HISTORIA DE VIDA... Un ruidoso y viejo reloj marca las 4 de la mañana, es hora de levantarse, y como todos los días María Palta pone en su olletica, bastante quemada, panela y café, mientras que se pega una ducha con el agua totalmente helada pero que ella misma reconoce como “reconfortable”. Pasados unos minutos sale del baño, apaga su estufa ‘Coleman’ de esas que se prenden a base de gasolina y se dirige al cuarto del pequeño “Andresito” para despertarlo, dejarle 2000 pesos que servirán para su desayuno y llevar algo más para comer en el colegio y darle un beso en la frente que significa un amargo adiós. Y es un amargo adiós porque como ella misma lo dice “daría lo que fuera por quedarse todo un día con su campeón”, pero la realidad es otra. Pasadas las 4 y 30 esta mujer alta, con arrugas absolutamente notables pero con una sonrisa bella y en cierta forma elegante se embarca en un bus que más que eso parece una lata de sardinas, aguanta más de dos horas en pie hasta que por fin llega a su destino. Sonriendo y con un cigarrillo que da el suave olor a mentol, antes de iniciar su jornada laboral siempre repite… “en nombre de Dios y la Virgen todo saldrá mejor hoy que ayer” y es que luego de vivir tantas adversidades en su vida y de recorrer calles y calles sin saber para dónde ir, cargada de maletas y con su hijo de la mano ella siente que por fin está tranquila. “Trabajar cerca de tantos muchachos me alegra la vida también a mi” no fue fácil para esta mujer levantarse, pues vio como todo su patrimonio, como su ser amado y como su pueblo entero sufría las consecuencias de ese conflicto que se ha vuelto el pan de cada día en nuestro país. María es una más de esas 4,9 millones de personas que son víctimas del desplazamiento por el conflicto armado y como la mayoría nunca ha recibido ninguna ayuda del estado, “yo me levante sola mi único apoyo es mi campeón” dice con una voz suave y a la vez un tono de amargura. Amalfi municipio de Antioquia y lugar de nacimiento de esta emprendedora mujer que vio como una noche hombres fuertemente armados llegaron y asesinaron a más de 14 habitantes entre los que estaba Jaime, su esposo y de ‘ñapa’ la sacaron a la fuerza en compañía de su hijo. “aún recuerdo ese día, ese es uno de esos momentos que nunca se le olvidan a uno ,eran las 7 y 34 de la noche cuando escuchamos el primer disparo, yo me escondí tras el trapiche y Jaime se quedó en la casa, escuché un estruendo cerca Salí a ver y … ya te imaginaras” dice tratando de contener las lágrimas. No es fácil hablar de esto, su rostro hace denotar la tristeza y el vacío que esos tres disparos dejaron en su corazón. Siempre soñó con conocer Bogotá, con subirse en un avión y volar hasta tocar suelo en la capital del país, de conocer mundo aventura y porque no salitre mágico, de saber que era estar un domingo en la mañana en ciclovia; pero una cosa era lo que pensaba y otra totalmente diferente era lo que el destino le tenía preparado. Ya es medio día y como todos los días a esta misma hora saca de su bolso una tacita de almuerzo, pero hoy el menú varia pues es su cumpleaños y que mejor que celebrar para ella con unos buenos frijoles con pezuña de su tierra. Mientras los devora con esas ansias gigantescas, su negocio se convierte en un autoservicio, en diez minutos que dura almorzando ya van más de seis cigarrillos tres cajas de chicles y dos más de esas gomitas “adictivas para los jóvenes”. Las horas van pasando y así mismo en su rostro se puede ver el cansancio, en todo el día nadie la llamó, nadie le dio un abrazo de cumpleaños, ni le dijo palabras bonitas, no le regalaron rosas ni chocolates pero ella misma sabe que está sola en esta ciudad y no solo en la ciudad sino en el mundo. Cada acto que realiza, cada manía como esa de “sacarse las yucas” y cada palabra que dice hacen notar la presencia de una mujer luchadora, emprendedora y para Andresito un orgullo. “las mamás de mis amigos trabajan en empresas pero yo me siento orgulloso que mi gorda sea vendedora