LAMPEDUSA El Presidente de la Comisión Europea, Barroso y el Primer Ministro italiano Enrico Letta, fueron recibidos por los vecinos de la pequeña isla siciliana de Lampedusa, al grito de “Asesinos” y “Vergüenza”. Durante años, la llegada de refugiados a Lampedusa ha sido incesante. Los cadáveres recogidos de los naufragios, también. Hasta el punto de colapsar el cementerio. También se saturaron los centros de “acogida”. Los más de 350 cuerpos recogidos del último naufragio, ha puesto en evidencia la magnitud del problema humano. Al menos durante unos días, los focos mediáticos estarán puestos sobre la tragedia humana que supone la división del mundo entre países desarrollados y los países pobres, cada vez más pobres. Se hablará de promulgar leyes que no criminalicen a quienes huyen de sus países en guerra y busquen en otros lugares el pan y la paz que su tierra les niega. Que no sean tratados como delincuentes aquellos a los que se les niega el derecho a la libre circulación por estar “indocumentados” o “ilegales”. Pero las fronteras seguirán blindadas. Las alambradas y los muros cada vez más altos, buscarán disuadir vanamente a las olas humanas que no dejarán de intentar entrar. Seguirán intentando pasar todos los estrechos, aunque sea en una embarcación de juguete para llegar a esta tierra nada hospitalaria. La crisis económica que padecemos los trabajadores europeos, es la barrera más importante con la que se enfrentan los refugiados. Serán considerados por los trabajadores, como peligrosos competidores, dispuestos a aceptar cualquier salario, por supuesto , inferiores a las ya precarias condiciones de trabajo que sufren los nacionales. El racismo y el fascismo están en auge en los países industrializados. En Francia, el propio ministro del Interior del gobierno “socialista”, Manuel Valls, habla de la expulsión de los gitanos rumanos y de los búlgaros. Mientras, el partido fascista FN de Le Pen, parte como favorito en las próximas elecciones europeas. En España, con 6 millones de desempleados, se toman medidas para no prestar atención médica a los inmigrantes sin trabajo, mientras que muchos jóvenes diplomados emigran a otros países buscando un trabajo que no tienen en su propio país. La intervención militar europea y norteamericana en Libia, Líbano, Siria, Somalia y Eritrea, agudiza el problema de los refugiados. El negocio de las armas, el neocolonialismo y el imperialismo, con el saqueo de los recursos naturales de los países pobres, está en el origen de la tragedia humana que asola este mundo. Un mundo no ya dividido entre países ricos y países pobres, sino entre una clase cada día más rica y una clase trabajadora cada día más pobre. Hasta que no tengamos claro que lo que nos une son los intereses de clase y no la patria, seguiremos siendo marionetas esclavas, manejadas por gente sin escrúpulos.
Posted on: Thu, 10 Oct 2013 04:54:42 +0000
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