HISTORIA ACABADA Debía pensar, rápido, y ante todo buscar - TopicsExpress



          

HISTORIA ACABADA Debía pensar, rápido, y ante todo buscar entre sus recuerdos de los últimos momentos vividos en el castillo, que le hiciera recordar el momento exacto por el cual, su señora había comenzado a sospechar de él. Pero, por más que lo intentaba, no encontraba ningún movimiento que le hubiese delatado, y a pesar de todo, así era. Ella estaba al tanto de sus intenciones, lo que le indicó que no le quedaba más remedio que tomar la decisión de desaparecer y pronto. Hasta el momento, de las noticias de las que disponía era que Tevar había convocado a la Alianza en pleno para que pudiera dar comienzo una nueva Asamblea en cualquier momento. Por ello, debía aparecer en los Acantilados y solicitar asilo, de lo contrario se podría encontrar de frente con la muerte y no estaba preparado para ello; aún no. Muchas fueron las ocasiones en las que Tevar le advirtió de la posibilidad de que Maya lo descubriera, bien porque pudiera llegar a cometer algún error e incluso por simple intuición, pero él no quiso admitir que aquello pudiera llegar a ocurrir. No deseaba pensar en ello, decidió remprender su vida y cambiar. Tenía muy claro que no iba a permitir que Maya lo venciera, en aquella, su particular batalla. Pero, el mayor problema residía en saber si debía marcharse cuanto antes, o esperar y enfrentarse a Maya. La respuesta llegó inmediatamente. Como si lo hubiera escuchado en sus divagaciones, aparecida de la nada, una pluma de color rosa descendió hasta posarse lentamente sobre su mano derecha. Era la llamada de Tevar que lo instaba a personarse en Milch inmediatamente. No perdió el tiempo. Dejó atrás todo lo que fue su vida y responsabilidad en el castillo, atendiendo las órdenes de Maya, para enfrentarse a un futuro incierto. Pensó que lo apropiado era utilizar la magia y así no perder el tiempo en incomodos viajes. Y sobre todo evitar su captura en la medida de las posibilidades era lo que debía prevalecer por encima de todas las cosas. Utilizó un hechizo sencillo de aparición y en unos instantes se apareció ante la puerta de acceso de Milch. Una vez allí, se hizo un pequeño corte en el dedo índice y lo posó sobre una superficie plana que contenía la puerta. La ofrenda fue aceptada y la puerta de seguridad se abrió para dar paso al visitante. A diferencia de las ocasiones en las que el resto de los visitantes quisieron acceder a los Acantilados, Ruma no poseía el privilegio de poder hacerlo instantáneamente, por lo que su segunda misión, tras la ofrenda de sangre, fue tener que atravesar un túnel, en el que toda precaución por parte de las Hadas era poca. Sorteó acertijos, pruebas de fidelidad y a la guardia personal de Tevar, pero después de intensos momentos, consiguió llegar a su destino. Aga lo esperaba al final del túnel para encargarse de acompañarlo, en persona, al lugar en el que se estaba celebrando la Asamblea. Para cuando se incorporó a ellos, todos y cada uno de los miembros conocían que Ruma servía Tevar. Lo pusieron al corriente de las averiguaciones de Nailo y él, simplemente, se limitó a asentir. Todo lo que afirmaban saber por boca de Nailo era cierto, Maya había decidido despertar a Vladimir. Aunque sabían que era poco probable que Nailo se hubiera equivocado, guardaban una pequeña esperanza de que fuera así, pero Ruma se encargó de confirmarles que aquello que tanto temían era total y absolutamente cierto. ― ¿Cómo es que Maya tiene tanto interés por despertar a Vladimir? ―preguntó el Maestro Burn. ―Desea ser poderosa ―contestó Ruma―. Sabía que su Alianza con los Dragones no iba a ser posible, por supuesto a los Licántropos, ni se acercaría ¿Qué le quedaba? El más destructivo de todos los seres. Más incluso que ella misma. ―Ya. Eso está claro. Lo que parece es que no es consciente de que el poder que anhela le va a causar un perjuicio ―intervino Marea―. Al igual que nosotros estamos en riesgo, ella también lo está. ―Disculpad mi ignorancia en todo este