**GOTAS DE LLUVIA** Capitulo 4 - Ventana Allí estaba yo, - TopicsExpress



          

**GOTAS DE LLUVIA** Capitulo 4 - Ventana Allí estaba yo, entrando y saliendo fuertemente de Alejandra. La tenía dominada por completo, debajo de mí, gimiendo y gritando mi nombre miles de veces, desnuda por completo. Mientras yo aún tenía el pantalón puesto, estaba encima de ella y haciéndole sentir todo aquello que ella tal vez nunca había imaginado hasta ese momento. Pero debo aceptarlo, yo estaba fuera de mí misma, ya no era yo, me excitaba el tenerla a mi disposición, agitada y esforzándose tanto por decirme algo. -¿Me amas? – le pregunté agresivamente mientras mi mano cansada se detuvo por completo, aún dentro y simplemente se dedicó a presionar. -Te…amo – la pobre chica no podía recuperar el aliento. -¿Cuánto me amas? – volví a preguntarle con el mismo tono de antes; pero esta vez saqué mis dedos de ella y volví a penetrarla con mucha fuerza, empujando su cuerpo. -Aah! – gritó ella, mirándome con cara de súplica – mucho… mucho Diana… -¿Cuánto es mucho? – volví a hacer la misma acción de antes. -Aah!! Demasiado… Diana… - musitó entre cortadamente. -Bien – le sonreí tiernamente, saqué mi mano con cuidado y le di un beso en la boca muy suave, le ayudé a acomodarse bien en su cama y como acción instintiva para ayudarle a calmarse, le acaricié el estómago, las piernas, los brazos, muy suave y con mucha delicadeza mientras su respiración se normalizaba poco a poco – tranquila chiquita – le decía de rato en rato dándole besos en su mejilla. Ella me miraba sonrojada, sus ojos brillaban, no dejaba de mirarme y yo tampoco dejaba de mirarla a ella, ¿por qué rayos nunca me fijé en ella? Si era tan hermosa… tan frágil… tan diferente. -Diana – me habló ella en cuanto ya se hubo calmado, yo me acosté a su lado y le abrazaba tiernamente por la cintura y me apoyaba en su pecho, levanté la vista. -¿Si? – le sonreí tímidamente. -Tú… ¿me quieres? Salí de la casa de mi amiga a eso de las 9:30 PM, aún llovía un poco. Caminé sin importarme si se mojaba mi ropa y por primera vez en toda esa semana, iba a volver a esa hora a mi casa. Pensaba y pensaba, ¿qué crees? Todo ese valor y orgullo al acostarme con Alejandra había desaparecido por completo; pero una nueva sensación me acosaba: no dejaba de pensar en ella con unos cosquilleos en el estómago, recordaba su voz al disfrutar conmigo, recordaba su cuerpo al más mínimo detalle. Llegó a mi mente un pensamiento que me asustó al venir de mi misma… “¿Gabriela será así de hermosa?” Pero mi corazón se frunció al recordar lo que me dijo ella “Te quiero; pero como amiga…” y me dio una punzada en el estómago al recordar a Alejandra “Te amo Diana” -¿Eh? ¿Por qué me lo preguntas? – le pregunté, mientras comenzaba a ponerme algo nerviosa. -Diana, yo no te mentí, no era sólo la emoción del momento… de verdad… yo siempre te amé… - me quedé perpleja y muda, me levanté de su lado y me senté a un lado de la cama, de espaldas a ella y con la cabeza agachada. Ella sólo continuó notó – tú siempre miraste a todas las chicas menos a mí… yo siempre hacía de todo para gustarte, hacía ejercicios para tener buena figura, incluso me cambiaba frente a ti y tú siempre con esa mirada de ternura… no decías nada… sólo me mirabas sonriendo y seguías hablando de la chica que te gustaba en aquella época… -¿Por qué nunca dijiste nada? – le pregunté neutral y secamente sin mirarle – por eso ahora me pediste hacer el amor contigo, ¿verdad? