LA EXISTENCIA DE DIOS Dios (heb., elohim, el, elyon, shadday, - TopicsExpress



          

LA EXISTENCIA DE DIOS Dios (heb., elohim, el, elyon, shadday, yahweh; gr., theos). La Biblia no contiene una definición formal de la palabra Dios; sin embargo el ser y los atributos de Dios aparecen en cada página. La mejor definición de la palabra en la historia del cristianismo, es decir, en la cultura en la cual la Biblia ha sido una influencia prevaleciente, es la que se encuentra en el Westminster Shorter Catechism [Catecismo Abreviado de Westminster]: “Dios es un Espíritu, infinito, eterno e inmutable, en su ser, sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad.” Dios es un ser personal no material, consciente de sí mismo y autodeterminante. Está en todas partes; todo en todas partes está inmediatamente en su presencia. Su omnisciencia es todo inclusiva: conoce eternamente lo que ha conocido en el pasado y lo que conocerá en el futuro. Su omnipotencia es la habilidad de hacer con poder todo lo que el poder puede hacer, controlando todo el poder que hay o que puede haber. La santidad es el atributo ético central de Dios. Los principios éticos básicos están revelados por la voluntad de Dios y derivados de y en base al carácter de Dios. Posee toda la lógica y la racionalidad. Los axiomas de la lógica y de las matemáticas no son leyes aparte de Dios a las cuales Dios debe sujetarse. Son atributos de su propio carácter. Dios es eterno, sin principio ni fin temporal. En sentido figurado “eterno” puede designar una calidad de ser apto para la eternidad (como en las palabras vida eterna). Inmutable, en el lenguaje bíblico, señala la autoconstancia perfecta del carácter de Dios a lo largo de toda la eternidad y en sus relaciones con sus criaturas. No es contradictorio que Dios realice en tiempo los acontecimientos de su programa redentor La idea de que la inmutabilidad de Dios es una inmovilidad estática (como en el tomismo) es semejante a la idea de falta de limitación temporal y es contraria al punto de vista bíblico. Dios es conocido supremamente por medio de su Hijo (Hebreos 1:1 ). Además, su ser invisible, es decir, su eterno poder y deidad (theiotes en contraste con theotes) se conocen por medio de la creación (Romanos 1:20). Los cielos cuentan la gloria de Dios (Salmo 19; Romanos 10:18). Es habitual hacer una distinción entre revelación natural, todo lo que Dios ha creado, y revelación especial, la Biblia. Se conoce a Dios por fe, más allá del sentido cognoscitivo, en comunión con su pueblo. Se le aseguró a Moisés, guiando a su pueblo en el éxodo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí (Éxodo 33:13, 14). La Biblia abunda en invitaciones para buscar y hallar comunión con Dios. Ver el Salmo 27, Isaías 55 y muchas otras invitaciones misericordiosas similares. La Biblia hace referencia a otros dioses como dioses falsos (Jueces 6:31; 1 Reyes 18:27; 1 Corintios 8:4-6) o demonios (1 Corintios 10:19-22). LA PREEXISTENCIA DE DIOS Cuando la Biblia declara que Dios es el Creador del universo nos está señalando que Dios mismo no ha sido creado. Existe una diferencia crucial entre el Creador y la creación. La creación tiene el sello del Creador y es testigo de su gloria. Pero esta creación nunca será digna de adoración. No es suprema. Es imposible que algo se cree a sí mismo. El concepto de la autocreación es una contradicción de palabras, es una afirmación carente de sentido. Le solicito al lector que se detenga y reflexione un poco. Nada puede autocrearse. Ni siquiera Dios puede crearse a sí mismo. Para que Dios se creara a sí mismo debería haber sido antes que Él. Ni siquiera Dios puede hacer eso. Todo efecto debe tener una causa. Esto es cierto por definición. Pero Dios no es un efecto. Él no tiene principio y por lo tanto no tiene ninguna causa precedente. Él es eterno. Él siempre ha sido o es. Él tiene, dentro de sí mismo, el poder de ser. No necesita de ninguna ayuda de recursos externos para seguir existiendo. Esto es lo que significa la idea de la preexistencia. Reconocemos que se trata de un concepto elevado y tremendo. No conocemos nada que se le parezca. Todo lo que percibimos en nuestro marco de referencia es dependiente y ha sido creado. No podemos entender cabalmente algo que sea preexistente. Pero solo porque sea imposible (por definición) que una criatura sea preexistente no significa que sea imposible que el Creador sea preexistente. Dios, como nosotros, no puede crearse a sí mismo. Pero Dios, a diferencia de nosotros, puede ser preexistente. En realidad esto constituye