Hubo un hombre que sabía que el mejor elogio que se puede hacer a - TopicsExpress



          

Hubo un hombre que sabía que el mejor elogio que se puede hacer a alguien es llamarle por su propio nombre y sin duda, lo practicaba. Tenía buena memoria para esto y otras tantas cosas. Su trato era amable y caluroso para todos sin distinción. Cuando este hombre era joven y terminó sus estudios se casó y trabajó en la industria. Su experiencia y buen trato con los demás le significaron grandes exitos. Un día, cuando sus hijos estaban aun de brazos, le ofrecieron un empleo en una empresa minera de su país, lejos de su ciudad. Oferta que no pudo rechazar y que les darían grandes aprendizajes y beneficios a él, a su profesión y a su familia. Empacó maletas y llevó a su familia al nuevo lugar donde trabajaría y al que se unirían sus afectos. Allí sus hijos pequeños disfrutarían de una infancia rural con las mejores comodidades: estudio de primera calidad, lugares de esparcimiento, restaurantes con buena comida, una casa grande y amplia en un barrio seudo rural cerrado y seguro a las afueras de un pueblo pequeño. Vivían en el ambiente ideal para un niño, protegidos de peligros, en un sueño abstraído de las realidades difíciles existentes de fuera. Compartía con un par de amigos y sus familias una cabaña en la playa a unas 3 horas. Cuando las noches eran claras y de luna ausente, explicaba a sus hijos el firmamento y las estrellas, una de sus pasiones. Una noche en la casa y a pesar de que al dia siguiente habia que ir a estudiar y a trabajar, despertó a su hijo a medianoche y lo invitó a presenciar el paso de un gran cometa. Su hijo de unos 7 u 8 años y entre dormido y despierto aceptó, se incorporó y en pijama fue a dar un paseo que nunca olvidaría. Sus hijos iban creciendo. Terminando los estudios primarios iban tomando conciencia y este hombre pensó algo de difícil entendimiento para la mayoria: “No puedo permitirme que cuando crezcan, me pregunten: ¿Porque nunca nos mostraste nuestro país y esa otra realidad?” Así que sin un empleo seguro y con algunos ahorros emprendió el regreso. Al cabo de medio año de nuevo en la ciudad, consiguió un empleo que luego le llevaría a formar su propia empresa. Esta funcionaria cerca de una década y le daría una vida sin lujos y apretada pero honesta y decente, proporcionando empleo para un equipo de 25 trabajadores más. En la empresa minera que había dejado antes, se había hecho conocer como un hombre amable y honesto y un buen profesional, lo que le significó algunos contratos y ganancias para la suya propia. Un dia su empresa no funcionó más y decidió cerrarla, lo que trajo consigo desempleo y dificultad. Entonces volvió a aquel pueblo del que nunca se había desconectado, donde había trabajado cuando sus hijos eran pequeños y que visitaba constantemente. Alli trato de buscar entre sus viejos amigos alguna forma de ganarse la vida haciendo lo que sabía. Sabía que la tarea no era fácil. Por la situación económica, su familia establecida en la ciudad, no le podía seguir esta vez. Era el tiempo en que sus hijos comenzaban los estudios universitarios. Su esposa enfermó gravemente y la situación económica ahorcaba. Fueron sus tiempos más difíciles. Sabía que le tomaría un tiempo del que no disponía pero espero pacientemente y confio en dios. El apoyo incondicional de su esposa, su comprensión y el constante apoyo de su familia y hermanos fueron imprescindibles. Ahora vivía en un cuarto de una pensión familiar en un barrio popular de aquel pueblo. Me confesó que algunos días su única comida era una fruta. Sabía que “Más difícil que no tener es haber tenido”, pero su sencillez y su fuerte creencia en dios, hacían llevaderas las dificultades. No era una queja, era aprendizaje. Este hombre en aprietos nunca se quejaba y no dejo de tener buen trato con todos. Cualquier día cuando uno de sus hijos atravesaba la adolescencia descubrió que el muchacho, a sus espaldas, se escapaba en las noches y dedicaba algún tiempo a andar las calles, robando señales de tránsito, conversando con indigentes, llevandoles comida y algo de vino, y haciendo graffitis. No lo reprendió, no hubo castigos ni gritos. Encontró un momento adecuado y se sentó a