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Cómo no me di cuenta? -Pero entonces… ¿por qué viniste hoy? Volteé y le miré a los ojos fijamente. Mi celular vibró de repente. Lo miré. Era un mensaje de Gabriela. Me dio un escalofrío y leí lo que decía. “Diana, necesito hablar contigo, estoy en mi departamento. Si no estás enojada conmigo, por favor ven…” Me detuve un momento, sintiendo las gotas de lluvia caer pesadamente en mi rostro. Apenas faltaban tres cuadras para llegar a mi casa, miré con amargura la calle al recordar que al llegar les vería la cara a mi padrastro y a mi tía. Di media vuelta y me encaminé al edificio donde vivía Gabriela, a paso lento, mientras seguía pensando en lo que había pasado. -Lo lamento – le dije a Alejandra apartando mi vista de ella, mirando de nuevo al piso – me le declaré a Gabriela… y… me dijo que me quería… pero como amiga… -Entonces… - mi amiga parecía entenderlo poco a poco. -El momento que me llamaste, tenía demasiada rabia acumulada con todo… y… -Me utilizaste para descargarlo… ahora me explico la mirada que tenías al inicio y cómo me trataste… -Perdóname… Media hora después llegué al edificio de Gabriela, mi ropa estaba mojada; pero aun así el portero me dejó entrar pues ya me conocía. Subí al quinceavo y último piso, donde estaba el departamento de ella. Toqué el timbre dos veces seguidas. Pasaron alrededor de cinco segundos y me encontré con los hermosos ojos de la chica de cabello castaño, le sonreí. -Hola – levanté la mano; pero a estas alturas ya me era difícil mantener mi cara positiva o mejor dicho, volver a tenerla. -¿Qué te pasó? – Me miró desconcertada – estás mojada... y tu cara… tiene algo diferente… -No tiene nada, tú tranquila – me reí de mí misma – ¿para qué necesitabas hablar conmigo? -Pasa… - me dijo gentilmente, así era ella, muy gentil y amable. Mientras iba por toallas, me quité el suéter, hey! Yo no tenía ninguna intención en ese momento; pero necesitaba de verdad quitarme esa prenda tan mojada, sino me iba a enfermar de pulmonía. Ella volvió y me pasó las toallas, sin ponerme atención (¿ves? No hay problema…). Mientras me secaba me senté en el sillón y ella fue a prepararme un vaso de leche. -Yo tampoco fui sincera contigo… - murmuró Alejandra – pero tú… y tu mirada… - me di vuelta de nuevo y le miré. -Lo siento… - le dije; pero de nuevo mis ojos no pudieron evitar recorrer su desnuda figura, de pies a cabeza, deteniéndome en sus pechos y en su entre pierna, nunca había sentido ese tipo de deseos por alguien, ni por Gabriela ni por el resto de chicas que llegaron a gustarme. -Aún… después de esto… tú no me quieres, ¿verdad? – le miré de nuevo a los ojos, fijamente. No sé si era una situación conveniente para ese tipo de charla. -Debo decirte algo importante – comenzó Gabriela sentándose frente a mí – desde hace un tiempo que… Tania y yo nos hemos ido distanciando. Para ser exacta, hace casi tres meses que mi relación con ella no tiene el mismo sentido – a diferencia de mí y de Alejandra, ella parecía estar muy segura de lo que hablaba y lo explicaba sin rodeos ni pausas – ella ya no se portaba igual conmigo, era fría, indiferente; cuando te conocí, aunque no lo creas tú llamaste mucho mi atención… tu mirada tierna, tu sonrisa inocente y despistada… “… Siempre tan distraída, nunca te dabas cuenta de lo mucho que yo quería que te fijaras en mí al menos una vez en todo lo que llevábamos juntas; pero eso te hacía tierna y eso es lo que yo amo de ti…” -Cuando nos conocimos mejor, me di cuenta que siempre veías todo de manera positiva, siempre le encontrabas la forma de verlo todo positivo y me sorprendió aún más cuando me contaste lo que vives en tu casa… a pesar de que me digas que exagero, eres una persona admirable – decía Gabriela, yo sólo le miraba sorprendida. “…Tu forma de ver todo lo positivo… siempre me has dado ánimos en todo momento… Diana… por eso también siempre te amé…” -Me sentí mal al rechazarte de esa manera, tú eres muy buena… y te mereces que te corresponda… -¿Qué? – no podía creer lo que captaban mis oídos, había hecho todo aquello con Alejandra en medio de la desesperación, para que tres horas después aparezca Gabriela diciéndome eso. -Que yo también te quiero… terminé con Tania para estar contigo, porque sí te quiero, más que a una amiga… “Te amo Diana…” Dios… ¿por qué no podía dejar de pensar en Alejandra? En todo lo que me había dicho esa noche, ¿por qué tenía que haber ido a “hacerle el favor” falso que inventó para estar conmigo? Al ver que yo no decía nada, Gabriela se