un Ministerio, por las tardes y durante breves minutos visitaba a sus hijas en las cercanías de la Plaza del Teatro. En las noches y con una docena de amigos frecuentaban el Hispano-Bar, grupo en el cual Fierro solía hablar muy poco. En algunas madrugadas recibía al nuevo día en la habitación de su amigo y pariente el poeta Alemán. Hay varios versos como: “La Náyade”, “Tu Cabellera”. La crítica considera a Fierro como el primer renovador poético de nuestras latitudes. En sus últimos años solía encontrársele en el Bodegón Bogotano, en el Fijón de la Reina Patoja, en el Murcielagario o en las butacas de la Legación de Chile. Alguna vez accedía a recitar en público. Murió súbitamente a los 43 años el 23 de agosto de 1929.
Posted on: Tue, 17 Sep 2013 18:12:15 +0000

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