Gerónimo ganó el 4º premio del Concurso Literario organizado - TopicsExpress



          

Gerónimo ganó el 4º premio del Concurso Literario organizado por su escuela. A continuación comparto su narración: UN DÍA TEMEROSO EN BARRIO EL POZO Todo comenzó un domingo de diciembre del año 2012, precisamente el 16. Eran las horas del medio día, el cielo estaba nublado, como a punto de llover. Mamá y yo llevamos a mi hermano a casa de mi abuela porque tenía que estudiar. Volvíamos por la costanera en nuestro auto y el cielo comenzó a oscurecerse, cada vez más y más; hojas, papeles, bolsitas, remolineaban a causa del viento que comenzaba a danzar y a silbar con ese sonido inconfundible… Nos apresuramos, el cielo derramó sus primeras lágrimas y, ya cruzando el puente, su llanto fue desgarrador. Llegamos a casa acompañados por el viento y la lluvia, mamá me indicó que entrara las zapas de Bau que estaban en el patio, mientras ella cerraba todas las puertas y ventanas. Le pedí permiso para llevar la play a su cuarto, porque el ruido de la lluvia sobre el techo de chapa del living-comedor era ensordecedor. Desde el cuarto de mamá sentí sus primeros gritos: -“¡¡¡el techoooo, se voló el techoooo!!!-“. Yo pensé –“qué exagerada esta mujer… mirá si se va a volar el techo…”. Mamá seguía gritando así que corrí para ver qué pasaba… y allí la encontré temerosa, agazapada bajo la lluvia, sin la protección de nuestro techo, no sabiendo qué hacer, por dónde comenzar a proteger nuestras cosas… No sólo se había volado el techo del living-comedor sino también el del lavadero. El viento era fortísimo y la lluvia caía implacable. Yo no sé cómo fue, pero de repente me sentí inmenso, como un coloso, me sentí valiente, entendí que en ese momento era el hombre de la casa y que era mi deber proteger a mamá y a nuestro hogar. Entonces hice todo lo que pude a pesar de que mamá sólo quería protegerme a mí y me obligó a guarecerme junto a ella en el cuarto. El ruido de esa tormenta no podré olvidarlo nunca, las cosas volaban, caían ladrillos, nuestro techo había volado con toda la furia, como si fuera un enorme pájaro plateado. Fueron casi cincuenta minutos interminables… Cuando el viento calmó, cuando ya no volaban cosas por el aire, comenzamos a sentir sus voces… Nos aproximamos a la puerta de casa, aún temerosos, aún sin comprender bien lo que acababa de ocurrirnos y al abrirla los vimos. Allí estaban ellos, infaltables ante la adversidad: nuestros vecinos, nuestros queridos vecinos. Y allí se hicieron presente muchos de los valores que aprendí primero en casa, después en la escuela: la SOLIDARIDAD, la GENEROSIDAD, el AMOR AL PRÓJIMO, entre tantos otros. Todos los vecinos se pusieron a nuestra disposición de inmediato, unos entrando los muebles y equipamiento electrónico al área cubierta de la casa, otros secándolos. Los demás, desarmando la estructura de los techos que habían caído sobre la vereda de enfrente, sacando tornillo por tornillo, viga por vida, para después subir chapa por chapa y volver a techar, “atado con alambre” claro, porque no había electricidad. Como bien le dijo uno de los vecinos a mamá: -“Laura, vos no te preocupés, que esta noche tus hijos y vos van a tener su techo”-, así fue gracias a la colaboración de todos ellos. Nunca voy a olvidar ese día. Esa tormenta me enseñó que no hay viento, ni lluvia, ni circunstancia que puedan abatirnos, que como familia siempre estaremos unidos y que, gracias a Dios, siempre podremos contar con la ayuda de nuestros vecinos.
Posted on: Thu, 27 Jun 2013 13:53:16 +0000

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