Hubo un león jóven, que fue el último en ser capturado, y como los demás leones, fue situado en un campo de concentración. Ahi pudo ver miles de leones, los cuales se organizaban en distintos grupos: unos trataban de aclimatarse a la vida en cautiverio, otros se oponían y pretendían vivir como lo hacían fuera de cautiverio, otros más trataban de preservar las tradiciones de la cultura leona, algunos más conspiraban en contra de los guardias que los cuidaban y hasta habían leones que conspiraban contra los conspiradores. Pero había un león ya viejo que se mantenía lo más lejano posible de los demás. El joven león se dió cuenta que éste les inspiraba cierto recelo y hasta temor al resto de los felinos. Aún así se acercó, a pesar de su ceño fruncido. El viejo animal al verle le dijo: “¡no le hagas caso a esos idiotas; todos están locos!. Lo que debemos hacer es estudiar la naturaleza del verdadero problema”. El recién llegado inquirió: “pero ¿cuál es el problema? ¿cúal es su naturaleza?”. A lo que el viejo le respondió pacientemente: “El muro mi querido amigo, la naturaleza del muro”. Moraleja: tenemos dos muros: la sobrepoblación, con las obvias consecuencias de competencia salvaje por oportunidades, dinero, comida, agua, y ese gran muro que se llama credulidad y suspicacia inmediatas, hijas directas de la estupidez. Espero que pronto nos dejemos de imbecilidades y temores ridículos y nos pongamos a tirar esos muros…
Posted on: Thu, 22 Aug 2013 22:40:10 +0000
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