JUEVES DE LA SEMANA XII OFICIO DE LECTURA Propio del Tiempo. - TopicsExpress



          

JUEVES DE LA SEMANA XII OFICIO DE LECTURA Propio del Tiempo. Salterio IV 27 de Junio Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones. † [Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23] Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. HIMNO: SEÑOR, ¿A QUIÉN IREMOS? Señor, ¿a quién iremos, si tú eres la Palabra? A la voz de tu aliento se estremeció la nada; la hermosura brilló y amaneció la gracia. Señor, ¿a quién iremos, si tu voz no nos habla? Nos hablas en las voces de tu voz semejanza: en los goces pequeños y en las angustias largas. Señor, ¿a quién iremos, si tú eres la Palabra? En los silencios íntimos donde se siente el alma, tu clara voz creadora despierta la nostalgia. ¿A quién iremos, Verbo, entre tantas palabras? Al golpe de la vida, perdemos la esperanza; hemos roto el camino y el roce de tu planta. ¿A dónde iremos, dinos, Señor, si no nos hablas? ¡Verbo del Padre, Verbo de todas las mañanas, de las tardes serenas, de las noches cansadas! ¿A dónde iremos, Verbo, si tú eres la Palabra? Amén. SALMODIA Ant. 1. No fue su brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro. Salmo 43 - I: Oración del pueblo en las calamidades En todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado (Rm 8,37) ¡Oh Dios, nuestros oídos lo oyeron, nuestros padres nos lo han contado: la obra que realizaste en sus días, en los años remotos. Tú mismo con tu mano desposeíste a los gentiles, y los plantaste a ellos; trituraste a las naciones, y los hiciste crecer a ellos. Porque no fue su espada la que ocupó la tierra, ni su brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro, porque tú lo amabas. Mi rey y mi Dios eres tú, que das la victoria a Jacob: con tu auxilio embestimos al enemigo, en tu nombre pisoteamos al agresor. Pues yo no confío en mi arco, ni mi espada me da la victoria; tú nos das la victoria sobre el enemigo y derrotas a nuestros adversarios. Dios ha sido siempre nuestro orgullo, y siempre damos gracias a tu nombre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Ant. No fue su brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro. Ant. 2. No apartará el Señor su rostro de vosotros, si os convertís a él. Salmo 43 - II Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas, y ya no sales, Señor, con nuestras tropas: nos haces retroceder ante el enemigo, y nuestro adversario nos saquea. Nos entregas como ovejas a la matanza y nos has dispersado por las naciones; vendes a tu pueblo por nada, no lo tasas muy alto. Nos haces el escarnio de nuestros vecinos, irrisión y burla de los que nos rodean; nos has hecho el refrán de los gentiles, nos hacen muecas las naciones. Tengo siempre delante mi deshonra, y la vergüenza me cubre la cara al oír insultos e injurias, al ver a mi rival y a mi enemigo. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Ant. No apartará el Señor su rostro de vosotros, si os convertís a él. Ant. 3. Levántate, Señor, no nos rechaces más. Salmo 43 - III Todo esto nos viene encima, sin haberte olvidado ni haber violado tu alianza, sin que se volviera atrás nuestro corazón ni se desviaran de tu camino nuestros pasos; Y tú nos arrojaste a un lugar de chacales y nos cubriste de tinieblas. Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios y extendido las manos a un dios extraño, el Señor lo habría averiguado, pues él penetra los secretos del corazón. Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza. Despierta, Señor, ¿por qué duermes? Levántate, no nos rechaces más. ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia y opresión? Nuestro aliento se hunde en el polvo, nuestro vientre está pegado al suelo. Levántate a socorrernos, redímenos por tu misericordia. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Levántate, Señor, no nos rechaces más. VERSICULO V. Haz brillar tu rostro, Señor, sobre tu siervo. R. Enséñame tus leyes. PRIMERA LECTURA Del libro primero de Samuel 2, 22-36 Condena de la familia de Elí En aquellos días, Elí era muy viejo. A veces oía cómo trataban sus hijos a todos los israelitas, y que se acostaban con las mujeres que servían a la entrada de la tienda del encuentro. Y les decía: «¿Por qué hacéis eso? La gente me cuenta lo mal que os portáis. No, hijos, no está bien lo que me cuentan; estáis escandalizando al pueblo del Señor. Si un hombre ofende a otro, Dios puede hacer de árbitro: pero, si un hombre ofende al Señor, ¿quién intercederá por él?» Pero ellos no hacían caso a su padre, porque el Señor había decidido que murieran. En cambio, el niño Samuel iba creciendo, y lo apreciaban el Señor y los hombres. Un profeta se presentó a Elí y le dijo: «Así dice el Señor: Yo me revelé a la familia de tu padre cuando eran todavía esclavos del Faraón en Egipto. Entre todas las tribus de Israel, me lo elegí para que fuera sacerdote, subiera a mi altar, quemara mi incienso y llevara el efod en mi presencia; y concedí a la familia de tu padre participar en las oblaciones de los israelitas. ¿Por qué habéis tratado con desprecio mi altar y las ofrendas que mandé hacer en mi templo? ¿Por qué tienes más respeto a tus hijos que a mí, cebándolos con las primicias de mi pueblo Israel, ante mis mismos