Gustavo Hasbún (UDI) señala en entrevista de hoy en la mañana con TVN que lo que está haciendo Michelle Bachelet con sus medidas sobre lo que se ha denominado Estado Laico y temas valóricos es la imposición de un modelo de sociedad por sobre otro, pasando a llevar la libertad de las personas y, sobre todo, la de las Iglesias. A lo anterior, sumemos las nefastas declaraciones de Matthei sobre el supuesto Estado hostil que Bachelet propone ante las distintas religiones y que su eventual, imposible (salvo, irónicamente, ocurra un milagro), gobierno no irá en contra de la Biblia... Más allá de discutir cada una de esas desafortunadas ideas o de defender las posturas de la Nueva Mayoría, hay una cuestión que preocupa más. Miremos nuestra historia... Recuerden que la esclavitud en un momento fue aceptada en todo el mundo. Recuerden que en un tiempo pasado la Iglesia persiguió y mató por causas religiosas. Recuerden que incluso hasta mediados del siglo XX los indígenas eran considerados animales en algunos países de nuestro continente. En nuestro país, recuerden que los cementerios laicos en un minuto no existieron y que la sola idea de tenerlos causó profundas molestias. Recuerden que las leyes de protección al trabajador no existieron en Chile, sino hasta inicios del siglo XX, y aún hoy día se les mira con desdén. Recuerden que hace algunos años no existía el divorcio en Chile, por miedo de la derecha a que esto representara una debacle para nuestra sociedad (Cuestión sostenida por el mismo Andrés Allamand, quien paradójicamente, al tiempo de aprobada la ley, se divorció). Recuerden que las mujeres hasta hace no mucho tiempo no podían votar. Recuerden que hace 40 años en Chile muchos murieron por pensar diferente. Recuerden que que nuestra propia Constitución, en su original artículo 8vo. prohibía pensar de determinada manera. Recuerden, recuerden, recuerden y vean cómo, en un tiempo pasado, en algunos casos no mayor a pocos años atrás, todas esas cuestiones fueron consideradas como verdades. Hoy, parecen cuestiones inimaginables y sobre muchas, se pide un débil y poco consecuente perdón. Espero que en 100 años más, cuando la historia de cuenta de nuestras acciones, no nos dé vergüenza mirar las causas que algunos están defendiendo, aunque, desde ya, mi esperanza sobre esto es bastante escasa.
Posted on: Thu, 28 Nov 2013 12:42:47 +0000
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