asunto ―los interrumpió Ruma―. ¿Qué es exactamente lo que va a suceder? ―preguntó con inquietud. Era curioso que a pesar de haber servido al lado de Maya, desconociera la historia de Vladimir. Pero todos supusieron ―incluido él mismo―, que Maya era lo que había deseado a sabiendas de que era un infiltrado. Por otra parte, no deseaba ser desconocedor, de lo que parecía, un punto clave en toda la historia de Oscuridad. ― ¿No me digas que desconoces la historia del despertar de los espíritus? ―preguntó Mortina vacilante. ―He conseguido encontrar en la biblioteca del Castillo un libro en el cual cuentan la historia del despertar de un vampiro por el pesar de una hermana. Por desgracia para mí, Maya había roto las páginas en las que podía encontrar el desenlace de dicha historia y el resto de lo acontecido ya lo sabéis. Como al parecer descubrió mi traición supongo que no deseaba que os avisara antes de que ella hubiese realizado el proceso del despertar. ― ¿Nos estás diciendo que Maya tiene pleno conocimiento de la historia de Marco? ―preguntó Rigur con perplejidad. ―No solo eso ―aclaró―, sino que, a pesar de lo que cuenta el Libro de los Despertares, ella ha provocado que su retorno sea expresamente en los días que se desaconsejan entre sus líneas que se haga, para devolverlo de donde sea que se encuentre. Ahora si no os importa, ardo en deseos de conocer en su totalidad, la historia de Marco. ―Yo también ―añadió Nailo. Desde que llegó a Oscuridad la pusieron al corriente de algunas de las historias que acontecieron a lo largo de los tiempos, y presintió que le iban a contar alguna que otra más durante su estancia allí. Tuvo la intuición de que la historia que venía a continuación era terrorífica, pero aun así, ardía en deseos de conocerla. ―Un momento. Antes de continuar, y de que nos cuentes la historia de Marco ―interrumpió Torno―. Tenemos un hombre aquí, que hasta hace poco ha servido a Maya con total devoción. ― ¿A dónde quieres ir a parar? ―dijo Urban con seriedad. ―Solo me pregunto ¿por qué tenemos que confiar en él? ―Tengo mis motivos para confiar en él ―contestó Tevar, deseando dar por finalizado el asunto. ―Perdona mi impertinencia Tevar, es solo que me sorprende mucho que hayas confiado en él, siendo hasta hace poco, el fiel vasallo de Maya. ―Lo sé, pero he de deciros a todos, que por el momento solo debéis saber que yo confío plenamente en él. Me ha demostrado, hace ya algún tiempo, que se puede confiar en su palabra y por el momento no me ha fallado. ―Por supuesto ―contestaron los asistentes dando así por zanjado el asunto. ― ¿Nos puedes poner al corriente sobre la historia de Marco, por favor? ―insistió Nailo―. Tengo la sensación de que es relevante en estos momentos. ―Por supuesto que lo es ―afirmó Mortina―. Tevar, ¿si tienes la bondad? El rostro de Tevar cambió a una expresión más apesadumbrada. La historia de Marco ―al igual que la de Orión―, era una de aquellas historias de las que no le gustaba hablar, ni recordar. En aquella ocasión rememoraría la de Marco para que los asistentes tuvieran pleno conocimiento de aquello a lo que se podrían llegar a enfrentar. Se aclaró la garganta y comenzó a narrar la historia. A Ruma le dio la sensación de estar leyendo nuevamente en la biblioteca del Castillo. La voz de Tevar resonaba con majestuosidad y absoluta tranquilidad por el jardín en el que todos se encontraban en silencio para poder escuchar la misma historia que tanto los inquietó en el pasado. ‹‹―Todo cambió el día en el que Víctor, Príncipe de las Tinieblas, decidió sustraer la sangre del cuerpo de un campesino llamado Marco. Esto ocurrió una tarde durante la estación de Imboloc; Marco salió de su casa para comprobar si había guardado la carreta en el establo, y la desgracia hizo el resto. Víctor se encontraba debilitado, escondido, y por supuesto, sediento debido a la falta de alimento. Estaba siendo un Imboloc muy crudo, más de lo habitual y el alimento escaseaba. Escondido en el interior del establo como se encontraba, no desaprovechó la oportunidad