La Apostasía de la Iglesia Cuando llegó a su fin la - TopicsExpress



          

La Apostasía de la Iglesia Cuando llegó a su fin la persecución de los cristianos en el imperio romano, extrañamente eso no fue necesariamente positivo para la iglesia. Entre otras cosas, con eso se perdió la fe en un futuro reino de Dios en la tierra. En el año 311 d.C., el emperador Galerio emitió un edicto de tolerancia. En el 313 d.C., en el Edicto de Milán, Constantino el Grande otorgó libertad de religión a los cristianos, y a partir del 324 d.C., el cristianismo fue fomentado oficialmente por el estado. En el 380 d.C., finalmente, el emperador Teodosio lo elevó a la única religión permitida por el estado. Ahora, el gobierno comenzó a perseguir a otras religiones. Al principio parecía que con la transición del estatus de perseguidos a la única religión del estado, la iglesia había logrado una enorme victoria. Pero, con el correr del tiempo, se vio que esa “victoria” más bien se parecía a una derrota, envuelta de manera agradable. Satanás notó que la estrecha conexión entre la iglesia y el estado, ofrecía una oportunidad dorada para inundar la iglesia con falsas doctrinas. Cuando el cristianismo se convirtió en la única religión permitida, las iglesias locales prácticamente fueron inundadas por paganos que querían hacerse “cristianos”. Esos paganos notaron que la adoración en las iglesias era muy diferente de lo que ellos conocían de sus templos. Mientras que ellos se habían arrodillado ante las imágenes de sus dioses, diosas y héroes nacionales, no había imágenes en las iglesias. Los paganos tenían una diosa que veneraban como reina del cielo; además, ellos celebraban numerosas fiestas paganas, realizaban sacrificios sangrientos, y existía un sacerdocio. En la iglesia no había nada de eso y, por esas diferencias, a los paganos el cristianismo les parecía insípido. Los cristianos temían que nunca podrían alcanzar a los paganos para Cristo, mientras la iglesia no les provocara ninguna atracción. Por eso, intentaron cristianizar las prácticas paganas, para luego integrarlas a la iglesia. En lugar de imágenes de dioses, diosas y héroes nacionales, esculpieron figuras de apóstoles y mártires. La veneración a María, como diosa del cielo, reemplazó la adoración a la diosa pagana. La Santa Cena se transformó de una conmemoración a un sacrificio, los ancianos ya no eran maestros sino sacerdotes, y las fiestas paganas fueron admitidas en el calendario de la iglesia, en forma de feriados especiales. Al principio, parecía correcto aceptar los métodos del reino de Satanás para alcanzar a los ciudadanos de ese reino. La membresía de las iglesias locales aumentaba a medida que los paganos se declaraban cristianos, después que el cristianismo se volvió más atrayente para ellos. Pero, después de algún tiempo, se vio que la mayoría de esas personas, en sus corazones, seguían siendo paganos – si bien paganos cristianizados, pero paganos aún. El efecto final, fue que muchas de las iglesias se paganizaron en lo que respecta a sus prácticas y miembros. Con el tiempo, “hombres mundanos, ambiciosos y sin escrúpulos, aspiraban a puestos eclesiásticos, para así ganar influencia social y política”. En Europa occidental, la iglesia fue ampliada hasta llegar a ser un monstruoso aparato religioso-político que, poco a poco, se fue apoderando del poder del estado. De este modo, vemos que la iglesia medieval no se caracterizaba por un cristianismo bíblico y verdadero, sino por “una jerarquía más o menos corrupta que controlaba los estados europeos”. Al mismo tiempo que la cristiandad eclesiástica organizada decaía más y más, también el evangelio fue tergiversado. Las Escrituras y los apóstoles, enseñan que la salvación sucede sólo por la gracia de Dios, a través de la fe individual en la persona y en la obra de Jesucristo (Ro. 4:1-5, 22; Gá. 2:15-16; Ef. 2:8-9). Cuando