LLUEVE. Hoy es día de lluvia. Una lluvia pertinaz que no cesa. - TopicsExpress



          

LLUEVE. Hoy es día de lluvia. Una lluvia pertinaz que no cesa. Las nubes cubren el cielo desde ayer. Tampoco hoy se puede salir ni apetece. Pasan unos niños por la calle. Al llegar junto a mi jardín se quedan mirando los parterres cubiertos de flores. La lluvia hoy ha lavado las flores. Los rosales trepadores que suben como un arco sobre la cancela del jardín parecen dormidas en las acariciadoras gotas que las mojan. Flores de muchos colores que se entremezclan en gran abundancia. Blancas, rojas amarillas coloradas, azules…Todas ellas arrastran sus ramitas cubiertas de rosas desde lo alto hasta el suelo haciendo una entrada maravillosa. También yo las miro. Unas niñas vienen cantando, y también se paran para contemplar los parterres. Una, la que siempre lleva la mochila azul-turquesa sobre la espalda me dice: -¿Me das algunas flores para mi abuelita? -Podéis entrar y coger las que queráis. Los rosales se sentirán más ligeros sin el peso de sus flores. Entran y también los niños. Hacen varias coronas de flores. El mayor debe tener once años. Recuerdo cuando venía de pequeño. Entraba directo a la cocina y se cogía una tableta de chocolate que luego iba comiéndola mientras jugaban con los otros. Ahora no juega. Siempre está triste. A veces viene hacerme compañía, y al ver la foto de mis padres llora- Yo sé porque llora. Por eso hoy le ayudé a hacer una corona de flores para su abuelita. Y después deja la corona sobre la cabeza del león de mármol que está junto a la fuente del jardín y se sienta. Los otros le preguntan, pero él se acerca a mí, y no contesta. Todos se van. Él se acerca a mí con paso vacilante. Es mi amiguito Gabriel. Es bueno como un ángel, pero…. Un día su padre estaba pintando el piso. Era un día de mucho calor y yo estaba de vacaciones. Por eso le ayudé a pintar el piso. Su esposa, una hermosa mujer de unos 19 años nos preparó un vermut. Luego se fue hacer sus labores. Recuerdo que siempre decía que le dolía mucho la cabeza. Todos pensábamos que era un dolor sin importancia. Cuando Gabriel tenía seis años, y su hermanito cinco su madre se enfermó. Los médicos trataron de atajar una terrible enfermedad. Pero a los dos años murió de un tumor cerebral. Aún recuerdo una escena de ese día: El entierro saldría de su casa, y en fúnebre procesión se llevaría hasta el cementerio. Los niños debían quedar con la abuela. Pero cuando ya estábamos llegando a la iglesia vimos dos niños que iban escondiéndose junto a los barrancos y siguiendo al cadáver. Era Gabriel y su hermanito. Me quedé atrás y se acercaron. Luego llorando me decían. ¿Verdad que no volverá? Poco servían las palabras de consuelo. Sentados sobre unas piedras miraban alejarse el cadáver de su madre, llorando abrazados como para darse ayuda. Desde entonces Gabriel está triste. Una tristeza que ya dura más de dos años. También su hermano llora a veces. Pero juega, corre ríe. Y Gabriel lo mira con envidia como si no pudiese borrar el pensamiento de su joven madre que a tan temprana edad se fue al cielo. Hoy le ayudé hacer una corona para su abuelita. Luego se fue al salón. Puso la corona, hermosa y húmeda, sobre la mesa de cristal. Sacó de su carterita una estampa de su madre, y poniéndola junto a la corona, dijo llorando: Mamá. Luego me miró. Y al ver que a mí se me escapó una lágrima furtiva, me abrazó y me dijo: ¿Por qué se ha ido? Así estuvo sentado un rato a mi lado. Después salió un sol hermoso entre las nubes dejando ver un cielo azul. Entonces le dije: Este sol no acaba de nacer. Lo borraban las nubes. Así tu madre no ha dejado de amarte. Te oye, está siempre a tu lado. Pero aunque ella te ve tú no puedes verla, porque las nubes de la vida nos borran las realidades del cielo. Me dio un beso y se fue acompañado de sus dos inseparables compañeros, el dolor y el llanto.
Posted on: Mon, 30 Sep 2013 21:35:43 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015