que se le concedía. Movido por el dulce olor de la sangre caliente, una vez tuvo a su victima lo suficiente cerca como para atacarlo sin sufrir daños, se abalanzó sobre él, consiguiendo saciar su sed de sangre. No lo mató. Desconocemos si el ataque lo perpetró consciente o inconscientemente, ya que nunca se personó ante Marco para explicarle su nueva situación. El campesino, por supuesto, quedó tendido sobre el frio suelo del establo. Después de largas horas en las que su familia estuvo preocupada por su ausencia, despertó de su ensoñación percatándose de que ya no era como antes. Se sentía extraño. Su primer sentimiento fue el de la sed. Su instinto de humano le hizo ir en busca de agua e intentar saciar la sequedad que le abrasaba la garganta, pero al intentar beber agua tan solo consiguió vomitarla. Comenzó a asustarse, no entendía que era lo que le sucedía y pensó que tal vez había enfermado por estar en la calle tirado con el temporal que acaecía, así que decidió volver a casa en busca de ayuda. Ese fue el principio del fin. En el interior de la casa se encontraba la familia de Marco. Todos y cada uno de los miembros de la unidad familiar que se hallaban en el interior de la vivienda sucumbieron a las mordeduras que les provocó, cuando su nuevo instinto le demostró que era lo que debía hacer para saciar su sed. Ese fue el instante en el que se percató de que ya no era humano. Supo que se había convertido en alguien poderoso ―un monstruo si se me permite el adjetivo―, pero Marco no lo vio así. De entre todos los miembros que formaban el seno familiar, un único integrante, consiguió salvarse. Ella era Lera, la hermana mayor de Marco. Aquella fatídica noche se encontraba en la aldea colaborando con la costurera. Cuando llegó a casa y se encontró con que toda su familia estaba muerta, fue tal la rabia y la impotencia que sintió que decidió, en aquel mismo instante, que su labor iba a ser encontrar a él o a los causantes de toda aquella vorágine. Jamás imaginó que Marco, su propio hermano, pudiera ser el causante. Cuando lo descubrió se le partió el corazón en mil pedazos. Y fue aquel el principal motivo por el que Lera pasó mucho tiempo estudiando la forma de vida de los vampiros. Sus hábitos de alimentación y de sueño, sus sistemas de caza, así como sus costumbres de convivencia. Buscó en libros, pergaminos e incluso pasó una temporada, aquí en Milch, entre nosotros, hasta que al final se convenció de que solo había una solución posible. Todos y cada uno de los documentos consultados recomendaban lo mismo. Debía apresarlo en el Libro de los Despertares. Lo meditó durante mucho tiempo, y finalmente lo hizo, apresó a Marco en el interior del Libro. Desde aquel mismo día, noche tras noche, comenzó a atormentarle la decisión que había adoptado y aunque se repitió una y otra vez que era el asesino de su familia, le pesaba y mucho, que se tratara de un miembro de su propia familia. Así que no pudiendo soportarlo más, un día decidió traerlo de vuelta a su lado. Utilizó toda la documentación disponible y comenzó con su despertar. Cuando me llegó la noticia de lo que iba a hacer, le ofrecí mi colaboración y sabiduría. Le expliqué como podían ser las consecuencias de despertar a un Vampiro. Intenté disuadirla, explicándole todas las veces en las que se había realizado a lo largo de la historia conocida y que por supuesto, no había salido bien. Los trastornos de devolver al Vampiro a la realidad, después de que se hubiera guardado en el libro siempre habían ido en aumento de una ocasión a otra. Que se supiera no se realizó en ni tan siquiera una sola ocasión, con resultados óptimos o mínimamente aceptables. Ella declinó mi ofrecimiento. Se obcecó en llevarlo a cabo a solas, así que desistimos en nuestros vanos intentos por hacerla cambiar de opinión. Comenzó a realizar los hechizos necesarios para despertarlo y tardó bastante. Finalmente su vuelta tuvo lugar el tercer día después de la desaparición de la Luna Roja ―en aquel punto concreto de la historia, Ruma se puso