conversar con el muchacho, amigablemente, sereno y sonriente como siempre. Le hizo saber que compartir con los necesitados era bueno que entendía que el graffiti era un medio de expresión y un tipo de arte. Comentó que no todos lo veían así y que se corría peligro al andar pintando los muros y paredes de la ciudad y deambulando las calles en la noche. Con algo de humor apunto un par de ejemplos, planteo otro par de posibles escenarios y paso a explicar las razones por las que las señales de tránsito son importantes y necesarias. No hicieron falta más palabras ni medidas para que el muchacho abandonara la práctica. Era tan amable y sonriente con sus nuevos vecinos del barrio popular, como con sus antiguos amigos. Eventualmente era invitado a las reuniones y cenas de sus viejos amigos en el barrio en el que alguna vez vivió. Sus amigos desconocían la situación. Un día pidió ayuda a un colega y familiar lejano que tenía una empresa contratista emergente de la empresa minera. Este quiso ayudarlo pero las labores eran bastante menores a su capacidad. A pesar de su edad y en vista de sus afanes decidió trabajar en esas pequeñas y fundamentales labores que hacían los empleados de menor rango, generalmente jóvenes operarios, fuertes y vigorosos. Fue así como paso de gerente de su empresa a vivir en un barrio popular y a ejecutar labores pequeñas. Habían pasado ya los años desde que había trabajado ahí como un empleado directo, ahora era un obrero de una empresa contratista y un hombre mayor. Comprendido de primera mano las tareas que cumplian los trabajadores mas razos y pasó por tiempos difíciles, apuros económicos y estuvo lejos de su familia. Nunca se quejó, nunca echó la culpa de su situación ni a dios ni a nadie. Su esposa alivio milagrosamente de una enfermedad que prometía una segura y pronta muerte. Un dia un funcionario de alto rango lo encontró trabajando y le preguntó por su situación. Aquella conversación seria una de las más importantes de su vida. Le contó que los nuevos trabajadores de la mina eran gente muy joven con muchos estudios y visiones nuevas administrativas y empresariales y que sólo se ceñían a los libros y a la teoría, que se estaba perdiendo algo de “ese ojo clínico” que tienen los viejos en la profesión, el buen trato con las personas. Le dijo que hacía falta alguien de la vieja escuela que tuviera una visión global y la mina y su funcionamiento en la cabeza. Pero ahora en la mina regia una normativa que prohibía contratar empleados que en el pasado hubieran hecho parte de la nómina o fueran mayores de 50 años, con lo que se diluian las posibilidades de mejorar la situación laboral. A pesar de esto, y debido a su reputación impecable este hombre fue nombrado como director de un departamento de la empresa minera. Esta sería la recompensa a sus años de silenciosas dificultades y por su trato sin distinción, por su experiencia, su calidez y por entender de primera mano las labores menores, no hubo un mejor jefe. Estuvo vinculado hasta su retiro. Fue bueno con sus compañeros de trabajo y tuvo una carrera difícil y con altibajos pero exitosa. Con su familia y cercanos fue además de bueno, muy amoroso y respetuoso. Este hombre dio ejemplo y escucho mas de lo que hablo. No busco reconocimiento. Sus dificultades fueron grandes pero jamás se lo oyó una queja. Lo primero en su vida fue su familia. Sus pulmones fallaron y le hicieron permanecer en cama y en hospitales por un tiempo más prolongado de lo que los pronósticos más optimistas esperaban. Fue su primera y única enfermedad. Su paciencia y tranquilidad permanecieron intactas. Tampoco esta vez se le escuchó quejarse. Consciente de su situación saldó cuentas con todos y se despidió. Una noche de la décima luna del año, con su equipaje preparado a la espera y sentado en el atardecer de la vida, salió al paso de la eternidad. Hoy se le recuerda como un hombre bueno, justo, correcto y noble. De este hombre aprendí casi todo. Le agradezco haberme mostrado mi país y que hay cosas más importantes que el dinero. Ese hombre fue mi padre y hoy se cumple un año de haberse quedado conmigo para siempre.
Posted on: Sat, 26 Oct 2013 12:49:08 +0000

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