la esencia misma de la diferencia que existe entre el Creador y la creación. Esto es lo que lo convierte en el Ser Supremo Y en la fuente de todos los demás seres. El concepto de preexistencia no viola ninguna ley racional, lógica o científica. Es una noción racional válida. Por el contrario, el concepto de la autocreación viola la más básica de todas las leyes racionales, lógicas y científicas la ley de la no contradicción. La es un concepto racional; la autocreación es irracional. La noción de que algo sea preexistente no es solo racionalmente posible, es racionalmente necesaria. Nuevamente, la razón exige que si algo es, entonces debe haber algo que contenga dentro de sí mismo la capacidad de ser. De lo contrario no habría nada. Si no hubiese algo que existiera en sí mismo, nada podría existir. Posiblemente la pregunta más antigua y más profunda sea: .Por qué hay algo en vez de nada? Una respuesta necesaria para al menos parte de la pregunta es porque Dios existe. Dios existe en sí mismo eternamente. Es el origen y la fuente del ser. Solo Él tiene, dentro de sí mismo, el poder de ser. Pablo declara que nuestra propia existencia depende del poder del ser de Dios: Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos (Hechos 17:28). RESUMEN 1. Todo efecto debe tener una causa. 2. Dios no es un efecto; Dios no tiene causa. 3. La autocreación es un concepto irracional. 4. La preexistencia es un concepto racional. . 5. La preexistencia no es solamente posible sino que es racionalmente necesaria. PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN Salmo 90:2, Juan 1:1-5, Hechos 17:22-31, Colosenses 1:15-20, Apocalipsis 1:8. LA INCOMPRENSIBILIDAD DE DIOS Durante un seminario en los En la faculta de teología, un estudiante le preguntó al teólogo suizo Karl Barth: Dr. Barth, ¿cuál ha sido lo más profundo que usted ha aprendido en su estudio de la teología? Barth pensó por un momento y luego contestó: Cristo me ama, bien lo sé, en la Biblia dice así. Los estudiantes se rieron de su respuesta tan simplista, pero su risa se tornó algo nerviosa cuando pronto advirtieron que Barth lo había dicho muy en serio. Barth dio una respuesta sencilla a una pregunta muy profunda. Al hacerlo estaba llamando la atención a por lo menos dos nociones fundamentalmente importantes. (1) En la más sencilla de las verdades cristianas reside una profundidad que puede ocupar las mentes de las personas más brillantes durante toda su vida. (2) Que aun dentro de la sofisticación teológica más académica nunca nos podremos elevar más allá del entendimiento de un niño para comprender las profundidades misteriosas y las riquezas del carácter de Dios. Juan Calvino utilizó otra analogía. Dijo que Dios nos habla como si estuviera balbuceando. De la misma manera que los padres les hablan a sus hijos recién nacidos imitando el balbuceo de los bebés, así Dios cuando desea comunicarse con los mortales debe condescenderse y hablarnos con balbuceos. Ningún ser humano tiene la capacidad para entender a Dios exhaustivamente. Existe una barrera infranqueable que impide un entendimiento completo y exhaustivo de Dios. Somos seres finitos; Dios es un ser infinito. Y ahí radica el problema. ¿Cómo puede algo que es finito comprender a algo que es infinito? Los teólogos medioevales tenían una frase que se ha convertido en un axioma dominante en cualquier estudio de teología. Lo finito no puede aprehender (o contener) a lo infinito. No hay nada que resulte más obvio que esto, que un objeto infinito no puede ser introducido dentro de un espacio finito. Este axioma contiene una de las doctrinas más importantes del cristianismo ortodoxo. Se trata de la doctrina de la incomprensibilidad de Dios. Este término puede no ser bien entendido. Puede sugerir que como lo finito no puede aprehender a lo infinito, entonces es imposible llegar a conocer nada sobre Dios. Si Dios está más allá del entendimiento humano, ¿no sugiere eso que toda discusión religiosa no es más que mero palabrería teológico y que entonces, como mucho, solo nos queda un altar a un Dios desconocido? Por supuesto que esto no es la intención. La incomprensibilidad de Dios no significa que no sabemos nada sobre Dios. En realidad significa que nuestro conocimiento será parcial y limitado, que nunca podremos alcanzar el conocimiento total y exhaustivo de Dios. El conocimiento que Dios nos da sobre sí mismo mediante la revelación es verdadero y útil. Podemos conocer a Dios en la medida que Él decida revelarse a sí mismo. Lo finito puede aprehender a lo infinito, pero lo finito no podrá nunca contener a lo infinito en sus manos. Siempre habrá algo más de Dios que lo que podamos aprehender. La Biblia expresa esto mismo de esta manera: Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; más las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre (Deuteronomio 29:29). Martín Lutero hizo referencia a los dos aspectos de Dios el secreto y el revelado. Una porción del conocimiento divino permanece oculta a nuestros ojos. Trabajamos a la luz de lo que Dios nos ha revelado. RESUMEN 1. Hasta las verdades cristianas más sencillas contienen un profundo significado. 