tenso. Lo que iba a comenzar a contar Tevar era la parte que le faltaba por conocer, y su excitación subió como la espuma―. Aquel fue el inicio de una lucha contra fuerzas oscuras y magia antigua de la que poco conocíamos. Marco regresó, por supuesto, ese fue el interés de Lera desde un primer momento, pero también le acompañaron todos aquellos a los que arrebató la vida. No eran de carne y hueso, como él, sino que nos encontramos de frente con espíritus. Espíritus de las víctimas de Marco. Todas las víctimas con las que consiguió saciar su sed. Cuando Lera vio a sus padres y hermanos se llenó de júbilo y alegría, pero le duró poco. Eran espíritus a los que había devuelto a la existencia a través de la maldad de un bebedor de sangre y eso era lo que más anhelaban. Sangre. Lera fue consciente de la equivocación que cometió al decidir despertar a su hermano por el dolor de su corazón, pero ya era demasiado tarde para lamentaciones, ya no había vuelta atrás. Nos informó de lo sucedido aunque conocíamos de primera mano todo lo acontecido, debido al rastro de sangre, destrucción y dolor. Los espíritus habían comenzado con su particular desolación. No es que fueran una cantidad exagerada, pero sí lo fueron las víctimas inocentes que ocasionaron. Lera se encontraba rota por el dolor. Pensando que podía liberar su corazón, baso sus actos en sus sentimientos y lo único que provocó fue más dolor y destrucción que si se hubiese limitado a padecer y asumir su pena. Había que buscar una forma de liberar a Oscuridad de aquella invasión, pero no resultó tarea fácil. No encontramos la forma de hacerlo adecuadamente en ninguno de los libros que estaban a nuestra disposición ―dejó de narrar la historia y entonces miró a Marea, cediéndole la palabra. Éste la asumió y continuó con el resto de la historia. ―Es evidente que la situación se consiguió controlar ―comenzó Marea―. No sin esfuerzo. Cuando Tevar nos puso en conocimiento de todo lo acontecido, todos comenzamos a colaborar. Los Elfos, al igual que las Hadas, tenemos nuestros propios escritos con vivencias de nuestros miembros de la comunidad a lo largo de los siglos. Después de muchas consultas conseguimos encontrar un caso similar en el que también despertaron a espíritus hambrientos de destrucción junto con un retorno mal ejecutado. En aquella ocasión, el intento de subsanar el incidente no salió como esperaban y fue el momento de la creación de los Gurl ―Nailo se estremeció al escuchar la simple mención de aquellos seres. Se acordó de la vez en la que se cruzaron con ellos en el bosque y el miedo que pasó, regresó a su cuerpo―. En aquel caso, realizaron el proceso a la inversa. Una vez el caldero ya estaba con los componentes en perfecto estado de composición del cuerpo y éste comienza a ascender al mundo real se pueden pronunciar las palabras adecuadas para devolver, al ser en cuestión, nuevamente al caldero. Consiguieron que los espíritus retornaran, pero se crearon, como acabo de decir, los llamados Gurl, los cuales después de muchos estudios conseguimos poder controlar aunque no destruir. Decidimos que lo adecuado era investigar como poder deshacernos de los espíritus que Marco trajo consiguió, evitando al mismo tiempo más seres extraños en Oscuridad a los que luego hubiera que apresar. En los escritos que encontramos recomendaban que intentáramos el proceso a la inversa, pero ofreciendo un sacrificio. Es decir, devolver a Marco, ofreciendo algo a cambio. No comprendimos que era lo que debíamos sacrificar, pero Lera lo comprendió al instante. Su necesidad de reunir a su familia fue la que provocó aquella situación. Ella era el sacrificio ―Marea calló unos instantes para proseguir unos minutos después―. Conseguimos apresar a Marco, no sin esfuerzo. Lo inmovilizamos, pronunciamos el conjuro para apresarlo en el libro y Lera se sacrificó, no solo devolviendo a su hermano al libro sino a todos los espíritus que acudieron junto con él ―muchos de los presentes se acaban de quedar atónitos ante lo que les acababan de relatar. ―Esa