Hace un tiempo dije públicamente algo que tenía que ver con el - TopicsExpress



          

Hace un tiempo dije públicamente algo que tenía que ver con el narcotráfico en el barrio, y eso, por mi culpa, le trajo problemas, e incluso amenazas (no graves pero sí suficientes como para hacerse sentir) a personas que vienen trabajando desde hace muchos años, construyendo paciente y perseverantemente hilada por hilada. Y por el testimonio de estas mismas personas, me he dado cuenta de que vale mucho más construir oportunidades (como vienen haciendo ellos), que simplemente levantar la voz y borrarse (como muchas veces hago yo). Pero aún teniendo esto en claro, también soy consciente de que no se puede construir oportunidades para quienes no las tienen, sin tocar los intereses de quienes las tienen acaparadas o prefieren paralizarlas para no perder su negocio. Y esto, guste o no, y en la medida en que afecta intereses reales, siempre genera conflictos. Hoy Jesús, en el Evangelio, nos aclara que Él vino a prender fuego en la tierra, que no vino a traer la paz, sino la división. Y creo que esto deja en claro que no se puede seguir a Cristo (es decir: ser cristiano), pretendiendo caer bien a todo el mundo, no tocando las cosas que generan conflicto, para no romper la "paz" (muchas veces entendida como simple tranquilidad y armonía). Y lo que digo del narcotráfico, vale para muchas otras realidades de injusticia. Helder Camara solía decir: Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista. Y es que, por ejemplo en este caso, está claro que el problema no es unilateral, sino que tiene al menos dos puntas que hay que tomar para resolver el nudo: no tiene sentido intentar afrontar sólo el problema de la pobreza padecida por muchos, sino se intenta resolver el problema de la riqueza acaparada por unos pocos. Porque no todas las riquezas se reproducen. Escuché una vez que si todos los habitantes del mundo pretendieran vivir con los parámetros de consumo de los apoderados del llamado primer mundo, necesitaríamos al menos 5 planetas iguales al nuestro por año para abastecer semejante depredación. Y en otros ámbitos pasan cosas semejantes. Cuando el pueblo de Israel, por ejemplo, iba a entrar en la tierra prometida, luego del Éxodo de Egipto y de los cuarenta años peregrinando por el desierto, Dios dispuso que esa tierra se distribuyera entre las doce tribus de acuerdo a la cantidad de familias que las componían. Y dentro de cada tribu, se repartirían de manera equitativa entre las familias. Y dispuso que cada cincuenta años (ley del jubileo) las tierras que hubieran sido vendidas por el motivo que sea (una mala cosecha, una sequía, una mala administración o por simple vagancia para trabajarla y cuidarla), debían volver a sus dueños originales, porque la única propiedad privada que debe ser absolutamente inviolable es la que necesita cada familia para vivir y trabajar. Y no es justo que los hijos o nietos paguen las culpas o la mala suerte de sus padres o abuelos. No soy tan ingenuo como para ignorar que esto no lo llegó a vivir ni el mismo pueblo de Israel. Pero es obvio que si imaginariamente hoy lo quisieramos aplicar en nuestra Argentina, muchísimos de los habitantes de las villas miserias recuperarían las tierras que les fueron expropiadas a sus ancestros aborígenes (creo que es obvio que gran parte de los habitantes de nuestras villas miserias son descendientes de aborigenes o criollos desarraigados de sus campos), o que perdieron sus progenitores por distintos motivos. Pero, claro, las tierras, como tantas otras riquezas, no se reproducen, y eso significaría que muchas otras familias (o quizá no tantas) tendrían que renunciar a rentables propiedades acumuladas, en muchos casos, durante poco mas de cinco siglos (diez jubileos atrasados). Y esto seguramente no pondría contentos a los grandes terratenientes, aún cuando resolviera definitivamente los problemas habitacionales y en muchos casos incluso laborales de nuestro país. Y esto macro, tiene su parangón en lo micro, en las desigualdades cotidianas. Y entiendo que Jesús no habla de conflictos por cuestiones religiosas meramente nominales, sino por el contenido su mensaje, representado en su persona y en su nombre. Y está claro también que su mensaje no tiene un contenido solamente social, pero creo que como católicos ya hemos hablado mucho de la moral individual y de las responsabilidades religiosas que, en el fondo, creo que son las que menos justificarían los conflictos de los que advierte Jesús. Ojalá llegue el día en que nos animemos a afrontar estos conflictos.
Posted on: Sun, 18 Aug 2013 22:16:22 +0000

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