He ido a muchos recitales, de todos los estilos; jamás estuve en uno como el de anoche. Lloré al menos en tres canciones, salté como si de nuevo tuviera quince años... el mejor show en vivo dicen y vaya que es cierto, porque Springsteen la hace sin parafernalia, sin pantallas led, sin hielo seco, sin luces estrambóticas, no x que no quiera o no pueda, sino x que no lo necesita. 30 grandes canciones, 30 grandes historias que son como cuentos de Cheever y Hemingway y Twain y que quieran agregar, 4 horas y 17 músicos que suenan como una orquesta de mejores amigos... Lo de anoche es el comienzo de una devoción de la que Chile estaba aparte. Día a día crecerán los fans de Springsteen (como sucede en todas partes), muchos se arrepentirán de no haber ido pero la curiosidad los hará descubrir sus canciones y en unos cuantos años, cuando regrese, x que lo prometió, va a llenar el Nacional, se los doy firmado. Los que fuimos ayer no acudimos a un recital, sino a una experiencia emocional. Nunca imaginé que una superestrella tuviera esa empatía y esa conexión con el público, que a los 60 y tantos mientras otros contemporáneos suyos (Madonna, Stones, Floyd, etc) son unos viejos de mierda, el Jefe es un pendejo hablando de sus amigos, sus amores, su mundo en canciones que son más grandes que la vida. La revista NME (o la Q, no recuerdo) dice que ver a Springsteen una vez en la vida debiera ser un derecho y un deber incluso para los que no gustan de su música. Verdad absoluta... Y el homenaje que se mandó a Victor Jara, conchetumadre... En el nombre del padre, del hijo y del jefe, amén
Posted on: Fri, 13 Sep 2013 12:23:03 +0000