parte de la historia me era desconocida ―confesó Urban mientras recordaba cómo se la había contado su padre tiempo atrás. ―Al igual que para muchos de los presentes ―coincidió Rigur. ― ¿No hay forma de parar, ahora que aún no ha finalizado el proceso, en lugar de esperar a que Vladimir esté de vuelta? ―preguntó Ruma. ―Me temo que no ―contestó Mortina con resignación. ―El proceso de las pociones es complicado ―comenzó a explicar Tiana―. Una vez ha dado comienzo y está bien ejecutado, no es posible paralizar la poción de un despertar en pleno proceso de retorno. Es una pócima difícil de ejecutar, pero una vez realizada, imposible de detener sus efectos. ―Estamos perdidos ―murmuró Nailo con perplejidad, ante la idea de que su vida pudiera finalizar en un corto lapso de tiempo. ― ¡No! No estamos perdidos ―agregó Urban―, hay una solución. ― ¡¿Ah sí?! ¿y cuál es? ¿cómo crees que lo vamos a conseguir? ¿acaso piensas que vas a tocar a la puerta de Maya, te va a abrir, y alegremente te va a conceder el sacrificio? ―cada vez alzaba más la voz―. Todo este tiempo lo hemos malgastado en estúpidas enseñanzas y ridículas artes, ¡¿para qué?! ¡para nada! ―Nailo debes tranquilizarte ―le ordenó Mortina. ― ¡No quiero tranquilizarme! ¿Es que acaso soy la única que ha escuchado la historia? ―Permíteme que te diga, Nailo ―comenzó Rigur sereno―, que llevamos muchos años en Oscuridad y hemos luchado contra muchos problemas. No permitas que el pánico nuble tu mente. ―Mirad. No sé que me nubla o me deja de nublar la mente. Solo sé, que desde que he llegado a este mundo todo son complicaciones ―replicó de forma hostil―. Empiezo a estar harta de todo lo que me está ocurriendo. ¡Yo no he elegido esto! ―Nailo, por favor, acompáñame ―le pidió Tiana. ― ¡No! No quiero acompañarte. ― ¡Nailo! ―repitió Tiana con una autoridad que dejó a su hija sin respiración. Todo cuanto rodeaba a su madre era como si se hubiera adaptado a su furia. Nailo se asustó, nunca la había visto. ―Sí, madre ―contestó agachando la cabeza. ― ¡Ahora! ―ordenó. ―Sí, madre ―obedeció mientras se levantaba y se dirigía hacia el interior de la vivienda de Tevar. Mientras el resto, se quedaron quietos observando como meros espectadores, el comportamiento de Nailo. En pocos días había tenido dos ataques de ira y eso no era conveniente. Tal vez había llegado el momento de preocuparse por esa situación ¿o quizás no? Una vez, madre e hija, estuvieron apartadas de las Asamblea y gozaban de intimidad, Tiana comenzó a hablar con algo más de calma. ―Nailo cariño, me tienes preocupada ―dijo mientras lo sujetaba por los hombros con ambas manos. ―Lo siento madre. No sé qué me pasa. Hay situaciones que me superan. Me empieza a hervir la sangre y pierdo completamente el norte. ―Hija debes saber, que desde que estás aquí, has pasado por dos situaciones en las que te has comportado de igual manera. Una, hoy mismo, y otra en tu entrenamiento con Marea. ―Lo sé madre, y lo siento. ―Cariño, hasta ahora, no creíamos conveniente decirte nada para que no te sintieras peor, pero ha llegado el momento, después de lo que acaba de ocurrir, que sepas que en la magia esos abscesos de ira son síntomas del mal. ― ¿Qué quieres decir con eso? ―preguntó asustada. ―Quiero decir que estás emparentada con Maya, y en tu cuerpo lo mismo que fluye mi sangre o la de la abuela, también está la de tu padre. ―Todo eso ya lo comprendo y lo sé hace tiempo, pero no sé a donde quieres llegar. ―Verás. Lo que quiero decir es que tu cuerpo soporta en estos momentos el silencio de la magia. Es decir lo bueno y lo malo luchan por ganar su espacio vital, como lo hizo en su momento con tu tía Maya. ― ¿Eso pasa siempre? ―No siempre. Suele ocurrir en ocasiones extrañas, como en el caso de tu tía, o por supuesto en situaciones provocadas ―su madre se dio la vuelta dando la espalda a su hija. Su mente regresaba una y otra vez al pasado, en concreto al día en el que decidieron esconderse. Llevaba una temporada en la que las decisiones del pasado le comenzaban a atormentar. ― Entonces, ¿por