HUÉSPED A decir verdad no me acuerdo por qué ni - TopicsExpress



          

HUÉSPED A decir verdad no me acuerdo por qué ni cuándo entró, o no quiero recodarlo. Al comienzo me pareció impactante su presencia, tengo algunos reflejos que así lo demuestran, el más sobresaliente es un manojo de papeles con reflexiones que no me permitían despegarme de la máquina escribir. Apenas si me levantaba de la silla para ir a comprar algunos comestibles, ya no me interesaba salir con mis amigos, a quienes comencé a observarlos vulgares, incapaces de mantener conversaciones interesantes, cosa que jamás les dije, sólo les avisé que me iba de viaje, y desaparecí sin preocuparme de que me hayan entendido o no. Luego de asegurarme de que nadie me iba a molestar, empecé a vivir con toda intensidad mi nueva vida. Me llevó a lugares ignotos, donde me ocurrieron cosas que jamás, hasta entonces, sospeché. Me acuerdo borrosamente de aquel escrito, que como todos, hasta esa época, me entusiasmó, hasta vivirlo en todas sus dimensiones. “Es perfecto, jamás leí nada parecido”, dijo con entera abstracción por la lectura. “¡El mundo, la vida entera en un papel!”. A mí me pareció, y con el tiempo me convencí, de que es lo más horrendo que escribí, tanto en su forma como en el contenido. “El mundo, o mejor dicho, la humanidad no es así”, le reproché. Se rió, y me dijo que yo no sabía nada de la vida, por eso debía quedarme en la pieza, ahí estaba a salvo, no me convenía salir, ese universo era el apropiado para mí. Discutimos días y días. Me leía esas páginas y terminaba por darle la razón, no para olvidar el relato, sino porque su voz me causaba un indecible malestar. Y me quedaba atravesando una y mil veces ese espacio irrespirable. Me miraba, sin hablarme, y sonreía, gozaba con mi encierro, y más cuando yo recordaba en voz alta mi libertad, ese ir y venir adonde quería y cuando se me antojaba. “Ves”, me decía, “esa no es vida para vos, porque estás más allá de todo lo mundano. Vos mismo lo confesás en tu genial relato.” “¡Mi relato!... Esa mentira, pura ficción, y de la más asqueante. ¿A quién se le ocurre pensar que afuera está sólo maldad, lo impuro, si en cualquier esquina cruzamos gente y cosas magníficas, reconfortantes?”... Se reía a carcajadas. “No trates de convencerte, vos bien sabés que lo que estás diciendo es falso, que afuera hay perversidad, incoherencia, cosas que te hacen mal. Vos lo dijiste, y mucho antes de escribir el relato”. “Es verdad, pero de eso se trata la vida, no de lo que escribí en esos papeles, que no es otra cosa que una simplista expresión de deseo. La vida nunca puede ser como la describí ahí. Por eso tengo que salir, que ver la realidad, sentir lo que pasa, y que me pasen cosas... ¿Entendés? Advertí que se había dormido con su gesto eternamente sarcástico, colmado de esa extraña mueca sobreprotectora que me petrificaba en ese cuarto. Sacudí su cuerpo tres o cuatro veces, no se despertó. Sentí un alivio gratificante. Con apuro pero silenciosamente, me metí en la ducha, la lluvia tardó en caer, quizás por el desuso, hasta que por fin vi que el agua pardusca se escurría por la rejilla; mis músculos se desanudaban uno por uno, y los poros comenzaban a respirar, empecé a presentir la intemperie. Mentalmente recorrí la ciudad, sentí la brisa fresca, oí el rumor de las voces, el ruido de los motores de los autos, los pasos apurados... Todo era nuevo, no me importaban las veredas rotas, era hermoso el turbión desbocado a la salida de las oficinas... Terminé de bañarme; me recorté la barba con mucho cuidado, me peiné. Abrí el ropero, saqué un vaquero y la camisa azul, me calcé los mocasines negros. ¿Se usaría todavía esta ropa? Qué importaba. Rompí la cerradura, puse un pie en umbral, oí su ronquido, y un tremendo miedo me arrastró a la máquina de escribir. Danny Delaney
Posted on: Wed, 04 Dec 2013 03:17:34 +0000

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