el paganismo penetró en la iglesia, al evangelio se le agregó la idea de que las obras humanas eran indispensables para la salvación. De este modo, durante siglos, el único camino a la salvación quedó oculto para una gran cantidad de personas. Mientras Satanás llevaba a la iglesia institucional a la apostasía, al mismo tiempo también cambiaba el mensaje que la misma, en realidad, debía proclamar, para que, de ese modo, los ciudadanos de su reino no pudieran ser trasladados al reino de Dios. Satanás vio que debía tergiversar la interpretación de la Biblia, y si fuera posible, incluso, evitar totalmente la lectura de la misma, si quería lograr que la iglesia institucional se hundiera cada vez más profundamente en la incredulidad, y que el evangelio quedara oculto. En el 230 d.C., Orígenes, uno de los líderes eclesiásticos fuertemente influenciado por filosofías paganas, publicó un trabajo en el cual propuso un método alegórico de interpretación bíblica. En lugar de comprender las palabras de la Biblia en su sentido común y diario, los seguidores de este método buscaban interpretaciones simbólicas escondidas, hasta que el intérprete encontraba lo que buscaba, y el sentido originalmente dado por el autor era distorsionado. A causa de la elevada posición de Orígenes y la influencia resultante de la misma, esta manera de proceder alcanzó mucha importancia en la iglesia. Como la iglesia llegó a ser cada vez más pagana, tuvo que buscar justificaciones para sus falsas doctrinas, fuera de las Escrituras. De este modo, se dejó de ver a la Biblia como el único fundamento de la fe y de la vida. La tradición eclesiástica fue puesta a la misma altura que la Biblia y, con el correr del tiempo, se reclamó, y se le impuso a la iglesia como la única fuente válida de autoridad. Finalmente, incluso, se le prohibió a los laicos leer la Biblia, y la iglesia se opuso vehemente a que la Biblia fuera traducida a las lenguas populares. Como Satanás detesta la doctrina del futuro reino teocrático y político, estaba firmemente decidido a erradicarla de la iglesia. En oriente, la idea de un futuro reino fue “un firme componente de la fe cristiana hasta mediados del siglo dos”. Pero, hacia fines del siglo dos, los líderes eclesiásticos de Alejandría, Egipto, comenzaron a ponerse en contra de este concepto. Ellos fueron influenciados por la concepción filosófica pagana, de que todo lo físico era malo, y rechazaron la idea de un futuro reino con bendiciones materiales, por ser esto algo demasiado carnal y sensual. El método de interpretación alegórica de Orígenes facilitó la concepción de esta opinión. A esto, se añadió que en la iglesia oriental se desarrollaban fuertes tendencias antisemitas. Los gentiles que se convertían al cristianismo, tenían cada vez más preconceptos ante todo lo judío. Como la fe premilenial en el reinado terrenal y político del Mesías había impulsado al pueblo judío desde hacía siglos, esa fe fue cada vez más “estigmatizada como ‘judía’ y, a causa de eso, ‘herética’”. En otras palabras, a causa de su fuerte arraigo en el judaísmo, el premilenialismo fue condenado juntamente con éste. En el occidente, la fe en un futuro reino teocrático aún era comúnmente reconocida en el siglo cuarto, y comenzó a desaparecer gradualmente cuando la iglesia fue unida al estado y empezó a decaer cada vez más. Los escritos de Agustín (354-430 d.C.), el líder más influyente de la iglesia occidental, llevaron a que gran parte de la iglesia establecida desechara la fe en un reino venidero. En el escrito titulado Del Estado de Dios, él enseñaba que el reino prometido de Dios ya existía en la presente dispensación en la tierra, que la iglesia institucionalizada representaba dicho reino, que Satanás estaba atado, que la iglesia finalmente conquistaría el mundo entero, y que la dispensación del reino, juntamente con la historia del mundo, terminaría