qué me está pasando? ―preguntó nerviosa. ―Por nuestra culpa ―confesó entristecida. ― ¿De qué hablas, madre? ―a cada instante entendía menos de lo que estaba intentado explicar. ―Tu padre y yo somos lo que hemos provocado esto que te está pasando ―entonces lo comprendió por completo. ―Eso no te lo consiento, madre. En su momento vosotros tomasteis las decisiones que considerasteis adecuadas para mantener a todos a salvo. No debéis culparos por ello. ―Ya, pero ahora no te encontrarías en esta encrucijada. ―Tal vez no. Pero lo más probable es que tampoco estuviera, aquí, en Oscuridad ¿no crees? ―En eso te tengo que dar la razón. ―Madre, ¿tiene solución todo esto? ―Por supuesto que la tiene. En esta vida hay pocas cosas que no tienen solución. ―Pues, entonces, supongo que lo apropiado será pensar en la solución, en lugar de reprochar o culpar a nadie ¿Qué te parece? ―Claro cielo ―Tiana se acercó a su hija y ambas se fundieron en un emotivo abrazo. ― ¿Sabes madre? ―una sonrisa picarona asomaba en su rostro. ― ¿Qué cariño? ―Tengo que admitir, que durante la Asamblea me has asustado. Te has impuesto de un modo… que… ―no pudo acabar la frase, su madre estalló en unas sonoras carcajadas. Llevaba tiempo sin reír, y lo cierto fue que se sintió muy a gusto. ―Esa era la intención. Veo que no he perdido facultades ―admitió. Ambas rieron al unísono y juntas regresaron a la Asamblea. Una vez salieron al jardín en el que todos las esperaban pacientes, Mortina habló. ― ¿Continuamos? ―preguntó mirando en la dirección de su hija. Ésta asintió sin mediar palabra. ―Entonces retomemos el asunto ―dijo Urban―. ¿Cómo es que no teníamos el conocimiento de esa parte de la historia en la que se hablaba de los espíritus? ―No se quiso contar. Se consideró que era más que suficiente la apreciación que se hacía en el libro de los despertares, indicando expresamente que no se debía permitir su retorno en la fecha que indicamos. ―Jamás creímos que alguien fuera a estar tan desesperado como para… ―pero Marea no fue capaz de terminar. ― ¿No creéis que lo lógico sea comenzar a buscar las soluciones? ―preguntó Nailo. ―Exacto, bien dicho… ¿Cuáles son? ―preguntó ansioso el Maestro Burn. ―De momento debemos esperar ―contestó Amapola―, no podemos precipitarnos en nuestras decisiones. Pueden ser las equivocadas. ―Sí, coincido con ella ―concluyó Tevar. Todos se miraron sin saber exactamente que preguntar o como actuar, por lo que guardaron silencio y esperaron pacientes a alguien lo rompiera. ― ¿Ruma? ―lo llamó Rigur. ― ¿Sí, señor? ―contestó el aludido. ― ¿Crees que sucederá, el despertar de Vladimir, el día concreto que indica el libro? O por el contrario sea algo que te haya hecho creer Maya. ―Maya, con excusas y alusiones al tema, comenzó planteándose el hacerlo para que sucediera en dicha fecha alegando curiosidad por conocer que sucedería en tal caso. Cuando descubrí que le faltaban hojas al libro de los espíritus, supe que lo había estudiando todo con mucho detalle para conseguir lo que más ansía. Sentirse poderosa ―explicó. ― ¿Hay alguna posibilidad de que haya errado en sus cálculos? ―preguntó vacilante Urban, a pesar de saber cual era la respuesta. ―Lo dudo mucho ―sentenció―, Maya es demasiado meticulosa como para errar en sus cálculos. ―Lo que me suponía ―admitió. ―En ese caso, debemos actuar en función a esta nueva situación ―comentó Tevar con un hilo de voz. Se hizo de nuevo el silencio entre los asistentes. Un silencio que fue roto por alguien que irrumpió con mucha prisa en el jardín en el que continuaba la Asamblea. Era Rufus. Le faltaba el aliento. ―Ruego disculpen mi intrusión ―dijo mientras se dirigía hacia Tevar―. Señora, los habitantes de Argen han llegado. ―Perfecto Rufus, muchas gracias ―contestó―. ¡Señores! Si me lo permiten aplazaremos la Asamblea hasta que hayamos terminado de ayudar a los aldeanos. Los que lo deseen pueden venir a colaborar. ― ¡Nazi alidad! ―dijeron todos al unísono.
Posted on: Tue, 30 Jul 2013 09:08:32 +0000

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