LA MUERTE DE LA ROSA Sola, mustia, triste, murió, enamorada su corazón ardía de amor anhelaba ……… ser Diosa. “Diosas no existen” le dijo el intruso, el científico, el viajero, el mecánico obeso y obediente, el que inicio la invasión grosera material y sin sentido. Ella exhalaba su aroma, que subía al empíreo en onírico vuelo. El Sol cantando suavemente, con amor y pasión Le dijo: “Esposa, deja el pobre suelo, ven al centro de mi esplendor gocemos el íntimo secreto de nuestro amor”. Ramiro Jordan Bolivia 2 de Agosto 2013 D.R.
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 08:13:14 +0000
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