LEYENDA LA CUEVA DEL CONEJO DE MI PUEBLO Los jinetes espolearon - TopicsExpress



          

LEYENDA LA CUEVA DEL CONEJO DE MI PUEBLO Los jinetes espolearon sus caballos obligándolos a cruzar las aguas del río conchos que en ese tiempo caían mansamente reflejando los escasos rayos de la luna eran dos hombres amparados por la oscuridad de la noche que sigilosamente abandonaban el pueblo con dirección al camino real que en aquel entonces pasaba por entre los cerros y el río uno de ellos era Urbano Gomez y el otro parece ser que se trataba de Jesús Gomez. Urbano Gomez era un hombre que vestía taparrabo y que le gustaba frecuentar las cantinas. Lo que lo hizo notarse del resto de los parroquianos asiduos, era que a la hora de pagar lo hacía con una moneda de ora. Cuando se le terminaba el dinero salía por la noche del pueblo y nadie sabía hacía donde. Al poco tiempo se le volvía a encontrar en la cantina donde como era su costumbre, pagaba con una moneda de oro. En aquella ocasión había permitido que Jesús lo acompañara ya estaba amaneciendo cuando Urbano con el pretexto de almorzar detuvo su cabalgatura. Jesús, un tanto extrañado, le preguntó que qué sucedía, a lo que Urbano le contestó que alguien lo venía siguiendo y que ya no iban a poder ir a la cueva. Hubo muchos que ya lo habían seguido anteriormente, pero en algún lugar del camino se les hacía el escurridizo y ya no lo encontraban Urbano mismo había contado que había encontrado una cueva con muchisimas monedas de oro y hasta llegó a decirles que una de las calles principales de saucillo apunta exactamente a la entrada de la cueva. Un vientecillo soplaba levantando pequeñas polvaredas que se desintegraban entre los gatunes y los chaparros. Con los primeros rayos del sol se dibujaban a lo lejos las siluetas de dos jinetes que se acercaban al lugar donde se encontraban tumbados Urbano y Jesús, reposando su comida, observando como el humo de lo que fue una fogata, se disipaba. Ya estaban saboreando su segundo cigarro de macuche, cuando llegaron aquellos hombres; uno era don Chencho Urrutia, el viejo y otro era un señor Licón quienes dijeron haber andado buscando palmilla pero que perdieron el camino a Urbano Gomez se le conoce como el conejo por lo de la cueva; y a la cueva se le llama ahora la cueva del conejo por ahí se cuenta la anécdota que en una ocasión se lo llevaron preso con destino a las islas marías y que al partir les aseguró que estaría de regreso antes de un mes que efectivamente pasado apenas ese tiempo ya andaba de nuevo por el pueblo. Se dice que don Chencho Urrutia encontró la cueva y que se vino por ayuda, pero antes, sacrificó a su yegua por el arroyo, justo a la entrada de la cueva. Cuentan que al llegar a saucillo ya venía muy enfermo y con la mente descompuesta, platica en su casa lo sucedido y al poco tiempo muere. Pasan algunos días pos se vienen las lluvias y cuando fueron a buscar a la yegua la encuentran pero en otro lugar, presumiblemente arrastrada por las aguas del arroyo, el caso es que no encontraron la cueva. Hay quienes le llaman a ese arroyo precisamente el arroyo del conejo que ciertamente está muy encajonado y lleno de gatunes y chaparrales no falta quién asegure que algunos la han encontrado que al entrar se encuentra una enorme campana que llevaban seguramente a la iglesia de Rosales y que el oro se encuentra dentro de costales de cuero, pero también aseguran que quienes han llegado hasta el tesoro extrañamente mueren al poco tiempo. La cueva del conejo aun está esperando a quién se atreva a sacar ese enorme tesoro que guarda celosamente en sus entrañas y está exactamente en dirección a una de las principales calles de saucillo. AUNQUE PARECE SER QUE HAY UNA CONDICION: ¡TODO O NADA!
Posted on: Sat, 26 Oct 2013 21:39:29 +0000

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