Había una vez un campesino en la campiña francesa de finales del - TopicsExpress



          

Había una vez un campesino en la campiña francesa de finales del siglo XIX que era la envidia de todos sus vecinos porque tenía un caballo; todo mundo le decía ¡¡¡Qué buena suerte!!! tienes un caballo y puedes llevar tu cosecha al mercado sin cansarte tanto como nosotros. El campesino se limitaba a responder: Buena suerte, mala suerte, no lo sé. Resulta que un día, casi llegando la noche, se olvidó de cerrar la puerta del corral donde guardaban el caballo y éste se escapó; sus vecinos al enterarse corrieron a decirle ¡¡¡Qué mala suerte!!! ahora te has quedado sin el caballo y vas a tener que sufrir lo mismo que nosotros para todas las labores en que te ayudaba tu caballo. El campesino se limitaba a responder: Buena suerte, mala suerte, no lo sé. Resulta que el caballo se reunió con una manada de ocho caballos salvajes, y cuando el invierno llegó, al no tener nada que comer, recordó el lugar donde tenía alimento y regresó, llevando consigo a los ocho hermosos caballos salvajes de los que se había convertido en líder. Los vecinos al enterarse corrieron a decirle al campesino ¡¡¡Qué buena suerte!!! Ahora no tienes sólo uno, sino nueve caballos que te harán la vida más sencilla. El campesino se limitaba a responder: Buena suerte, mala suerte, no lo sé. Resulta que los caballos eran salvajes y hubo que adiestrarlos, el único hijo del campesino se dió a la tarea y mientras domesticaba al último de los caballos salvajes, éste dió un reparo y tiró a su jinete, el cual se partió las dos piernas. Los vecinos entonces le dijeron al campesiono ¡¡¡Qué mala suerte!!! Ahora tienes nueve caballos, pero tu hijo no podrá hacer nada por lo menos el próximo año. El campesino se limitaba a responder: Buena suerte, mala suerte, no lo sé. Por aquellos entonces, estalló la guerra franco-prusiana y llegó la gleba a reclutar a todos los jóvenes de la campiña para que sirvieran en el ejército francés. Todos murieron en batalla, menos uno, que estaba con las piernas rotas cuando la gleba. El campesino por último dijo: Buena suerte, mala suerte, no lo sé. Creo que no es una cuestión de mala suerte, sino de que las cosas pasan y hay que aprender a sacarles el mejor provecho posible. En la vida tenemos dos opciones: O vives para evitar el dolor, o lo haces para disfrutar el placer.
Posted on: Wed, 20 Nov 2013 21:51:55 +0000

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