ambulante” dice Andresito totalmente sonriente y con esa mirada iluminada que siempre tiene excepto los días que pelea con su novia Paola. Ya van siete cigarrillos que se fuma en el día pero con esa lluvia y el frio que hace prende su mechera y enciende otro más, su teléfono celular empieza a vibrar y suena una canción que rompe con todo el ruido y deja un silencio sepulcral para los que conocemos su historia “los caminos de la vida no son como yo pensaba, como los imaginaba, no son como yo creía”… De repente contesta y entra en llanto, su campeón se ha salido de clases un momento para desearle un feliz cumpleaños y una larga vida como lo predijo una de las tantas pitonisas a las que María ha ido, sus palabras no fluyen como de costumbre, se queda callada y luego entre el llanto y la felicidad dice gritando “mi amor te amo”. Cuelga el teléfono, suspira lo más profundo que puede y sigue llorando aunque su rostro denote una sonrisa, una tranquilidad y una paz que solo logra encontrar en la voz de su hijo. Me mira y se ríe, afortunados ustedes que lo tienen todo, entre el humo de mi cigarrillo que ya está por acabarse y entre el olor a bazuco que va fumando un indigente que pasa por nuestro lado y a pesar que somos comunicadores preferimos callar. No es el primer día que nos encontramos con María, hemos tenido más de diez encuentros y en todos siempre nos recibe con un cigarrillo, un “hola vecinos” y una sonrisa más calurosa que el fuerte sol de Bogotá en las tardes. Pero aquí la verdadera protagonista es ella, esa mujer que ya va pasando a su quinto piso, esa mujer que se levanta, pone a hervir su café y despierta a su campeón para que no “le coja la tarde”. “siempre supe que la vida me tenía preparado algo grande y es el momento en que lo estoy esperando” dice y luego hecha una carcajada de esas como las que noche a noche suelta mientras ve su programa favorito de la televisión, el man es Germán. Ya es hora de irse, es hora de abandonar su sitio de trabajo y cambiarlo por su cómoda cama de colchón de mota, recoge su puestico y emprende su viaje al parqueadero de ‘la negra’ donde abandonará por unas cuantas horas al ‘baby’ nombre que lleva el carrito de dulces. Ahora empieza lo duro, coger transporte hasta Soacha “calvario de todos los días” dura casi 45 minutos esperando hasta que pasa por fin el que es… ¡altos de la florida! Ahora espera dos horas, pero afortunadamente esta vez si cogió puesto, mientras que ella duerme el bus hace su recorrido como de costumbre, pero en la mente de María todo es diferente, sueña con el día en que su esposo venga, sueña con el día en que Andresito reciba su cartón de bachiller y entre a la universidad, esta mujer como cualquier otra pero sin lujos ni dinero tiene sueños y metas que cumplir que diariamente va realizando poco a poco. El pitazo del carro de la basura que pasa cerca al bus interrumpe su sueño, faltan dos cuadras para descender del bus y seis más para llegar a su morada, alista su bolso, timbra, desciende, da dos pasos y prende un cigarrillo; se prepara para atravesar ese rio de lodo y para subir esa extensa montaña. Luego de casi cinco minutos ya está en casa, suspira profundo y gira la chapa, corre la teja que asegura la puerta desde adentro , se limpia los pies en ese trapito que no es como el de muchas casas un tapete de Mickey mouse diciendo welcome, sino más bien, un camisa de esas que entregan los políticos en campaña para comprar votos. La luz está apagada y de repente tiene en su cara muchos recortes de revista finamente picados, Andresito ha comprado un brazo de reina en la panadería de la esquina y una gaseosa big cola para celebrar que hoy hace 49 años nació esa mujer que lucha por el diariamente, que vive y hasta moriría por que el estuviera bien, esa misma mujer que vende dulces, hace costuras y sabe de plomería, esa mujer que aparte de reunir todas esas cualidades tan solo se conforma con un tinto y un cigarrillo en las mañanas.
Posted on: Fri, 08 Nov 2013 00:51:06 +0000