sentó a mi lado y me dio un beso en la mejilla. -¿No crees que es muy rápido? – De pronto dije, no pensaba decirlo; pero simplemente me veía a mí misma diciéndolo sin poder evitarlo – acabas de terminar una relación con ella, una relación muy seria como para olvidarla tan fácilmente - ¿qué era lo que yo quería en realidad? -Diana, ¿quieres estar conmigo? – me preguntó ella, muy tranquila y dulce, sonriéndome con esa amabilidad que en una situación normal me hubiera tenido embelesada; pero ahora era tan distinto. Y Alejandra no salía de mi mente. “Está bien si no me quieres… yo… está bien, gracias por estar conmigo esta noche…” Simplemente asentí con la cabeza ante la pregunta. Esa noche no pasó nada y lo sabes, sólo dormimos abrazadas en su cama. Bueno, ella durmió; pero yo no dejaba de pensar en Alejandra, en cómo se sentía, cómo siempre se había sentido. Esta parte de la historia la conoces muy bien y la verdad es que… el tiempo en que fui pareja de Gabriela fue muy feliz; pero algo me incomodaba, me incomodaba demasiado. A pesar de que ella era muy amable conmigo, yo me mantenía callada y sentía que ella se aburría conmigo; pero se esforzaba tanto por hacerme feliz, por hacerme divertir… Alejandra decidió “olvidar” lo que había pasado ese día; pero yo sabía muy bien que ella lo recordaba y sufría por ello, incluso más que yo, que no sabía qué rayos era lo que sentía por ella y no sé la verdad qué sentía por ti, tal vez sólo capricho. Sé que al final lo que me dijiste al inicio, cuando me dijiste que me querías sólo como amiga, no fue un rechazo olímpico y tan terrible y que si me hubiera controlado mejor, tal vez no hubiera llegado este momento en que estoy escribiendo esto. Tal vez sí nos hubiera ido bien… sino hubiera pasado lo de Alejandra… Nunca te conté que me acosté con ella. Hasta ahora que lees esto que escribí para ti, y es esa la razón por la que creo que ya no podemos seguir juntas, sé que apenas llevamos poco más de un mes de relación; pero mis sentimientos ahora mismo siguen demasiado mezclados, demasiado confusos. Tú nunca debiste dejar a Tania y yo debí haber mirado a Alejandra. Nuestra relación no funciona y te expliqué todo esto, para que entiendas el por qué no lo hace y el que entiendas por qué debemos terminar con esto, debemos separarnos, busca a Tania, creo que es lo mejor que puedes hacer en este momento. Y si ya no quieres verme ni hablarme ni nada nunca más porque me odias y me detestas, te daré la razón. Ya no puedo seguir contigo y en este momento, sí… me doy cuenta de la falta que me hace mi amiga… Ojalá me hubiera fijado en ella. Cuando Diana terminó de escribir todo aquello, resopló. Había estado encerrada en su habitación toda la tarde, sin responder mensajes, sin hacer caso del mundo exterior. Revisó si su celular tenía algún mensaje de texto sin leer y sí tenía uno, de Gabriela. “Diana, ¿por qué no contestas mis llamadas? He intentado hablar contigo toda la tarde, estás muy extraña últimamente, ¿puedo hacer algo para ayudarte?” Sonrió tristemente y revisó más cosas en su celular. No tenía mensajes de Alejandra, le había visto una o dos veces en la calle luego de aquél suceso; pero cuando iba a saludarle, la pelirroja daba la vuelta y se alejaba de ella sin darle oportunidad alguna de acercarse a ella. Su amistad se había arruinado y no podía hacer nada al respecto, le enviaba mensajes de texto que no respondía, le llamaba y nunca contestaba. Escribió como veinte hojas anverso y reverso explicándole a Gabriela el por qué ya no iba a estar con ella. Fue difícil hacerlo; pero consiguió escribirlo intentando ser lo más sincera posible. Ahora sólo quedaba dárselo, para lo cual iba a necesitar mucho valor. Se puso la ropa adecuada y salió de la casa donde vivía. Llevando el escrito entre sus manos. Resoplando nerviosa en el camino hacia el edificio donde vivía Gabriela. Una vez más, poniéndose la soga al cuello. Gera❦
Posted on: Thu, 21 Nov 2013 21:49:17 +0000

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