Gaviria (primo de Escobar)—liso, muy liso— no se citaba con - TopicsExpress



          

Gaviria (primo de Escobar)—liso, muy liso— no se citaba con nadie, todo lo movía por medio de comunicaciones con alias, códigos y claves; y aunque producía llamadas, no lograban saber siquiera el número de su teléfono. Cuando se lo descubrieron le montaron un operativo. A las seis de la tarde, las unidades llegaron a su famoso búnker en Envigado, encontraron todas las señales de que ese era su centro de operaciones, pero él no estaba. Explorando el terreno, más o menos un kilómetro arriba, encontraron una casa, con un teléfono inalámbrico, desde donde detectó el operativo y se escapó. «Escobar instruyó que se cambiaran códigos, teléfonos, nombres, alias, y nosotros quedamos en cero —cuenta el general—. Cada operación fracasada servía para que ellos mejoraran su seguridad interna. Durante seis meses no volvimos a saber de Gustavo Gaviria. Pero los técnicos —que ya conocían su voz— lo volvieron a escuchar. Es curioso, sus hombres nunca pudieron llamarlo de forma diferente, siempre el Señor. Averiguamos a través de la Empresa de Teléfonos sobre el domicilio correspondiente, montamos la segunda operación y de nuevo fracasamos. Resulta que como el Cartel había infiltrado a la Telefónica, la información que nos habían aportado no correspondía a la realidad. El nuevo fracaso nos obligó a revisar los procedimientos. Nos tocó entrar a la Empresa de Teléfonos como mafiosos, conseguir gente y pagarle. Y con uniformes, escaleras y cascos, como funcionarios de la empresa, salimos a buscar la línea acompañados con técnicos. Un jueves santo llegamos al frente de su caleta en el barrio Laureles. Vigilamos varios días con scanner las emisiones de radio y nos cercioramos de que no tuviera seguridad externa o en casas vecinas. »En la casa sólo sale y entra una señora. Gustavo Gaviria habla el domingo a las dos de la tarde y, seguro de que está ahí, doy la orden. Cuando Gaviria detecta el operativo corre a llamar, a pedir auxilio a la Policía. Sí, señor, ¿quién habla? le preguntan. No, mire, mire, es que me van a matar, hay mucha gente alrededor de mi casa, me van a matar, me van a matar. Déme la dirección, señor. No sabe la dirección, la está buscando. Afuera, los elites rompen una reja, luego ponen explosivos en las chapas. Cuando se rompe la puerta, él sale corriendo con una carabina en la mano. Seguramente piensa que han llegado sus enemigos naturales, los mañosos del Cartel de Cali. Abre fuego y es dado de baja.» El jefe de seguridad de Gaviria le aseguró a Pablo que lo había entregado uno de sus hombres. (Un oficial corrupto les dio el nombre del informante y lo mandaron ejecutar.) Y le aseguró, además, que el señor Gaviria había salido gritando con las manos en alto pidiendo que no lo mataran. Pablo, con la tristeza reflejada en su rostro, le pidió a uno de sus abogados instaurar una demanda penal contra la Policía. No sólo perdía a su amigo entrañable, perdía el manejo de una red amplia de tráfico y la garantía del flujo de efectivo. En adelante, Pablo estaría acosado siempre por el tema de la liquidez. A Gaviria lo enterraron en la noche en medio de una pequeña romería y las canciones de un mariachi. Su hijo, Gustavito, el tercer Gustavo Gaviria, que ensayó ser presentador de televisión, que estudió en Europa y que hablaba varias lenguas, heredó el imperio y juró seguir los pasos de su padre. Y esos pasos también lo llevaron a una pronta muerte
Posted on: Sat, 02 Nov 2013 15:46:21 +0000

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