III Fue por esos días que en un descuido de Fernanda apareció en - TopicsExpress



          

III Fue por esos días que en un descuido de Fernanda apareció en el corredor el pequeño Aureliano y su abuelo conoció el secreto de su identidad. Le cortó el pelo, lo vistió, le enseñó a perderle el miedo a la gente, y muy pronto se vio que era un legítimo Aureliano Buendía, con sus pómulos altos, su mirada de asombro y su aire solitario. Para Fernanda fue un descanso. Hacía tiempo que había medido la magnitud de su soberbia, pero no encontraba cómo remediarla, porque mientras más pensaba en las soluciones, menos racionales le parecían. De haber sabido que Aureliano Segundo iba a tomar las cosas como las tomó, con una buena complacencia de abuelo, no le habría dado tantas vueltas ni tantos plazos, sino que desde el año anterior se hubiera liberado de la mortificación. Para Amaranta Úrsula, que ya había mudado los dientes, el sobrino fue como un juguete escurridizo que la consoló del tedio de la lluvia. Aureliano Segundo se acordó entonces de la enciclopedia inglesa que nadie había vuelto a tocar en el antiguo dormitorio de Meme. Empezó por mostrarles las láminas a los niños, en especial las de animales, y más tarde los mapas y las fotografías de países remotos y personajes célebres. Como no sabía inglés, y como apenas podía distinguir las ciudades más conocidas y las personalidades más corrientes, se dio a inventar nombres y leyendas para satisfacer la curiosidad insaciable de los niños. Fernanda creía de veras que su esposo estaba esperando a que escampara para volver con la concubina. En los primeros meses de la lluvia temió que él intentara deslizarse hasta su dormitorio, y que ella iba a pasar por la vergüenza de revelarle que estaba incapacitada para la reconciliación desde el nacimiento de Amaranta Úrsula. Esa era la causa de su ansiosa correspondencia con los médicos invisibles, interrumpida por los frecuentes desastres del correo. Durante los primeros meses, cuando se supo que los trenes descarrilaban en la tormenta, una carta de los médicos invisibles le indicó que se estaban perdiendo las suyas. Más tarde cuando se interrumpieron había pensado seriamente en ponerse la máscara de tigre que usó su marido en el carnaval sangriento, para hacerse examinar con un nombre ficticio por los médicos de la compañía bananera. Después supo que la compañía estaba desmantelando los dispensarios, entonces perdió la esperanza. Mientras tanto se aliviaba de sus dolencias secretas con recursos de inspiración. Se había aproximado a Úrsula, confiando en que ella conociera algún paliativo para sus quebrantos. Pero la tortuosa costumbre de no llamar las cosas por su nombre llevó a Úrsula a la conclusión de que sus trastornos no eran uterinos sino intestinales, y le aconsejó que tomara en ayunas una papeleta de calomel (purgante e insecticida). Cuando murió el coronel Gerineldo Márquez, Úrsula se hizo llevar a la puerta por Santa Sofía de la Piedad y siguió con atención las peripecias del entierro y dijo: −Adiós, Gerineldo, hijo mío. Salúdame a mi gente y dile que nos vemos cuando escampe. Aureliano Segundo le preguntó el significado de su despedida: −Es verdad. Nada más estoy esperando que pase la lluvia para morirme. (Continuará)
Posted on: Fri, 19 Jul 2013 12:20:31 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015