2. Independientemente de lo profundo que pueda ser nuestro conocimiento teológico, siempre habrá mucho sobre la naturaleza y el carácter de Dios que seguirá siendo un misterio para nosotros. 3. Ningún ser humano puede tener un conocimiento exhaustivo sobre Dios. 4. La doctrina de la incomprensibilidad de Dios no significa que no podemos llegar a conocer nada sobre Dios. Significa que nuestro conocimiento está restringido, limitado por nuestra humanidad. PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN Job 38: 1-41:34, Salmo 139:1-18, Isaías 55:8-9, Romanos 11:33-36, 1 Corintios 2:6-16. ¿CÓMO SABEMOS QUE DIOS EXISTE? EXPLICACIÓN YBASE BÍBLICA ¿Cómo sabemos que Dios existe? La respuesta se puede dar en dos partes: Primera, todo ser humano tiene un sentido interno de Dios. Segunda, creemos en la evidencia que se halla en la Biblia y en la naturaleza. A. El sentido humano interno de Dios Toda persona, en todas partes, tiene un sentido hondo e interno de que Dios existe, que es su criatura, y que él es su Creador. Pablo dice que incluso los gentiles que no creen han «conocido a Dios» pero no le honraron como Dios ni le dieron gracias (Ro 1:21). Dice que los perversos incrédulos «cambiaron la verdad de Dios por la mentira» (Ro 1:25), implicando que activamente o a propósito ellos han rechazado algo de la verdad en cuanto a lo que sabían respecto a la existencia y carácter de Dios. Pablo dice que «lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos», y añade que esto que es así «pues él mismo se 10 ha revelado» (Ro 1: 19). Sin embargo la Biblia también reconoce que algunos niegan este sentido interno de Dios e incluso niegan que Dios exista. «El necio» dice en su corazón: «No hay Dios» (Sal 14:1; 53:1). El malo primero «alaba al ambicioso y menosprecia al Señor» y luego en su orgullo repetidamente piensa que «no hay Dios» (Sal 10:3-4). Estos pasajes indican que el pecado lleva a las personas a pensar irracionalmente y negar la existencia de Dios, y que es el que piensa irracionalmente o que ha sido engañado el que dice: «No hay Dios». Pablo también reconoce que el pecado hará que las personas nieguen su conocimiento de Dios; habla de los que «con su maldad obstruyen la verdad» (Ro 1:18) y dice que al hacer esto «nadie tiene excusa» por su negación de Dios (Ro 1:20). Una serie de verbos activos indica que esta es una supresión a propósito de la verdad (Ro 1:23,25,28,32). En la vida del creyente esta consciencia interna de Dios se hace más fuerte y más distinta. Empezamos a conocer a Dios como nuestro Padre amante celestial (Ro 8:15), el Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Ro 8:16), y llegamos a conocer a Jesucristo que vive en nuestros corazones (Ef3:17; Flp 3:8, 10; Col1:27;Jn 14:23). La intensidad de esta consciencia en el creyente es tal que aunque no hayamos visto a nuestro Señor Jesucristo, en verdad le amamos (1 P 1:8). CREENCIA EN LA EVIDENCIA DE LA BIBLIA Y DE LA NATURALEZA Además de la consciencia interna del ser humano en cuanto a Dios que da claro testimonio del hecho de que Dios existe, en la Biblia y en la naturaleza se ve clara evidencia de su existencia. La evidencia de que Dios existe se halla, por supuesto, en toda la Biblia. Es más, la Biblia por todas partes da por sentado que Dios existe. El primer versículo de Génesis no presenta evidencia de la existencia de Dios sino que de inmediato empieza a decimos lo que él ha hecho: «Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra». Si estamos convencidos de que la Biblia es verdad, entonces sabemos por la Biblia no sólo que Dios existe sino también mucho en cuanto a su naturaleza y sus acciones. El mundo también da evidencia abundante de la existencia de Dios. Pablo dice que la naturaleza eterna de Dios y su deidad «se perciben claramente a través de lo que él creó» (Ro 1:20). Esta amplia referencia a «lo que él creó» sugiere que en cierto sentido todo lo creado da evidencia del carácter de Dios. No obstante, es el hombre mismo, creado