con la segunda venida de Jesucristo. Agustín rechazó la idea de un reino futuro, por la misma razón que los líderes alejandrinos. Como, además, las doctrinas de la iglesia habían sido elevadas a la única religión del imperio, realmente parecía que la misma conquistaría el mundo. Para defender su concepción, Agustín aplicó el método alegórico de Orígenes para la interpretación de las profecías antiguotestamentarias sobre el futuro reino. Sus conceptos llevaron a que la iglesia romana se viera a sí misma como la “iglesia universal”, “cuya tarea consistía en hacer que todas las personas volvieran a su redil”. La aparición de las antes descritas tendencias antisemitas y la doctrina de la iglesia institucional, como el reino mesiánico anunciado por Dios a través de los profetas del Antiguo Testamento, eran parte de un programa guía más amplio: la suplantación de Israel a través de la iglesia. Según esta doctrina, Dios habría desechado a Israel eternamente, cuando dicho pueblo rechazó a Jesucristo como su Mesías en su primera venida. En el futuro, Dios ya no tendría planes con Israel, y en lugar de eso, la iglesia ahora sería el pueblo de Dios. Así, la iglesia se convirtió en el “Israel de Dios”, heredando también todas las promesas otorgadas al pueblo de Israel. Una interpretación de este tipo tergiversa, sin embargo, las claras afirmaciones de las Escrituras y, evidentemente, contradice la Palabra de Dios (Gn. 13:14-15; 15:18; 17:7-8,19; 1 Sam. 12:22; 2 Sam. 7:23-24; Jer. 30:11; Ro. 11:28-29). La introducción de conceptos paganos en la iglesia institucionalizada, la falsificación del evangelio, el abuso y el desacato en cuanto a la Biblia, el rechazo de un futuro reino teocrático, y el concepto de que la iglesia suplanta a Israel, todo eso llevó a que la iglesia medieval estuviera muy lejos de lo que Dios había planificado originalmente. A causa de la apostasía reinante en sus filas, la iglesia fue culpable de cruzadas militares contra otros cristianos, judíos y musulmanes, y de perseguir, por medio de la inquisición, a aquellos que presentaban una opinión diferente. Satanás utilizó a la iglesia medieval como herramienta para deshonrar a Dios y Su reino. Si bien la iglesia había caído en la apostasía, después del siglo cuarto, aún conservaba algunos elementos básicos de la verdad divina, como por ejemplo la deidad de Cristo. Y aun cuando la lectura e interpretación bíblica eran realizadas erróneamente, existía la preocupación de que hubiera una cuidadosa transmisión de los escritos bíblicos. Mientras que algunas verdades y escritos bíblicos seguían existiendo, Satanás no encontraba tranquilidad, sino que, a toda costa, tenía que sacar del mundo esos componentes del reino universal de Dios. Él intentó llegar a esa meta a través de una nueva religión que se estaba formando en Arabia. En el 610 d.C. apareció públicamente, por primera vez, Mahoma, el fundador del Islam. Cuando él murió en el 632 d.C., toda Arabia confesaba su fe. En el correr de los siguientes cien años, sus seguidores conquistaron la Tierra Santa y Siria, la mayor parte del reino romano oriental, se introdujeron en el oriente hasta la India, y ocuparon Egipto, toda África del Norte y grandes partes de España. En la mayor parte de esas regiones conquistadas, la iglesia se fue desintegrando poco a poco a causa de su infidelidad, hasta desaparecer totalmente. Existió el peligro real de que los ejércitos árabes conquistaran toda Europa, convirtiéndola así en un continente musulmán. Dios terminó con esa amenaza cuando los francos, en alianza con otras tribus, bajo el mando de Karl Martell, desintegraron a los musulmanes en la batalla de Tours. Esto permitió que la iglesia, la Biblia, y algunas verdades, como la deidad de Cristo, fueran protegidas de la desaparición.
Posted on: Sat, 10 Aug 2013 19:07:23 +0000

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