ojos? Por eso -oráculo del Señor, Dios de Israel-, aunque yo te prometí que tu familia y la familia de tu padre estarían siempre en mi presencia, ahora -oráculo del Señor- no será así. Porque yo honro a los que me honran, y serán humillados los que me desprecian. Mira, llegará un día en que arrancaré tus brotes y los de la familia de tu padre, y nadie llegará a viejo en tu familia. Mirarás con envidia todo el bien que voy a hacer; nadie llegará a viejo en tu familia. Y, si dejo a alguno de los tuyos que sirva a mi altar, se le consumirán los ojos y se irá acabando. Pero la mayor parte de tu familia morirá a espada de hombres. Será una señal para ti lo que les va a pasar a tus dos hijos Jofní y Fineés: los dos morirán el mismo día. Yo me nombraré un sacerdote fiel, que hará lo que yo quiero y deseo; le daré una familia estable y vivirá siempre en presencia de mi Ungido. Y los que sobrevivan de tu familia vendrán a prosternarse ante él para mendigar algún dinero y una hogaza de pan, rogándole: "Por favor, dame un empleo cualquiera como sacerdote, para poder comer un pedazo de pan."» RESPONSORIO Os 4, 6 R. Perece mi pueblo por falta de conocimiento. * Porque has rehusado el conocimiento, yo te rehusaré el sacerdocio. V. Te olvidaste de la ley del Señor, también yo me olvidaré de tus hijos. R. Porque has rehusado el conocimiento, yo te rehusaré el sacerdocio. SEGUNDA LECTURA De las Homilías de san Gregorio de Nisa, obispo. (Homilía 6 Sobre las bienaventuranzas: PG 44, 1263-1266) DIOS ES COMO UNA ROCA INACCESIBLE Lo mismo que suele acontecer al que desde la cumbre de un alto monte mira algún dilatado mar, esto mismo le sucede a mi mente cuando desde las alturas de la voz divina, como desde la cima de un monte, mira la inexplicable profundidad de su contenido. Sucede, en efecto, lo mismo que en muchos lugares marítimos, en los cuales, al contemplar un monte por el lado que mira al mar, lo vemos como cortado por la mitad y completamente liso desde su cima hasta la base, y como si su cumbre estuviera suspendida sobre el abismo; la misma impresión que causa al que mira desde tan elevada altura a lo profundo del mar, la misma sensación de vértigo experimento yo al quedar como en suspenso por la grandeza de esta afirmación del Señor: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dios se deja contemplar por los que tienen el corazón purificado. Nadie ha visto jamás a Dios, dice san Juan; y Pablo confirma esta sentencia con aquellas palabras tan elevadas: A quien ningún hombre vio ni puede ver. Esta es aquella piedra leve, lisa y escarpada, que aparece como privada de todo sustentáculo y aguante intelectual; de ella afirmó también Moisés en sus decretos que era inaccesible, de manera que nuestra mente nunca puede acercarse a ella por más que se esfuerce en alcanzarla, ni puede nadie subir por sus laderas escarpadas, según aquella sentencia: Nadie puede ver al Señor y seguir viviendo. Y, sin embargo, la vida eterna consiste en ver a Dios. Y que esta visión es imposible lo afirman las columnas de la fe, Juan, Pablo y Moisés. ¿Te das cuenta del vértigo que produce en el alma la consideración de las profundidades que contemplamos en estas palabras? Si Dios es la vida, el que no ve a Dios no ve la vida. Y que Dios no puede ser visto lo atestiguan, movidos por el Espíritu divino, tanto los profetas como los apóstoles. ¿En qué angustias, pues, no se debate la esperanza del hombre? Pero el Señor levanta y sustenta esta esperanza que vacila. Como hizo en la persona de Pedro cuando estaba a punto de hundirse, al volver a consolidar sus pies sobre las aguas. Por lo tanto, si también a nosotros nos da la mano aquel que es la Palabra, si, viéndonos vacilar en el abismo de nuestras especulaciones, nos otorga la estabilidad, iluminando un poco nuestra inteligencia, entonces ya no temeremos, si caminamos cogidos de su mano. Porque dice: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. RESPONSORIO Jn 1, 18; Sal 144, 3 R. Nadie ha visto jamás a Dios; * el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer. V. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. R. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer. Si se continua con el rezo de laúdes, se omite la oración final y el himno empezando con la salmodia ORACIÓN. Oremos: Concédenos, Señor, acoger siempre el anuncio de la salvación para que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos te sirvamos, con santidad y justicia, todos nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. ORACION POR EL EJE Señor Jesús, Guíanos en este encuentro con el Espíritu, que juntos en FAMILIA formemos comunidades que sean EJE de evangelización. Ayúdanos a conocernos, con los ojos ventanas del alma, para que podamos darte gracias por crearnos así tal cual somos, sin caretas, hombres y mujeres con amor por nuestros amigos, hermanos y padres. Ilumínanos Tú luz del mundo, no nos dejes en oscuridad. Danos la alegría de saber que VIVES en nosotros, en comunión con Dios y unidos por el Espíritu Santo. Te lo pedimos por María madre de la iglesia y la intersección de San Antonio de Padua. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios
Posted on: Wed, 26 Jun 2013 20:10:42 +0000

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