a imagen de Dios, lo que más abundantemente da testimonio de la existencia de Dios. Siempre que nos encontramos con otro ser humano, deberíamos (si nuestra mente está pensando correctamente) damos cuenta de que una criatura tan increíblemente intrincada, hábil, comunicadora, viva, pudo haber sido creada sólo por un Creador infinito y todo sabio. Además de la evidencia que se ve en la existencia de los seres humanos vivos, hay excelente evidencia adicional en la naturaleza. Bernabé y Pablo dicen que las «lluvias del cielo y estaciones fructíferas» tanto como la «comida y alegría de corazón » que todo ser humano experimenta y disfruta dan testimonio de Dios (Hch 14:17). David habla del testimonio de los cielos: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber» (Sal 19: 1-2). Mirar al cielo de día o de noche es ver el sol, la luna y las estrellas, firmamento y nubes, todo continuamente declarando por su existencia, belleza y grandeza que un Creador poderoso y sabio los hizo y los sostiene en su orden. Esta amplia variedad de testimonio de la existencia de Dios de varias partes del mundo creado nos sugiere que en cierto sentido todo lo que existe da evidencia de la existencia de Dios. Para los que tienen ojos para ver y evaluar la evidencia correctamente, toda hoja de todo árbol, toda brizna de hierba, toda estrella en el cielo y toda otra parte de la creación claman continuamente: «Dios me hizo! ¡Dios me hizo! ¡Dios me hizo» Si nuestros corazones y mentes no estuvieran tan cegados por el pecado, sería imposible que viéramos detenidamente una hoja de algún árbol y dijéramos: «Nadie creó esto; apareció porque sí». La belleza de un copo de nieve, la majestuosa potencia de una tempestad, la habilidad de la abeja, el sabor refrescante del agua fría, las increíbles capacidades de la mano humana y miles (Ro 8:15), el Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Ro 8:16), y llegamos a conocer a Jesucristo que vive en nuestros corazones (Ef3:17; Flp 3:8, 10; Col1:27; Jn 14:23). La intensidad de esta consciencia en el creyente es tal que aunque no hayamos visto a nuestro Señor Jesucristo, en verdad le amamos (1 P 1:8). Otros aspectos de la creación no podían haber llegado a existir aparte de la actividad de un Creador todopoderoso y todo sabio. Por eso, para los que evalúan correctamente la evidencia, todo en la Biblia y todo en la naturaleza prueban claramente que Dios existe y que es el Creador poderoso y sabio que la Biblia describe que es. Por consiguiente, cuando creemos que Dios existe basamos nuestra creencia no en una esperanza ciega aparte de alguna evidencia, sino en una abrumadora cantidad de evidencias confiables de la Palabra de Dios y de las obras de Dios. Es característica de la fe verdadera que es una confianza que se basa en evidencia confiable, y la fe en la existencia de Dios participa de esta característica. Todavía más, todas estas evidencias se pueden ver como pruebas válidas de la existencia de Dios, aunque algunos las rechacen. Esto no quiere decir que la evidencia es inválida en sí misma, sino sólo que los que rechazan la evidencia están evaluándola erróneamente. PRUEBAS TRADICIONALES DE LA EXISTENCIA DE DIOS Las «pruebas» tradicionales de la existencia de Dios que han forjado filósofos cristianos (y algunos no cristianos) en varios puntos de la historia son esfuerzos por analizar la evidencia, especialmente la evidencia de la naturaleza, de maneras extremadamente cuidadosas y lógicamente precisas, a fin de persuadir a los seres humanos que no es racional rechazar la idea de la existencia de Dios. Si es cierto que el pecado hace que las personas piensen irracionalmente, estas pruebas son esfuerzos de hacer que las personas piensen racionalmente o correctamente en cuanto a la evidencia de la existencia de Dios, a pesar de las tendencias irracionales causadas por el pecado. La mayoría de las pruebas tradicionales para la existencia de Dios se pueden clasificar en cuatro tipos principales de argumentos: 1. El argumento cosmológico. Considera el hecho de que todo lo conocido en el universo tiene una causa. Por consiguiente, razona, el universo mismo también debe tener una causa, y la causa de un universo tan grande sólo puede ser Dios. 2. El argumento teleológico. Es en realidad una subcategoría del argumento cosmológico. Enfoca la evidencia de armonía, orden y diseño en el universo, y argumenta que su diseño da evidencia de un propósito inteligente (la palabra griega telas quiere decir «fin», «meta» o «propósito»). Puesto que el universo parece estar diseñado con propósito, debe haber un Dios inteligente y con propósitos que lo creó para que funcione de esa manera. 