Historia de la guerra total Un público de teatro que mira a - TopicsExpress



          

Historia de la guerra total Un público de teatro que mira a un público de conventillo. Y dos espectadores que se contagian. Charlan dos cocineras mientras cada una hace girar el cuerpo de una gallina alrededor de su respectivo pescuezo, firme en el puño la cabeza, en forma tradicional de dar fin a la existencia de las aves comestibles. Sienten la estrangulación en la mano; sienten los estertores y prosiguen su animado diálogo. No hay duda de que en esta conducta se implica una idea pesimista: de todos modos va a ser igual para el animal, de todos modos va a morir, un poco antes o un poco después tanto da; morir hoy y así porque morir y quizá peor ocurrirá, pues la vida no vale nada “ni a las gallinas ni a nosotras, las cocineras”. El sufrimiento de esa lenta y desordenada estrangulación lo hubieran sentido con cualquier género de fin; ¿o hay muertes más y otras menos penosas? (Como la franja masculina del mundo cree que la vida vale, horrorízase. Pero las cocineras pertenecen a la femenina). Por momentos, en la conversación, continúan olvidándose de su tarea; los aleteos del animal moribundo las vuelven entonces a la acción; revolotean unas cuantas veces más el cuerpo del ave en torno a la cabeza; se distraen de nuevo, etcétera. En eso, un simple cambio de opiniones (alegando una que sus gallinas ponían huevos fritos y por esto valían más) se transforma para ellas —que continúan cada una con su cabeza de gallina en la mano— en trifulca; se acaloran y desgreñan, dándose golpes con los cuerpos de las aves. Entonces la más fornida pretende hacer con la otra, sin pensarlo mucho, lo que acaba de hacer con la gallina, y le toma la cabeza y pretende revolotear el cuerpo. Luego aparecen dos vigilantes que se alistan cada uno por una cocinera y concluyen peleándose entre sí, y el más alto amenaza con estrangular en la misma forma al otro. Y finalmente sucede lo mismo con gentes del público del conventillo y hasta de los espectadores mismos en el teatro, amén de los lectores. Cuando ocurre dos cocineras con dos gallinas el día es domingo; igualmente para el comisario; las atendió, pues, y se reservó, con las gallinas, el meditar y resolver. Antes las digirió. Todo terminó así y pareció muy bien. M.F
Posted on: Sun, 22 Sep 2013 23:11:24 +0000

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