Inspirado por su amor por el Señor, David quiso edificarle a Dios un magnífico templo. Sin embargo, el Señor no le permitió hacerlo, pues David había sido un hombre de guerra; y fue su hijo Salomón quien finalmente edificó el templo. No obstante, David preparó planes elaborados y detallados para la edificación, y ofreció enormes cantidades de oro y plata para costear los trabajos. ¿Por qué? La respuesta la hallamos en el versículo de inicio: "Hay poder y belleza en su santuario" (NVI). Sin embargo, en el relato que Lucas da de la defensa que Esteban hace del evangelio ante el sumo sacerdote en Hechos 7:48, hallamos algo llamativo. Dijo así: "…el Altísimo no habita en templos hechos de mano…" Además 1 Corintios 6:19 afirma: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?" Eres el templo del Espíritu Santo; ¡de modo que hay poder y gloria en ti, que eres su santuario! ¡Alabado sea Dios! Es por ello que es tan importante seguir ganando almas, pues cada ser humano ganado para Cristo se convierte en su santuario. Y aún más, cada cristiano es parte del gran templo de Dios que conforma el Cuerpo de Cristo: "Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular" (1 Corintios 12:27). Como miembros de ese cuerpo, somos edificados por la Palabra como templo magnífico, del cual Jesucristo es la piedra angular (Efesios 2:20).
Posted on: Mon, 02 Sep 2013 10:03:22 +0000
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