3. El argumento ontológico. Empieza con la idea de Dios, que se define como «más grande de lo que se puede imaginar». Luego argumenta que la característica de existencia debe corresponder a tal ser, puesto que es más grande existir que no 4. El argumento moral. Empieza con el sentido del bien y del mal que tiene el ser humano, y la necesidad de que se haga justicia, y argumenta que debe haber un correctamente la evidencia, creer lo que dice la Biblia y alcanzar la fe en Cristo que salva. Debido a que todos estos argumentos se basan en hechos en cuanto a la creación que en verdad son ciertos, podemos decir que todas estas pruebas (cuando se elaboran cuidadosamente), son pruebas válidas en un sentido objetivo. Son válidas porque evalúan correctamente la evidencia y razonan correctamente para llegar a una conclusión verdadera; de hecho, el universo en efecto tiene a Dios como su causa, y en efecto muestra evidencia de diseño con propósito, y en efecto Dios existe como un ser más grande que nada que podamos imaginar, y Dios en efecto nos ha dado un sentido del bien y mal y un sentido de que habrá un día de juicio. Los hechos reales a que se refieren estas pruebas, por consiguiente, son ciertos, y en ese sentido las pruebas son válidas, aunque no todos quedan convencidos. Pero, en otro sentido, si «válidas» quiere decir «capaces de obligar acuerdo incluso de parte de los que empiezan con presuposiciones falsas», entonces, por supuesto, ninguna de estas pruebas es válida porque ninguna de ellas puede exigir acuerdo de todos los que las consideran. Sin embargo, esto se debe a que muchos incrédulos empiezan con presuposiciones inválidas o no razonan correctamente a partir de la evidencia; no se debe a que las pruebas sean inválidas en sí mismas. El valor de estas pruebas, entonces, reside principalmente en superar algunas de las objeciones intelectuales de los que no creen. No pueden llevar a los que no creen a una fe que salva, porque eso surge al creer el testimonio de la Biblia. Pero sí pueden ayudar a superar objeciones de parte de los que no creen, y, para los creyentes, pueden proveer evidencia intelectual adicional para algo de lo que ya están persuadidos debido a su propio sentido interno de Dios y por el testimonio de la Biblia. SÓLO DIOS PUEDE VENCER NUESTRO PECADO Y CAPACITARNOS PARA QUE ESTEMOS PERSUADIDOS DE SU EXISTENCIA Finalmente, se debe recordar que en este mundo pecador Dios debe capacitarnos para persuadirnos o de lo contrario no creeríamos en él. Leemos que «El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2 Co 4:4). Es más, Pablo dice que «ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen» (1 Co 1:21). En este mundo pecador, la sabiduría humana es inadecuada para llegar a conocer a Dios; por eso la predicación de Pablo fue «con demostración del poder del Espíritu, para que la fe de ustedes no dependiera de la sabiduría humana sino del poder de Dios (1 Co 2:4-5). Dependemos de que Dios nos quite la ceguera y la irracionalidad causada por el pecado y nos capacite para evaluar correctamente la evidencia, creer lo que dice la Biblia y alcanzar la fe en Cristo que salva. PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL 1. Cuando los serafines alrededor del trono de Dios claman: «Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria» (Is 6:3), ¿piensa usted que están viendo la tierra desde una perspectiva algo diferente de la nuestra? ¿De qué maneras? ¿Cómo podemos empezar a ver el mundo más desde esta perspectiva? 2. ¿Cuándo es más fuerte su sentido interno de la existencia de Dios? ¿Cuándo es más débil? ¿Por qué? ¿En cuál de esas situaciones se halla usted en una condición más similar a la que tendrá en el cielo? ¿En cuál de estos tipos de situaciones son más confiables sus juicios? 3. Mírese las manos. ¿Es más compleja o menos compleja que un reloj? ¿Es lógico pensar que aparecieron por una simple combinación accidental de elementos? 4. ¿Creen la mayoría de las personas en la existencia de Dios? ¿Ha sido esto cierto a través de la historia? Si creen que Dios existe, ¿por qué no lo adoran como es debido? 5. ¿Por qué algunos niegan la existencia de Dios? ¿Sugiere Romanos 1: 18 que a menudo hay un factor moral que influye su negativa intelectual de la existencia de Dios (cf. Sal 14:1-3)? ¿Cuál es el mejor método de hablar con alguien que niega la existencia de Dios?
Posted on: Sun, 01 Dec 2013 23:34:49 +0000

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