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Fútbol: Pasión, humo y decadencia Pasión A nadie escapa que este deporte tiene multitud de fanáticos en todo el mundo. En Argentina se trata del más popular. De chiquitos, a los niños se les regala una pelota con el afán que su primer impulso sea patearla. El fútbol apasiona a los argentinos. Millones lo practican, lo miran o lo escuchan y también lo analizan. Tenemos superpoblación de directores técnicos, a pesar que los resultados frustran a la gran mayoría. Eso no es motivo para que no sigan pensando en cuál es la formación ideal. Algún día tendrán razón. El fulbito es motivo de encuentro de amigos, propicia discusiones en cafés, oficinas y todo tipo de ámbito laboral. Genera folclore con las cargadas. Claro, es motivo también de profundas tristezas. Es el inicio en el deporte para muchísimos niños. Y, a menudo, colabora sacando a muchos de esos chicos de ambientes muy adversos. Cumple con una función social muy importante. En los últimos tiempos, el fútbol ha dejado de ser cosa de hombres. Las niñas también lo juegan y lo siguen. Con el mismo entusiasmo. Ni hablar de los mundiales. Cada cuatro años el país se paraliza… Humo Esta pasión que sentimos los argentinos por el fútbol ha sabido ser explotada por los gobernantes en su favor cuando las cosas no andaban bien. El futbol es un importante componente del circo. Y si bien esto ha sucedido y sucede en casi todas partes del mundo, el enfoque lo centramos en nuestro país. La historia seguramente se detendrá en dos capítulos que quedarán marcados a fuego. Uno fue en la última dictadura militar. Mientras los genocidas desaparecían gente en esa guerra fraticida que se libró en esos años de plomo, “Veinticinco millones de argentinos jugábamos el Mundial 78”. En esa época, éramos humanos, derechos y tirábamos muchos papelitos. A muy pocos les importaba lo que sucedía detrás de las paredes. Por algo sería. Sin ninguna duda, el éxito conseguido en ese mundial le dio aire a los dictadores para continuar en el poder, dado que la sociedad seguía embobada con los goles de Kempes y las atajadas de Fillol. Si le sumamos el Mundial Juvenil conseguido al año siguiente en Japón, el sopor anestesiante tenía para rato. No deberíamos olvidar que el Dictador Galtieri tuvo un altísimo porcentaje de adhesión y popularidad cuando decidió invadir las Islas Malvinas, casualmente en el mismo año que la selección de Menotti debía defender en España el título obtenido en 1978. En el interín, un juvenil Maradona había llegado a Boca para conseguir un título en 1981. El otro “hito” corresponde al actual gobierno. En palabras de nuestra señora presidenta, “los goles estaban secuestrados”. Ese fue el motivo para estatizar la televisación de los partidos de los campeonatos más importantes y subsidiar a los clubes con una cifra más generosa que la que les pagaba la empresa que tenía a su cargo la transmisión de esos eventos. Así, dejó de ser una cuestión para algunos para convertirse en “Futbol para Todos”. Millones celebraron esa iniciativa, dado que es cierto que había que pagar, y mucho, para ver los partidos más importantes de la fecha. Claro que poco les importó que el Estado desembolsara cifras multimillonarias a cambio de no recibir un centavo en concepto de publicidad. La televisación de los partidos pasaba a ser el principal canal del relato, y no solo con publicidades insoportables y capciosas. Con el relato también colaboraron relatores obsecuentes que se prestaron para difundir logros mentirosos basados en las mismas fuentes que el INDEC. La confesa intención de disputarle rating a un programa televisivo los domingos a la noche es la prueba más palmaria que el fútbol se sigue utilizando, ya casi de manera desesperada, para intentar tapar los escándalos que corroen los cimientos de un gobierno que parece sin salida. Esta manipulación de nuestro deporte emblema ha sido una de las tantas cortinas de humo que utilizado este gobierno. Claro que con el “calor” que genera una economía a los tumbos, el humo comienza a disiparse. Decadencia Es harto conocido el tema de la violencia en el fútbol. Según la organización Salvemos al Futbol, a la fecha han muerto en el país más de 270 personas por hechos violentos salvemosalfutbol.org/listavictimas.htm . Ineludiblemente a esto, aparece la irrupción de los barrabravas. Estos delincuentes, disfrazados de hinchas, forman parte de la administración de la mayoría de los clubes de la Argentina. Ya no se limitan a regentear puestos de venta de panchos, sino que su negocio va mucho más allá. Así como administran los estacionamientos en las cercanías de los estadios, en muchos casos son socios en porcentajes de la venta de jugadores. En el medio, “sus intereses comerciales” pasan por la venta de droga, reventa de entradas y organización de circuitos turísticos para ingenuos visitantes extranjeros. Lo mencionado es meramente enunciativo. ¿ Cómo tienen tanto poder ? Hay una intrincada vinculación entre la política y el fútbol. Estos capo mafias son polifuncionales y cuentan con el aval de los más altos mandos gubernamentales y del máximo responsable de la AFA, presidente vitalicio atado al cargo cual dictador africano. Estos señores trabajan de barra bravas, punteros barriales y sindicalistas. Son la fuerza de choque del poder. A la inmensa mayoría de los dirigentes de los clubes les resulta imposible gobernar sin pactar con ellos. Por supuesto, cuando alguien se opone a los intereses de estos personajes - tan admirados por nuestra señora presidenta - la cuestión se resuelve en el único idioma que entienden. A los tiros. Lo que menos les interesa es alentar al equipo. Los famosos líderes del tablón siempre están de espalda al arco. Esta realidad redunda en una pésima administración de los clubes (cual si fueran un reflejo del país). Si a esto le suma que muchos jugadores de fútbol de primera división pretenden cobrar fortunas incalculables sin generar una contraprestación medible en ingresos económicos, la cuenta da CERO. Y así, con las economías de los clubes empobrecidas, producto de malas administraciones y con los aprietes de los barras a muchos jugadores, las campañas cada vez son peores, llegando muchos clubes, otrora grandes, a irse al tan temido descenso.- En suma, lo que debería ser un espectáculo para disfrutar en familia, constituye hoy un evento de alto riesgo y de dudosa calidad deportiva. Quien esto escribe dejó de ir a la cancha hace más de 10 años. A muchos seguramente les pasará lo mismo. Otros, más apasionados, deciden correr los riesgos y disculpan partidos que a veces, constituyen una verdadera agresión visual.- Como sea, no se puede dejar de admitir que la decadencia, como a tantos otros ámbitos de nuestro país, también le llegó al fútbol.- Gustavo Batakis
Posted on: Thu, 13 Jun 2013 02:46:42 +0000

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